Guillermo Mantecón gestiona una explotación sin modernizar de 40 hectáreas en Soto de la Vega (León). Sus 24 fincas (de una superficie media de 1,6 hectáreas) se localizan en la comunidad de regantes de la Presa de Abajo, que se nutre de las aguas del embalse de Los Barrios de Luna. “Es muy complicado hacer una modernización aquí… Ya se votó y salió que no. El 80% de los propietarios son muy mayores. Y somos más de 2.000 para 1.600 hectáreas”, dice.
Mantecón riega por aspersión diez hectáreas de remolacha y otras siete de patata. En el trigo y el maíz suministra el agua por inundación. Es consciente de que la única ventaja de continuar con el riego no modernizado es que se libra de una inversión inicial importante, aunque es un dinero que pagaría de buena gana. “Modernizar supone que tendría la explotación en dos o tres fincas. Eso significa mucho ahorro de horas en todas las labores. Ahora pierdo mucho tiempo solo en cambiar de una parcela a otra”, indica.
El agricultor leonés recalca en este sentido la mejora en la calidad de vida que han experimentado compañeros que se han cambiado al riego modernizado. “Yo saco la rentabilidad por todas las horas que meto. Solo puedo regar, como mucho, dos hectáreas a la vez”, apunta.
La orografía propia de la vega de los terrenos de la Presa de Abajo permite un buen aprovechamiento del agua pese a la escasa sofisticación en los sistemas de suministro. A pesar de todo, Mantecón está convencido de que con la modernización las producciones serían bastante mejores.
Y más barato regar. Con sus dos motores de gasóleo, la factura se le dispara muchas campañas hasta los 500 euros por hectárea. Algunos colegas del Páramo leonés le aseguran que ellos saldan la factura eléctrica con 150 euros por hectárea. Demasiada diferencia para una rentabilidad que cada año es más ajustada.
Por su parte, José Antonio Arija conoce de primera mano, y a diario, la experiencia de trabajar fincas con riego modernizado y otras en las que no lo está. A caballo entre Burgos y Palencia, este regante del Canal del Pisuerga pone trigo, cebada, girasol y alfalfa en Melgar de Fernamental, Astudillo, Santoyo e Itero de la Vega. Dispone de 40 hectáreas modernizadas con cobertura en superficie y enterrada. En las 70 restantes riega al pie, y mediante bombeo.
“Como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Son dos mundos diferentes”, relativiza. “El riego moderno me gusta porque es más limpio, y yo tengo tuberías y todo lo necesario”, puntualiza. Arija comprende que haya regantes que se opongan a la modernización por los costes que supone amueblar la parcela. “Para modernizar hay que hacer inversiones altas, y tener ilusión en seguir con la agricultura”, apunta.
El regante hace hincapié en que la modernización de los regadíos sin una reconcentración parcelaria previa es un gran error. “No es lo mismo regar una finca de dos, que de cinco o de diez hectáreas”, ejemplifica. Lo sabe bien porque lo vive a diario en su explotación.