La cosecha de girasol de este año ha vuelto a demostrar que la clave para este cultivo radica en la humedad del suelo y la temperatura durante la maduración de la pipa. A pesar de un 2024 en su conjunto húmedo, el mes de agosto trajo golpes de calor y sequía, lo que ha resultado en una cosecha de girasol inferior en kilos por hectárea comparada con lo esperado, e incluso peor que el año pasado.
Las recientes lluvias no han influido negativamente en esta cosecha, porque muchas de las tierras se encontraban ya cosechadas, según los agricultores consultados. Rubén Bueno de Villar de Gallimazo (Salamanca) ha terminado sus labores, menciona que en su zona «queda algo de cosecha, pero ni un 10%, por lo que las lluvias de estos días no influirán en el resultado final«.
En cuanto al precio, la situación, sin ser alarmante, no es idónea para el sector. Gisela Peñas, de BASF, asegura que los precios que reciben ahora mismo ya están por debajo de los 400 euros por tonelada, lo cual es «ciertamente insuficiente» para cubrir los costos de producción, según Rubén Bueno, que aún espera conocer el precio definitivo, puesto que depende su valor de su cooperativa.
Preocupa el precio de la energía para la próxima campaña
Respecto al impacto de la situación actual en Oriente Medio, tanto Peñas como Bueno coinciden en que aún es pronto para evaluar sus efectos sobre el sector del girasol. «En cuanto al combustible, sí va a afectarnos en la sementera«, menciona Bueno, lo que podría encarecer la próxima campaña, aunque el impacto sobre el girasol de este año aún es incierto.
A pesar de las adversidades meteorológicas y los desafíos económicos, los agricultores esperan que la campaña logre salvarse, aunque con rendimientos más bajos de lo esperado.