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sábado, abril 27, 2024
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¿La poda de la vid? Constancia, nunca prisa

La poda es la práctica que realiza el viticultor para reducir la parte vegetativa de la planta. El objetivo es mejorar el rendimiento y la calidad de las uvas

José Ramón Díaz de los Bernardos
José Ramón Díaz de los Bernardos, ingeniero técnico agrícola

Producir un buen vino depende de muchos factores que van desde las primeras plantas hasta lograr viñedos sanos y fuertes que garanticen unas uvas maduras y de buena calidad. Pues bien, la poda de la vid es un procedimiento vital para que esto se logre.

Además de la poda principal en invierno, se hacen podas a lo largo de todo el año, como por ejemplo la poda verde primaveral. Este proceso es uno de los más importantes para la obtención de unas uvas más sanas, maduras, y en la cantidad apropiada para un vino de calidad.

La poda se realiza durante el inverno porque es el momento en el que la planta ha completado su ciclo productivo. En dicho periodo, la vid ya ha perdido las hojas y los sarmientos están completamente agostados. Además, a nivel interno la planta ya contiene en su interior toda la información genética para crear los nuevos brotes.

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Esperar a las bajas temperaturas

El frío también tiene una gran influencia sobre la cepa en esta etapa. Por eso debemos esperar a las bajas temperaturas para comenzar a realizar la poda. De este modo, evitaremos el riesgo de infección de la planta durante los días posteriores al corte hasta que cicatrice, pues los cortes son un foco de infección por patógenos, y gracias a las bajas temperaturas se minimiza su desarrollo y propagación.

La poda es una tarea que requiere constancia. Es importante elegir el tipo de poda según la estructura de la planta. También lo es considerar aspectos como el potencial productivo de la parcela, la variedad de uva, la edad del viñedo y la cantidad y calidad de las vendimias anteriores. Sobre todo, la ilusión de obtener uva de la mejor calidad resulta fundamental durante la realización de esta tarea.

¿Cuándo realizar la poda?

Dependiendo de la época del año, la poda puede tener ventajas o inconvenientes: en invierno la poda debilita poco, pero la actividad del callo cicatrizante es nula. Por esto, existe el riesgo de que las heladas agrieten los tejidos expuestos del corte, y que aparezcan enfermedades y hongos.

En primavera la poda resulta muy debilitante, pero el callo crece rápidamente y se puede comenzar a podar tan pronto como haya perdido sus hojas. Sin embargo, la poda temprana de la vid (noviembre) estará más expuesta al riesgo de heladas. De hecho, cuanto antes se pode la vid, más temprano será el inicio del ciclo vegetativo, que comienza en la primavera con la floración de los brotes.

Por el contrario, podar la vid mientras algunos brotes ya han eclosionado no es lo recomendable. Existirá una pérdida en los rendimientos y la disminución en las producciones de madera porque una parte de la savia ascendente que trae la energía para que salgan los brotes se perderá en la parte de las ramas que se eliminan durante la poda.

Si la poda se realiza antes de que la planta entre en reposo, las hojas no han enviado a las partes leñosas todas sus reservas en forma de carbohidratos, logrando el debilitamiento de la planta y haciendo que brote tardíamente y de forma menos vigorosa.

¿Y la poda tardía?

Si la poda se realiza después de que la planta inicie la brotación, ‘poda tardía’, con el corte se elimina gran cantidad de las reservas ya movilizadas por la planta y situadas en los órganos podados, lo que retrasa la nueva brotación y debilita la planta.

Esta poda tardía, con el consiguiente retraso en la brotación, realizada de forma puntual y no continuada a lo largo de los años, sería interesante para lograr evitar los daños que causarían las heladas primaverales en las plantas recién brotadas, y principalmente en plantas jóvenes.

Como diría mi abuelo: “La poda es una tarea que requiere constancia para realizarla bien, ya que todo el mundo sabe cortar sarmientos, pero no todos saben podar”.

Dos principios se deben tener en cuenta durante la poda: limitar el alargamiento y envejecimiento de la cepa y limitar el número de yemas para regularizar la producción y el vigor.

Limitar el alargamiento de la cepa

El alargamiento de los brazos de la cepa es el resultado de una propiedad fisiológica de la vid, llamada acrotonía, que favorece el crecimiento en el extremo de los sarmientos.

La acrotonía varía según las variedades (las variedades de fuerte acrotonía deberán podarse más pronto y a maderas cortas), el vigor de la cepa (las vides débiles tienen una acrotonía más marcada), el rigor del invierno (los inviernos poco rigurosos la favorecen), el tipo de empalizamiento.

Por otra parte, el alargamiento de la madera vieja sobre la que se multiplican las heridas de poda acelera el envejecimiento de la cepa.

Por eso el primer principio de poda consiste en limitar el alargamiento, favoreciendo el desborre y el crecimiento de maderas de poda cerca de los brazos y del tronco. Eso no quiere decir que deba proscribirse todo alargamiento de las maderas, pero si se ha decidido este alargamiento, debe ser razonado, limitado y temporal.

Esta limitación del alargamiento se hace actualmente de forma muy estricta por los podadores, ya que las invasiones de enfermedades de la madera, y en particular la yesca y la eutipiosis, se ven favorecidas por las prácticas que consisten en coger maderas de retorno directamente en los brazos.

Esta elección lamentable lleva al podador a suprimir porciones de brazo y a dejar heridas de poda de gran diámetro que aumentan las posibilidades de aterrizaje de esporas y hongos.

Limitar el número de yemas

El número de yemas dejadas en la poda, llamado carga, marca el rendimiento por cepa y por hectárea, pero causa un cambio de los otros elementos del equilibrio de la planta: porcentaje de yemas desborradas, vigor, iluminación de las hojas y racimos, y calidad de la cosecha.

La elección de las yemas, basada en el conocimiento de una segunda propiedad fisiológica de la vid, su fertilidad, es un medio de controlar el nivel de producción.

Variedades más y menos fértiles

Dadas las variaciones de fertilidad de las yemas en función de su posición, es fácil concebir que la poda larga es necesaria para las variedades llamadas poco fértiles, ya que las yemas de la base de las maderas de un año contienen pocos o ningún esbozo de racimos.

Por el contrario, para las variedades muy fértiles, la utilización de la poda larga puede provocar una superproducción y un debilitamiento de la cepa, por lo que es preferible entonces la poda corta.

Finalmente, para las variedades de fertilidad media, la elección entre poda corta y poda larga está determinada por el vigor de la planta, bajo la influencia compleja del propio vigor de la variedad, del portainjerto y de la fertilidad del suelo, natural o adquirida.

Dominar el rendimiento

Es preferible, para dominar el rendimiento, limitar el número de racimos por cepa evaluando correctamente la carga en el momento de la poda, mejor que eliminar racimos durante el verano.

La elección de los sistemas de poda en pulgares permite conservar solamente para la fructificación las yemas de la base de las maderas cuya fertilidad es más débil que las de las varas. Sin embargo, para las variedades de fertilidad débil, la poda corta limita mucho más los rendimientos.

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