Ricardo Ortega
Los técnicos y veedores de las azucareras están estos días haciendo pruebas en campo para analizar la evolución de la remolacha en la mitad norte peninsular, aunque aún es pronto para ofrecer una previsión de campaña. En la mente de todos está la última cosecha, con una caída en la polarización que afectó a las cuentas de agricultores e industria.
Obdulio Barba, presidente de Agroteo (sociedad formada por agricultores y Azucarera para promover el cultivo), destaca que la remolacha tiene buen aspecto y que se sembró correctamente, aunque algo tarde por culpa de las lluvias del invierno. “Se sembró en forma, pero no en tiempo”, subraya.
Una de las consecuencias de la siembra tardía puede ser que la industria se incline por retrasar el arranque para recuperar kilos, “lo que puede complicar la vida de todos, desde el agricultor hasta la fábrica, pero eso es lo que tiene trabajar sin techo”, recalca Barba.
Respecto a la baja polarización de la última campaña, recuerda que se había sembrado con una semilla sin neonicotinoides, lo que obligó a realizar cuatro tratamientos de insecticida, “mientras que en años anteriores se trataba una o dos veces”.
Además, llovió en septiembre y se debió tratar con fungicidas. La planta se dejó un mes en el suelo en muchos sitios, pero había cercospora, con lo que la planta dirigió sus esfuerzos a desarrollarse y no a producir azúcar. “Quizá por eso los agricultores que cosecharon en octubre apenas sufrieron esa pérdida de riqueza”, destaca.
Siembra escalonada
Óscar Olivar, responsable del Servicio Agronómico de Acor, destaca que las siembras de 2024 han sido muy diferentes respecto a las de 2023, puesto que esta vez se ha sembrado de forma escalonada, mientras que el año pasado se pudieron hacer dentro del mes de marzo.
Apunta que el cultivo presenta un buen aspecto, con la única incidencia de la pulguilla que se hizo presente entre abril y mayo. “Los socios de la cooperativa aplicaron los insecticidas recomendados desde el servicio agronómico y ese ataque se controló”. Un recordatorio de que el papel de su departamento “es importante en el control de las malas hierbas y sobre todo de las plagas, que este año nos obligan a estar más atentos tras la prohibición de semillas tratadas con neonicotinoides”, recalca.
Se está muy vigilante ante la posible presencia de oídio, roya y cercospora, dado que el éxito en el control de estas enfermedades “radica en el tratamiento preventivo”. La campaña pasada, con una importante bajada en la polarización, “fue una ocasión para aprender”, según Olivar.
En ese resultado pudieron influir diferentes factores, desde unas temperaturas mínimas muy elevadas en el mes de octubre hasta la amarillez que se hizo presente en algunas parcelas, aunque sobre todo se puede mencionar una cercospora muy agresiva, que atacó a partir de la DANA registrada en septiembre. “Hasta el mes de agosto el cultivo y la raíz iban muy bien”, recuerda Olivar.