regantes suponen ahorro de agua, la mejora de las producciones y más comodidad para el agricultor. La fuerte dependencia de la electricidad es el mayor inconveniente
No hay dudas. Y el futuro ya está aquí. La viabilidad de las explotaciones de regadío pasa por la modernización. “Es un cambio de mentalidad, de costumbres y también social; que como todo cambio tiene sus rechazos lógicos. Las ventajas de la modernización son muchas, desde los ahorros de agua hasta la mejora de producción al poder administrar los riegos de manera más eficiente, pasando por la comodidad que le supone al regante. Como inconvenientes, la excesiva dependencia de la electricidad, los robos en las instalaciones y las posibles roturas en la red de riego. Este inconveniente se agrava porque en muchas ocasiones el riego modernizado no dispone de un plan B para ejecutar el riego en caso de problemas eléctricos o de fugas”, apunta el presidente de la Asociación de Regantes de la Cuenca del Duero (Ferduero), Ángel González.
Por su parte, el técnico de la comunidad de regantes del Canal de Pisuerga José María Medina apunta que el agricultor pasa a disponer de un sistema cerrado de regadío, “donde solamente con solicitar el riego tiene asegurado el servicio. Ya no tiene que disputarse el agua con el vecino; todos tienen el mismo derecho al agua, no rige la ley del más fuerte y desaparecen las discusiones en la zona de reparto del agua”.
Además las averías ya no son su problema (como lo eran en el caso del motor de riego), sino que son de la comunidad de regantes, pudiendo dedicar ese tiempo a realizar otros trabajos. La modernización les permite tener más tiempo, que pueden emplear en cultivar más superficie o, simplemente, en mejorar su calidad de vida.
El primer requisito para modernizar una comunidad de regantes es que los usuarios apuesten de manera firme por el cambio de sistema de riego. A partir de ahí se realizan los trámites para la declaración de interés general y se solicita entrar en la lista de espera ante las diferentes administraciones implicadas. Se suele contar con un estudio de viabilidad a modo de anteproyecto -para conocer los posibles costes y la fórmula financiera- como paso previo a las rondas informativas que se realizan por las distintas localidades que integran la comunidad. Si todo es favorable, se convoca la junta general extraordinaria para someter a votación el cambio de infraestructuras. Una vez aprobado -y si ya existe consignación presupuestaria por parte de las administraciones- se firma el convenio de construcción, que implica la redacción del proyecto, licitación de la obra, ejecución y compromisos económicos de cada una de los implicados.
Buena parte de las modernizaciones han sido llevadas a cabo por las sociedades creadas por el Ministerio de Agricultura en el año 2000 (en la actualidad Seiasa). “Se está preparando un nuevo borrador de convenio en el que a falta de confirmar la participación de la Junta, y de si habrá retorno de fondos europeos, las comunidades de regantes tendrían que adelantar el 50% del coste de la obra y Seiasa el 50% restante, que recuperaría de las comunidades a partir del año vigésimo sexto desde la finalización de las obras. La situación no mejora para las comunidades a medida que pasa el tiempo, que además tienen que firmar un convenio de explotación con Seiasa, que es la titular de las obras hasta que finalice su amortización. Todo este proceso acarrea una serie de costes financieros, internos, de explotación, etc. que tienen que afrontar las comunidades que modernizan regadíos”, explican desde Ferduero.
Mediante convenios
Otra fórmula sería modernizar en convenio con la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León. A algunas comunidades, por no haber podido entrar en otros planes, se les ha ofrecido esta posibilidad. Tendrían que adelantar el 29% de la obra y la Junta pondría el resto a fondo perdido; parte de la que podría recuperar fondos comunitarios a través del Programa de Desarrollo Rural. Otra de las ventajas de esta fórmula de convenio es que una vez ejecutada la obra, asumido el coste de las certificaciones y pasado el período de garantía, sería entregada a la comunidad, que se haría cargo de la modernización y de su mantenimiento sin costes de explotación añadidos.
Aunque son menos empleadas, existen otras vías para ejecutar y financiar obras de modernización como son los planes de choque promovidos por el Ministerio de Agricultura o las emprendidas por las sociedades estatales creadas en su día por el Ministerio de Medio Ambiente (en la actualidad Acuaes, también dependiente de Agricultura). En algún caso la aportación de las comunidades ha sido del 25%.
