Ricardo Ortega
La mayor parte del campo español afronta el mes de mayo con fincas espléndidas y con embalses cuyas reservas superan las cifras de los diez últimos años.
En la mitad sur peninsular los cultivos que dependen en exclusiva de la lluvia empiezan ya a dar sus frutos, y no se puede negar que en general están ante un buen año.
Otros dependerán de cómo se porte la atmósfera en el mes de mayo, pero se encuentran en un buen campamento base. Que se corone la cumbre va a depender de la atmósfera y de si el estado del suelo permite entrar a realizar tratamientos.
Inestabilidad en el cielo en forma de bajas presiones y frentes atlánticos. Inestabilidad en la tierra en forma de crisis políticas, tanto nacionales como en el ámbito comunitario: elecciones del 6 al 9 de junio en Europa (en España, el día 9) y reformas normativas adoptadas a toda prisa para contentar a la parroquia, no sea que las fuerzas euroescépticas desborden las previsiones.
Así ha sucedido con la flexibilización de la PAC, que pasó de la Comisión al Consejo, y de este al Parlamento Europeo para regresar al Consejo y obtener su aprobación definitiva.
La norma va pasando de Herodes a Pilatos, y con ella el futuro de las explotaciones. El Gobierno español ha prorrogado el plazo para presentar la PAC hasta el 31 de mayo y en el norte de España hay margen para repensar las siembras.
En Andalucía y la Región de Murcia no han tenido tanta suerte y han jugado una partida con las cartas marcadas. La situación nos trae a la mente unas recientes palabras del ministro Luis Planas, para quien el futuro de la agricultura pasa por que sea “rentable, segura y sostenible”. Bonitas palabras que nos recuerdan que, en ocasiones, a la clase política le cuesta pasar del discurso político al boletín oficial.
Ahí reside la madre del cordero, el ‘quid’ de la cuestión: si algo hemos aprendido todos en los últimos meses es que desde los despachos no se pueden poner palos en las ruedas.
¿Qué pasa con la sanidad de los cultivos? ¿Por qué se prohíben materias activas sin que el agricultor disponga de una alternativa eficaz? No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que lo más importante es disponer de alimentos, y a partir de ahí trabajar en pro de la seguridad y el medio ambiente.
El agricultor o el ganadero quieren rentabilidad para su explotación, pero el lector de revistacampo.es sabe que, en el fondo, lo que más desean es que les dejen trabajar.
Crucemos los dedos para que el año venga tan bien como aparenta. Y sigamos alerta para que nadie nos ponga palos en las ruedas.
