El asesor agronómico Claudio del Brío destaca que el cultivo de la patata se encuentra en un buen momento. La superficie no ha descendido demasiado y no tiene por qué ser un mal año. La única amenaza puede venir de los golpes de calor, “pero habiendo agua el cultivo tiene capacidad para resistir”.
Hasta el momento las altas temperaturas no han perjudicado a la planta, con cierto efecto positivo de que contribuyen a adelantar el ciclo, “si bien con el riesgo de que todos los ciclos se adelanten y acaben confluyendo en el momento del arranque”.
Destaca que los costes de producción han crecido mucho y que el agricultor solo los puede repercutir, porque después de todo el trabajo y todo el dinero invertido, debe tener su propio margen.
El consumidor se queja, con razón, del precio de la cesta de la compra, “pero a lo mejor en la patata debe pagar tres céntimos más por kilo, que para él no significa nada pero al agricultor le da la vida”.
En caso de que la cadena no vaya corrigiendo sus desequilibrios, “la distribución se va a encontrar, como en otros cultivos, con que nadie quiera sembrar patata”, advierte.
Las variedades más tempranas, como la Colomba o la Ambra, no se han visto afectadas por las heladas y el desarrollo de la planta “va como un tiro”.
Mil hectáreas menos
El agricultor Alberto Duque vaticina una disminución de la superficie de patata de entre 1.000 y 1.500 hectáreas en Castilla y León. No hay datos oficiales todavía, pero la venta de semilla es un buen indicio de lo que está sucediendo.
La producción en otras zonas españolas puede caer cerca del 15%, como en Andalucía, y en Murcia la patata más temprana se ha visto afectada por los hielos, con la previsión de una caída en los rendimientos.
Todo ello no resta gravedad a la amenaza de que todo el tubérculo de Castilla y León se arranque de golpe en pocas semanas, con el consiguiente desplome de precios.