“A él le gustaba mucho el tema de las semillas”, rememora Henar. Ella había terminado sus estudios de Biología Ambiental en Madrid dos años antes. Era la segunda promoción. Una pionera. “Siempre había trabajado en el campo, así que me gustaba la biología y el campo. Me parecía que eran unos estudios adecuados para conservar la naturaleza… Son las ideas que tenía entonces, aunque luego el enfoque práctico de la carrera me lo propuso mi padre”, desvela la gerente.
Semillas Columbia es una empresa familiar en la que trabajan nueve personas, y que se caracteriza por la relación que mantiene con sus clientes. “Nuestra fortaleza es que estamos en contacto estrecho con el agricultor y que, además, les sentimos como parte de nosotros. Si al agricultor le va bien, también a nosotros; porque dependemos de ellos”, admite convencida.
Más profesionales
Al echar la vista atrás, Henar destaca la mejora generalizada en la preparación de los productores como uno de los cambios más relevantes.
“Ahora son todos muy profesionales. La agricultura se ha convertido en una ciencia muy precisa. En estos momentos, por ejemplo, es impensable que no se eche el herbicida específico para una hierba determinada y en una época concreta. O el insecticida. Y usar una buena semilla, y escalonar el abonado. Los agricultores son muy, muy, muy profesionales”, enfatiza.
“Antes, en el pueblo, se quedaba muchas veces el que no quería estudiar; ahora no. Los agricultores están muy bien preparados”, insiste. La mecanización del campo también ha sido un elemento clave en la transformación de la agricultura.
Y las semillas. “Eso es un mundo. Ahora se produce un tercio más que entonces gracias a la mejora genética. Antes había tres o cuatro variedades que sembraba todo el mundo. Hay muchísimas variedades que se adaptan a distintas zonas, climas… Y la calidad de la semilla. Si tú quieres sembrar, por ejemplo, un trigo de fuerza tienes unas variedades de ciclo largo, de ciclo corto, que son más para secanos, otras para regadíos…
Son adaptaciones a la carta, así que resulta muy paradójico que un agricultor no utilice semilla certificada, o que no emplee la simiente adecuada para su tierra. Si tienes problemas de asurado todos los años, no puedes poner una variedad que alargue el ciclo; tienes que echar un trigo precoz”, recomienda la experta en semillas.Henar Arranz es optimista cuando mira hacia el futuro.
“El sector de las semillas no gana mucho dinero, así que estamos acostumbrados a la crisis. Pero yo no veo mal porque los cereales son básicos. Y los agricultores son los que protegen la naturaleza. ¿De dónde vamos a sacar los alimentos? Antes se dejarán de hacer vasos de plástico que de seleccionar semilla”, zanja.