El cambio climático disminuirá de forma significativa los rendimientos en dos de los principales cultivos en Castilla y León: girasol (-23%) y trigo (-10%). Así se desprende del primer gran estudio divulgativo en torno a la evolución del clima y su impacto en nuestros viñedos, olivares, cereales y dehesas, presentado hoy por COAG en Valladolid. Bajo el título “Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura”, la investigación advierte de que el cambio climático ya pasa factura al campo español: cada año se pierde el 6% del valor de la producción, más de 550 millones de euros.
En Castilla y León, donde la superficie destinada al cultivo de cereales es de aproximadamente 2 millones de hectáreas, se predice que las temperaturas podrían aumentar entre 1,6 y 2ºC en los próximos 25 años.
A nivel global, se espera que el rendimiento del cultivo de cereales en el mundo disminuya en un 5% por cada grado de aumento de temperatura. En España, el aumento de la sequía sería la principal causa de la pérdida de rendimiento, que podría ser agravada por el incremento de los daños por pedrisco o plagas.
Además, los recursos hídricos disminuirán un 11% una vez se alcancen los 2°C de calentamiento y una mayor incidencia de plagas y enfermedades podría llegar a aumentar en un 60% las pérdidas actuales en el caso del trigo y un 15% en maíz en todo el territorio nacional, debido a que el calentamiento favorece el crecimiento de la población y la tasa metabólica de los insectos.
Asimismo, es importante señalar que todos estos impactos podrían provocar desequilibrios entre oferta y demanda en el mercado mundial de cereales. Así, una caída de los rendimientos unida a la mayor demanda fruto del crecimiento de la población y de cambios en la dieta (FAO 2018), podría crear una escasez que incrementaría los precios y la volatilidad del mercado de cereales, muy sensibles a comportamientos especulativos.
Por ejemplo, tal y como recoge el estudio de COAG, el cambio climático podría incrementar el precio de los cereales para 2050, entre un 3% en el caso del maíz y hasta un 30% en el caso del arroz. Estas significativas y abruptas alzas en los precios podrían aumentar la inseguridad alimentaria e incrementar la inestabilidad política, social y económica, como ya se vio en 2008 y 2011, cuando incluso hubo disturbios relacionados con los alimentos en diversos países.
Por su parte, la superficie de viñedo de calidad en nuestro país podría reducirse en un 20%; y en el caso del olivar, únicamente la variedad picual podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo. Las dehesas de encina podrían llegar a desaparecer en grandes zonas de la mitad sur peninsular.