Para que se produzca una buena germinación y emergencia de las plantas tenemos que tener una temperatura adecuada (unos 10º C de temperatura media diaria del suelo), determinada humedad (si el terreno no la tiene la aportaremos con el riego), buena aireación para que la semilla tenga oxígeno para germinar, desmenuzamiento de la tierra para que la semilla esté en contacto con las partículas del suelo y una capa superficial de suelo suelto para que la plántula no tenga obstáculo para salir. Además debemos disponer de un volumen de suelo en condiciones óptimas para que las raíces se desarrollen bien. Para ello deben disponer de una profundidad de unos 40 centímetros.
Las labores deben ser las necesarias y justas. Un exceso de labores, además de ser antieconómico, podría ser perjudicial porque corremos el riesgo de desmenuzar demasiado el suelo y formarse más costra y, por otro lado, originamos más suela de labor.
Es necesario saber con qué reservas de nutrientes contamos en el suelo, qué producción final esperamos y cuáles son las extracciones de nutrientes del maíz para esa producción esperada.
Para lo primero, lo más práctico y seguro es hacer una analítica de suelo para conocer las reservas de nutrientes y a partir de esto conseguir un buen consejo de abonado. A partir de este análisis tenemos que saber que las extracciones del maíz son aproximadamente por cada 1.000 kilos de cosecha: nitrógeno (N): 21; fósforo (P2O5): 9; potasio (K2O): 25.
El aporte de estos nutrientes se hará en fondo y en cobertera. En fondo, antes de la siembra con enterrado posterior, aportaremos el 40% del nitrógeno, y la totalidad del fosforo y el potasio.
También es importante elegir variedades que maduren uniformemente, que se adapten al tipo de terreno y al lugar de la siembra, y que tengan el máximo rendimiento en producción y calidad.
Este año, por las condiciones climáticas quizás sea necesario ajustar un poco más el ciclo ya que nos vamos a siembras, en la mayoría de los casos, un poco más tardías. Quizá sea más seguro sembrar un ciclo un poco más corto. En el mercado existen variedades de ciclos 400 y 300 con total garantía de éxito en cuanto a producción y calidad.
Lo más importante en estos momentos y en estas condiciones actuales, es no precipitarse, hacer las labores en buenas condiciones y sembrar el ciclo oportuno. No podemos hacer labores mal hechas, ni sembrar ciclos que por la fecha pueden correr riegos. Como he mencionado antes, en el mercado existen ciclos cortos suficientemente productivos como para garantizar el máximo rendimiento.
Densidad de siembra
La densidad de siembra viene dada por la distancia entre las plantas y la separación de las líneas de siembra. A esta densidad teórica hay que restarle aproximadamente un 10% para llegar a la densidad real.
Cuando las siembras quedan claras, el mayor tamaño de la mazorca no compensa la falta de planta y un exceso de densidad puede provocar plantas poco vigorosas y esterilidad. Hay variedades que se adaptan a más densidad y otras a menos, por lo que las distintas variedades de maíz alcanzan su máximo rendimiento a unas determinadas densidades que debemos consultar a la casa de semillas.
Por lo tanto la densidad de siembra correcta es la que nos asegure una mazorca por planta y que pese entre 200 y 250 gramos. Y dependerá de la población final que se desee obtener y de la variedad a sembrar pero siembre contando con un 10% de pérdidas de semillas por diversas circunstancias.u Profundidad de la siembra. La profundidad de siembra puede oscilar entre 2 y 10 centímetros, siempre dependiendo de varios factores.
Siembras más profundas en terrenos arenosos, con más temperatura y menos humedad. Con temperatura y humedad apropiadas la profundidad aconsejada será de 3 o 4 centímetros. No obstante la experiencia del agricultor para cada parcela será la mejor guía.