Una vez concluida la modernización, las administraciones pueden desaparecer y la comunidad de regantes queda sola para afrontar la gestión o no. La gestión es compleja y multidisciplinar, por lo que puede plantearse realizarla con personal propio o externalizarla a empresas especializadas. Esa es la primera decisión importante a tomar.
Gestión propia o externa
Los costes de explotación serán los de consumo de electricidad y los costes de mantenimiento de las instalaciones, tanto preventivo como correctivo. Además estarán los gastos de personal propio o externo. “Debe tener claras las prioridades; y la principal es regar, dar un servicio. La siguiente, el equilibrio social. Y la tercera, el ahorro de dinero en la factura eléctrica. No debemos centrarnos en el ahorro de la factura eléctrica, sin permitir que el cultivo reciba el agua en el momento que lo necesite, generando un desequilibrio social difícil de controlar. Tenemos que ser sensatos en este punto y saber qué estamos haciendo”, señala el presidente de Ferduero.
Respecto al ámbito económico, el riego al pie es indudablemente el más económico porque no requiere ni infraestructura ni energía para presurizar, dado que va por su peso (sin gastos en gasoil ni otra energía). Sí supone un gran desperdicio de un bien escaso como el agua, tal como advierten desde el Canal del Pisuerga. Otro aspecto negativo es que el riego al pie también implica menos producciones, sobre todo en cultivos exigentes.
Regar y fertilizar
Si la modernización de las infraestructuras de riego es crucial para la rentabilidad de la explotación, también lo es la inclusión de estrategias que posibiliten el ahorro de tiempo y dinero. En este sentido, la fertirrigación gana terreno día a día.
“Esta técnica cada vez tiene mayor importancia. Se basa en la incorporación de los nutrientes y micronutrientes en estado líquido a través de sistemas de riego, ya sea por aspersión, nebulización o goteo. Con esto se consigue una distribución de la disolución de nutrientes en agua a lo largo de la conducción hasta cada punto de salida del agua”, apunta el técnico de iRiego Álvaro Álvarez.
La distribución por riego localizado alcanza mejores aprovechamientos que por aspersión o nebulización debido a que la disolución se aplica directamente sobre las raíces. Según Álvarez, la fertirrigación mediante sistemas automotrices está “desaconsejada por posibles efectos de corrosión de los materiales con los que están construidos, ya que están diseñados para el transporte de agua y no de productos químicos. Así, es conveniente contactar con el proveedor del pívot antes de realizar la fertirrigación para informarse de que productos pueden ser aptos en la distribución a través de este sistema”. La tendencia en la modernización de riegos incluye, en los sistemas escogidos por los profesionales del campo, aquellos que hacen posible la fertirrigación.
250 euros por hectárea más barato
Según los datos que manejan los regantes del Canal del Pisuerga, el riego por aspersión en una zona:
– Sin modernizar el coste medio en euros por hectárea para sacar adelante un cultivo en verde (remolacha, alfalfa, maíz, etc.,…) ronda entre 600 y 650 euros.
– Modernizada el coste medio ronda los 200-250 euros, una cantidad a la que habría que incrementar el coste de amortización de la obra de modernización, que variará entre 100 y 120 euros.
“Analizando los datos anteriores, vemos que es más rentable una hectárea en zona modernizada (incluida amortización de obra) que una sin modernizar con riego con motor de gasoil. Además hemos de considerar la revalorización de las tierras en zona modernizada, sufriendo un incremento de 10.700 a 12.000 euros por hectárea en zona sin modernizar, mientras que en zona modernizada va de 18.000 a 21.000 euros”, concluye Medina.
La comunidad de regantes modernizada se puede gestionar por petición directa (a través de teléfono móvil, Internet, llamada de teléfono o presencial), a través de turnos semanales o mediante una programación de riegos. “Todas ellas tienen sus pros y sus contras, pero tienen que ir muy enfocadas a regar de la manera más eficiente para el cultivo.
Además, no se debe olvidar que para ahorrar es necesario disponer de información, y para eso en la actualidad hay aplicaciones para Smartphone como RiegoApp o miRiego, que permiten al agricultor ver en tiempo real la información de sus riegos y tomar decisiones de manera rápida y dirigidas al ahorro de agua y a la mejora de producción de sus cultivos”, indican en Ferduero.