Queda poco más de una semana para finalizar la cosecha de ajo morado en la provincia de Cuenca, un producto con alta demanda en el mercado y por el que se llegan a pagar dos euros el kilo al agricultor.
La ocasión la han aprovechado grupos organizados que en las últimas semanas han sustraído toneladas de este alimento, para el que luego hallan distribución, tanto en España como fuera de ella. Ruperto Mesas, agricultor de San Clemente, denuncia que los robos se han multiplicado por toda la comarca, lo que ha llevado a productores como él a montar guardia e impedir que continúen las sustracciones.
A él le han robado cerca de 4 toneladas de ajo en rama, por un valor de 7.000 u 8.000 euros. Por eso le ha tocado ‘patrullar’ el entorno de sus fincas y ha impedido que estas bandas continúen con la rapiña, “pero no tiene sentido que un agricultor deba hacer esta labor, de modo que se expone a ser agredido o incluso a causar lesiones a otra persona, que también puede traer consecuencias muy graves”.
“El Estado no tiene agentes para evitar los robos, pero sí tiene personal para vigilar los tratamientos que realizamos o el agua que consumimos”, denuncia.
La cosecha se realiza por lo general a partir de la una de la mañana, para evitar las altísimas temperaturas de estos días.
En la mayor parte de los casos los ajos se arrancan y los manojos se dejan orear entre cuatro y cinco días hasta empezar a cortar.
La labor de corte se realiza de un extremo de la finca al otro, y por lo tanto se pueden tardar diez días en llegar a un punto determinado. Es en ese periodo del oreo cuando se están produciendo robos, como lamenta Mesas.
