Ya casi ha terminado la cosecha de soja en Castilla y León, que cuenta con pocas hectáreas de este cultivo, en fase poco más que experimental.
Uno de los pioneros es Luis Alberto Nebreda, de Astudillo (Palencia), firme defensor de que se deben buscar alternativas a los cultivos tradicionales. Sin ir más lejos, su comarca tenía hace una década 1.400 hectáreas de remolacha, mientras que hoy esa superficie se ha reducido a una tercera parte.
Esa convicción le ha llevado a ser uno de los responsables de un proyecto de cultivos alternativos basado en la soja y el sorgo.
El sorgo “es interesante y tiene la ventaja de una gran rusticidad”, pero quedó descartado al no haber vías de comercialización, recuerda.
Por el contrario, la soja es un cultivo sencillo, que aporta muchos beneficios a la tierra. Su cultivo se ha sacado adelante de la mano de la compañía Calidad Pascual, que adquiere la producción para destinarla al consumo humano.
Nebreda destaca que se trata de un cultivo de siembra tardía, en torno al 15 de mayo, por lo que permite una segunda cosecha. Por ejemplo, después de veza. También es un cultivo interesante desde el punto de vista económico, “con un valor añadido muy importante al estar dirigido al consumo humano”.
En su opinión, la coyuntura para este tipo de cultivos es favorable, ya que en los últimos años existe una demanda creciente de proteína vegetal. Una demanda que, por el momento, no ha animado a ninguna cooperativa ni gran almacenista a apostar de veras por la comercialización de este cultivo, que supone “una atractiva alternativa agronómica”, además de una oportunidad para apostar por un cultivo beneficioso para el medio ambiente.
“Hoy todo el mundo dice defender el medio ambiente, pero hay que demostrarlo con hechos. Nosotros hemos dado el paso, pero hace falta una apuesta seria para que este cultivo se implante de verdad en Castilla y León”, recalca.
Un cultivo en estudio
El consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Jesús Julio Carnero, ha recorrido este lunes los campos de soja de la localidad salmantina de Arabayona de Mógica.
Para el consejero, “la soja es un cultivo que tenemos que estudiar bien para ver sus posibilidades de futuro. Podría incluirse como una alternativa en la diversificación del regadío en Castilla y León y su superficie es aún muy reducida por lo que tiene un gran potencial de crecimiento”.
Además, ha continuado Carnero, “desde la Consejería estamos apostando por convertirlo en una opción de futuro para nuestros agricultores. Las posibilidades de crecimiento en cuanto a superficie van acompañadas de formación y de la búsqueda de rentabilidad mediante la mejora de su agronomía y el aumento de su comercialización”.
“No hay que olvidar”, ha querido explicar el consejero, “que la soja además es uno de los ingredientes principales en la composición de los piensos para alimentación animal, siendo España el segundo país de la Unión Europea que más cantidades importa de esta leguminosa. Esto abre así grandes posibilidades de producción y abastecimiento local que generen nuevas economías circulares y den valor e importancia al sector primario de cercanía”.
En Castilla y León se sembraron la pasada campaña 196 hectáreas de soja, sobre un total nacional de 1.426 hectáreas entre las que destacan las plantadas en las comunidades de Aragón, con 563 hectáreas, y Extremadura, con 520 hectáreas.
Ensayos del Itacyl
El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), junto con la empresa Calidad Pascual, ha realizado una serie de ensayos con dos objetivos fundamentales: el primero determinar la adaptación de distintas variedades de soja a las condiciones de la Comunidad Autónoma, y el segundo constatar la efectividad de diferentes inóculos.
La práctica de inoculación en soja es un proceso por medio del cual se introducen, junto con la semilla, bacterias específicas que crean una estrecha relación de simbiosis con la planta y son capaces de captar el nitrógeno atmosférico y pasarlo a formas disponibles para ser utilizado por el cultivo.
El ensayo consiste en la siembra de diferentes variedades de soja inoculadas, separadas en variedades de ciclo largo por un lado y variedades de ciclo corto por otro, que se realizaron en Arabayona de Mógica (Salamanca).
Los ensayos se realizan siguiendo las prácticas culturales de la comarca en la que se emplazan, indicándose en la ficha los resultados de la dosis de siembra, el cultivo precedente, la fertilización, el uso de fitosanitarios y las fechas de siembra y recolección.
Los ensayos realizados han puesto de manifiesto los buenos rendimientos que se pueden obtener con las variedades de soja no transgénica que existen en el mercado, siendo este cultivo una buena alternativa en la diversificación de regadío, además de las aportaciones de nitrógeno que deja en el suelo.
Otro de los ensayos que se ha realizado ha sido la aplicación de distintos tipos de inóculos con objetivo de incrementar los rendimientos. Observando los resultados, se confirmó que el inóculo es necesario tanto para mejorar la calidad como para incrementar el rendimiento en campo.
Características
La soja (Glycine max) es una leguminosa rica en proteínas con alto porcentaje de aminoácidos esenciales y además es uno de los alimentos con mayor contenido de isoflavonas. Como toda leguminosa, la fijación del nitrógeno atmosférico es clave para conseguir unos rendimientos elevados.
La época de siembra va desde finales de abril a mediados de mayo. Le van bien los suelos neutros o ligeramente ácidos, aunque tolera y se adapta perfectamente a otros niveles no extremos. Se evita sembrar soja en suelos que tengan tendencia a compactarse y en los que su contenido en caliza activa sea elevado.
Además de las proteínas, presenta la proporción de aminoácidos más equilibrada. En la soja destacan el ácido fólico y las vitaminas B1 y B2. En cuanto a los minerales, una ración de 100 gramos de habas cocidas cubre el 30% de las necesidades diarias de hierro, fósforo y magnesio, así como el 13% de las de calcio. Además de aportar abundante manganeso y cobre.
La riqueza en fibras solubles e insolubles ayuda a regular el ritmo intestinal, así como ayuda a la flora microbiota beneficiosa y favorece la absorción de los carbohidratos, lo que la hace indicada en la diabetes y en dietas de adelgazamiento.
La soja contiene lecitina y fitoesteroles, la versión vegetal y beneficiosa del colesterol animal, lo que ayuda a regular el colesterol LDL y la tensión arterial y beneficia al hígado. La gran virtud que se destaca a menudo en la soja es su efecto anticancerígeno, debido a la actividad de isoflavonas como la genisteína y la diadzeína.