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sábado, octubre 5, 2024
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El agua da una tregua a los cultivos, pero la alegría va por zonas

La explosión de verdor no es uniforme y todavía tiene que llover mucho más en el oeste de la comunidad y en Tierra de Campos. Precaución ante la roya amarilla, que puede acabar con la alegría en más de una finca. La colza trae las estampas más optimistas
Las lluvias caídas en las últimas dos semanas han dado la vuelta al aspecto que ofrece el campo, con un verde primaveral en la mayoría de las parcelas, pero con un agua muy mal repartida, que ha hecho que la alegría vaya por zonas. En el oeste de la comunidad y en Tierra de Campos ha llovido poco y en algunos puntos el agua ha llegado demasiado tarde.

En la zona sur de la provincia de Valladolid habían caído 40 litros por metro cuadrado al cierre de esta edición, pero repartidos en tres veces. Unas precipitaciones que han sido bienvenidas, pero que no son suficientes. “La perspectiva del campo ha cambiado totalmente. Estábamos con el agua al cuello pero sin agua”, bromea Armando Caballero, presidente de la cooperativa Cocetra. Aquí el cereal está sano. Los agricultores de la zona se afanan estos días en terminar las siembras de maíz y en la preparación del terreno para la sementera de girasol. Siempre con la esperanza de que las nubes vuelvan a descargar. “Si los agricultores no pedimos agua en abril…”, se justifica Caballero.

Hacia occidente, en Zamora, las lluvias han sido desiguales. En torno a 18 litros por la zona de la capital, la Guareña y hacia el sur de la provincia. Por Villalpando apenas cinco o seis litros. Ahí la sequía persiste. Lo bueno es que el campo reluce. Los cultivos están sanos, y para que sigan así los agricultores está aplicando fungicidas contra roya y septoria.

La amenaza, en este caso, está también en la virtud. Las cebadas que se sembraron pronto están ya espigadas o a punto de echar la espiga. Ahora el peligro llega con las bajas temperaturas nocturnas. “La helada no distingue al buen agricultor del malo”, sentencia el técnico de Cobadú José Crespo, parafraseando a su abuelo. La agricultura ha evolucionado mucho pero algunas cosas no cambiarán. Una helada de finales de abril o mayo podría pillar a las cebadas con las espigas en su momento más vulnerable, dando al traste con el cultivo.

Amenazas
En fechas recientes han aparecido diferentes focos de roya amarilla, sobre todo en las provincias de Burgos, Palencia y Zamora, según ha confirmado la Junta de Castilla y León. Esta enfermedad fúngica seca la planta y el grano, por lo que reduce el rendimiento, y su tratamiento es complejo y costoso para el agricultor.

La Jefatura del Área de Plagas del Instituto Tecnológico Agrario ha remitido un aviso urgente al sector agrario en el que se confirma oficialmente la aparición de los primeros síntomas de roya amarilla. Aunque el frío del invierno ha frenado el avance de la roya, existe la posibilidad de que haya permanecido latente al menos en parte en los campos, y dados los precedentes de rápida dispersión registrada en la campaña anterior, el servicio de plagas aconseja prudencia y pide a los agricultores que estén alerta. En el aviso de la administración se recomienda a los agricultores que estén especialmente atentos a sus parcelas y realicen el tratamiento correspondiente ante la aparición de los primeros síntomas.

En el norte de la comunidad han estado sobrados de agua esta campaña. Hasta ahora. Las altas temperaturas y el viento sur han transformado lo que hasta hace nada parecían lagunas en sembrados que claman por la lluvia.

En algunas zonas del norte de Burgos el cereal acumula un retraso vegetativo de dos semanas, según explica el jefe del departamento técnico de Bureba Ebro, Javier Álvarez. Los agricultores están aplicando herbicidas y fungicidas. De momento no hay roya, pero sí algunos síntomas de septoria.

La colza florece
Entre el verdor del cereal y el ocre de los campos listos para las últimas siembras relucen las fincas de colza. Las buenas temperaturas y la humedad que acaba de recibir ha propiciado una floración pletórica. El amarillo se deja notar. Además, las fincas están sin hierbas. “Las colzas están fabulosas”, resume José Crespo.

