Los cultivos destinados a forraje siguen formando parte de las explotaciones agrícolas de Castilla y León gracias a unos precios que se mantienen dentro de la rentabilidad, pero también por sus ventajas agronómicas y por las exigencias de la PAC.
Joaquín Capistrós, director de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa (AEFA), destaca las buenas expectativas que existen en relación con los Emiratos Árabes Unidos, el principal importador. También respecto al mercado chino, a pesar de que posee una dinámica muy especial, con el hábito de consumir alfalfa de EEUU (henificada y comprimida, no deshidratada) que solo se ha logrado romper hace año y medio. Otros mercados que se van abriendo son los de Arabia Saudí (donde el Gobierno ha restringido todo el regadío) e Irán, donde la apertura política ha favorecido la realización de operaciones, según Capistrós.
Una de las claves de su gestión de la alfalfa es abonar con alta cantidad de fósforo y herbicida en diciembre, con la temperatura más baja posible, para que esté en parada invernal. “Ese herbicida vale la pena para que el primer corte de la alfalfa se pague al mismo precio que el resto de cortes; ese mejor precio compensa el tratamiento”, apunta.
Sembrar pronto la veza
La explotación de Redondo incluye veza de secano, que cultiva en Maderuelo (Segovia). Para él una de las claves reside en sembrar pronto, entre septiembre y octubre, “de modo que la planta sigue creciendo a pesar del frío, al que soporta bien”. “Ahora las vezas están espectaculares gracias a las aguas que han caído desde enero”, añade. Lo cortará pronto para forraje, “y al segar en verde nos ahorramos los tratamientos herbicidas”.
Además, la veza ayuda a controlar las malas hierbas. Justo después de cosechar (una máquina siega, pica y se lo lleva para hacer silo), a finales de mayo, “pasamos labrando para dejar unos meses de barbecho, hasta las siembras de invierno”. Apenas necesitará abonado de fondo.