Las rutas comerciales se rediseñan y multiplican los costes del transporte. En los últimos años cerca del 70% del producto se exportaba. El sector ve un hueco en el mercado interior ante la subida de precios de materias primas para alimentación animal
La pandemia del nuevo coronavirus tiene una víctima colateral en los cultivos forrajeros, muchos de ellos volcados hacia los mercados exteriores. Cerca del 70% de la alfalfa deshidratada producida en España acaba en granjas de China o alimentando a la cabaña del Golfo Pérsico, después de que muchos de aquellos países hayan optado por la importación ante el descenso dramático de sus reservas de agua.
La situación ha cambiado mucho este año, con alteraciones constantes en el diseño de rutas por parte de las navieras, que además reducen el número de barcos. “El precio de esos portes crece de mes en mes y en el mejor de los casos se ha duplicado, aunque en otras ocasiones se ha multiplicado por tres, lo que complica mucho el panorama para un producto que deja escasos márgenes”, señala Rafael Rubio, responsable de Forrajes y Proteínas, que cuenta con una deshidratadora en Villalar (Valladolid).
Flujo comercial
“Se está notando que el principal flujo es de oriente hacia occidente, de modo que en algunas ocasiones un barco que en otras circunstancias regresaba hacia el Este con alfalfa deshidratada u otras producciones españolas ahora regresa vacío porque le resulta más rentable que esperar la carga”, recalca Rubio. Esta situación “va a condicionar de forma muy importante la actual campaña de forrajes”. Tampoco ayuda la cotización del euro respecto al dólar. A mediados de esta semana la moneda europea rondaba los 1,22 dólares, sensiblemente por encima de los valores del año pasado.
Según el análisis de Rubio, “debemos prestar atención a cómo se va reactivando la economía, pero hay que tener en cuenta que cualquier cambio que se produzca va a ser lento”. Además, “si la tendencia cambia en un periodo de tres o cuatro meses puede parecer poco tiempo, pero para nosotros significa que la campaña ya ha pasado”.
Será una situación transitoria, aunque nadie sabe cuánto durará, y el resultado es una campaña de forrajes ‘tensa’, más aún que la del año pasado. La fórmula que tienen productores e industria es seguir trabajando y pensar en el medio plazo. Para Rafael Rubio, lo importante es que la demanda de alfalfa deshidratada, y de forrajes en general, se mantiene en los territorios en los que ha crecido en los últimos años. “Lo positivo es que tiene un amplio margen de crecimiento, con muchos países que aún no han descubierto esta fórmula de alimentación animal”, destaca.
A corto plazo, la ventana que se abre es la del mercado nacional, que se puede ver reforzado ante el incremento de precios de las materias primas que compiten con ellos, como el cereal, el maíz o la soja.