La remolacha, bien
Las siembras de remolacha prácticamente han finalizado en Castilla y León y se espera que la cifra definitiva ronde las 28.500 hectáreas, unas 1.500 menos que el año pasado. Azucarera suma 300 hectáreas más, sobre todo gracias a la zona correspondiente a la fábrica de Toro, y después de un proceso en el que la compañía se ha desprendido de fincas propias para contratar con agricultores particulares.

El cultivo ha comenzado bien después de que las siembras se realizaran de forma óptima. Ha habido una excelente implantación del cultivo, con unas plantas que pueblan las parcelas de forma homogénea. Apenas ha habido incidencias por heladas, a pesar de que se han llegado a alcanzar los seis grados bajo cero.

Dudas sobre la cebolla
La cebolla está creciendo bien en sus tradicionales suelos arenosos, pero se encuentra entre los cultivos que ofrecen dudas respecto a su rentabilidad. La superficie de siembra ha caído en torno a un 20% respecto al año pasado. Las siembras finalizaron a finales de marzo, con una buena sementera, sin lluvia y con buen tempero. El agua llegó después, justo cuando hacía falta.

El buen estado de la planta le permitió aguantar las heladas que padeció al principio de su ciclo vegetativo, cuando se registró un importante desfase de temperaturas entre el día y la noche. El desarrollo positivo de la planta se ve acompañado de forma paralela por el crecimiento de las malas hierbas, lo que ha obligado a realizar tratamientos, como subraya Antio Ávalos, técnico de Hormoba, en la comarca de Arévalo. También ha reducido la superficie de siembra la cooperativa Glus, cuyos socios han puesto unas cien hectáreas en total entre el Carracillo, la zona de Alaejos y la comarca de Toro.

Cultivos forrajeros
Las lluvias también han beneficiado a cultivos forrajeros, como la veza. José Manuel Raposo, de la Tierra de Campos vallisoletana, espera que caiga más agua para que despeguen sus 170 hectáreas de veza. Destaca que se trata de un cultivo atractivo y que se muestra resistente a la adversidad, sobre todo la variedad villosa, más rústica que la convencional.

Plantación de viñedo
El Consejo de Ministros ha ampliado hasta el 1 de junio el plazo para solicitar la trasferencia de derechos de plantación de viñedo. Esta modificación viene marcada por el nuevo régimen comunitario de plantación, basado en las autorizaciones, que estará vigente a partir del 1 de enero de 2016. Esta es, por tanto, la última campaña en que se puede solicitar esa transferencia.

La subida de las temperaturas de abril no ha llevado todavía al viñedo a despertar de la parada invernal y será a partir de ahora cuando las plantas se vayan desperezando, en un proceso que se repite de oeste a este y de las tierras más bajas a las más altas. El viñedo ya despierta en Galicia y el norte de Portugal, así como en las regiones al sur de Madrid, y lo hará pronto en El Bierzo.

Atención al oídio
Con el despertar de la viña también llegan los problemas y este año se debe prestar especial atención a un mal endémico de la comunidad como es el oídio, pues el otoño que siguió a la vendimia fue de temperaturas suaves, con un ataque del hongo que se manifestó también, meses después, en la poda.

Antonio Taboada, técnico de márketing y desarrollo de Massó, recomienda aplicar azufre a partir del 15 de mayo en todas las comarcas vitivinícolas de Castilla y León. La aplicación se puede realizar de forma espolvoreada o bien “mojando pulgares y yemas, con concentraciones altas, entre cinco y diez kilos por hectárea”. Ambas son fórmulas válidas para comvatir este mal, pero teniendo en cuenta que el azufre espolvoreado “no es un residuo, sino que se aprovecha por la planta por sus propiedades nutricionales”.

La temperatura más favorable para el desarrollo de la enfermedad es la de 25 grados, cuando las esporas germinan en cinco horas. A esa temperatura la incubación (tiempo que separa la germinación de los conidios de la emisión de otros nuevos) es de cinco días.

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