El sector agrícola es uno de los principales consumidores de energía, aunque por detrás del transporte, al que le corresponde un 42%, la industria los hogares y el ámbito de los servicios. Un consumo que, como corresponde a una actividad esencial en este momento de pandemia, es imprescindible. Pero también es cierto que agricultor y ganadero son cada día más conscientes de la necesidad del ahorro energético. Y están manos a la obra en ello.
La celebración hoy del Día Mundial del Ahorro de Energía debe servir para repensar en cómo afectan al medio ambiente y a la cuenta de gastos acciones rutinarias que son evitables. Por ejemplo, dejar maquinaria en funcionamiento cuando no es necesario. Aunque sea por poco rato.
En los regadíos supone alrededor del 40% de los costes la factura eléctrica. Cuando no están en marcha los motores, el coste fijo no regulado supone hasta el 60% del total anual en energía, según los datos que manejan en Fenacore.
Las explotaciones ganaderas tampoco están exentas del lastre económico que implica la necesidad energética. Una opción, por la que cada vez opta más agricultura y ganadería, es la autoproducción mediante la instalación de paneles fotovoltaicos. Reducen gastos e, incluso, tienen la posibilidad de vender el excedente.
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