José Ángel Cortijo, responsable Zona Noroeste de Fertiberia
El caluroso verano del que ya nos estamos despidiendo ha obligado al profesional a regar más de lo habitual, lo que ha puesto el foco en la trascendencia económica de esta práctica: resulta cada día más importante que el agricultor controle sus costes;
que cada profesional conozca exactamente lo que le supone producir cada uno de sus cultivos.
El energético es uno de los costes más importantes; ‘controlar’ con el agua no solo es clave desde el punto de vista de la economía de cada cual, sino por responsabilidad: porque es importante garantizar las reservas de futuro.
En este mes de septiembre es importante tener en cuenta factores como que las temperaturas han bajado, que muchas veces la planta dispone del agua que ha caído en una tormenta… de modo que no hay que regar igual que si estuviéramos a 15 de julio.
Respetar las reservas de agua es una cuestión muy importante en una comunidad como Castilla y León, con una capacidad para embalsar anual; cuanta más agua dejemos en los pantanos, más podremos emplear en el futuro. Esto cobra especial importancia en años extremos como este, con tres meses –los de mayo, junio y julio– con temperaturas mínimas muy bajas y récord en las máximas.
Existen hoy en día muchos medios para conocer qué necesidades de agua tiene un cultivo: a través de sensores, por medio de aplicaciones vinculadas a Internet… Pero aún falta el paso de que se generalice el conocimiento, por parte del agricultor, de los momentos más adecuados para regar. Porque repercute de forma directa en sus costes de explotación, y por tanto en su rentabilidad.
En el caso del maíz, es importante conocer el ciclo que se ha sembrado para estar al tanto de sus necesidades de agua y obrar en consecuencia. Y es importante recordar que para este cultivo no hay que fijarse tanto en la caña como en el grano. Es decir, cuando la mazorca alcanza el estado del punto negro es cuando ya está desarrollada, de modo que no necesita más agua.
Es importante que el agricultor identifique ese estadio de la planta, bien por sí mismo, bien con ayuda del departamento técnico correspondiente. Y es que cuando llega esa fase regar no solo es desperdiciar agua, sino que resulta perjudicial para la planta.
El cultivo de maíz lleva este año el ciclo muy avanzado, con unos diez o quince días de adelanto. Este dato es relevante con vistas a los riegos que hagamos. Por cierto, podemos comprobar que el cultivo presenta resultados muy irregulares como consecuencia de la disparidad de suelos.
u A la vista está que el agricultor de patata sí domina el uso del agua. Este tubérculo ya se está recogiendo, con la buena noticia de que el productor está recibiendo este año precios dignos. Eso sí, se están registrando unas producciones por debajo de la media de los últimos años, en buena medida por el estrés térmico que la planta ha sufrido en verano, que ha frenado su desarrollo.
Los riegos son también muy importantes en el cultivo de la remolacha, con una raíz que tiene mucho por crecer en los meses de septiembre y octubre, periodo en el que también gana en polarización, en azúcares.
u Hay margen para planificar los próximos cultivos de secano, tanto si nos inclinamos por un cereal como por una leguminosa, pero hay mucha inquietud en relación con la colza y quien esté pensando en poner esta oleaginosa debe tomar la decisión cuanto antes.
En colza es fundamental hacer una correcta elección de la semilla, pero tras ello lo más relevante es lograr una buena implantación; porque si se consigue, muy mal tiene que venir el año para que no acabemos obteniendo unos rendimientos adecuados. Y en conquistar esa meta la fertilización tiene una importancia primordial: una buena implantación y un correcto abonado de fondo están directamente unidos. Y hay que recordar que la colza debe llegar al frío en estado de roseta porque, de lo contrario, podemos perder todo el dinero que hemos invertido en la semilla, en las labores, en los tratamientos…
Hoy parece increíble, pero en Castilla y León se empezó a hablar de colza hace una década, y no experimentó el ‘boom’ esperado por determinados errores de concepto, como que en ese cultivo no era necesario el abonado de fondo. Por eso la colza ha tenido éxito después, cuando hemos empezado a tratarla agronómicamente como cualquier cultivo de secano.
Hay que felicitarse de que el agricultor sea cada día más profesional, que se informe sobre estas cuestiones técnicas y destierre tópicos y leyendas urbanas. Pero también cabe demandarle que exija la máxima información sobre aquello que compra. El agricultor es un agente activo, que se informa sobre las cualidades de la semilla que compra, como cuando se ha plantado ante la roya amarilla y se ha inclinado por las variedades más resistentes… pero todavía falta que sea igualmente consciente de la importancia de saber con qué abona. Porque hace una muy mala inversión si su fertilizante no es 100% soluble, disponible directamente para la planta…
El girasol vuelve a recordarnos que la agricultura no es una ciencia exacta. El momento de la siembra ha afectado directamente a su desarrollo, de modo que los más tempranos (sembrados en torno a abril) han sido los que más han sufrido las altas temperaturas, mientras que los más tardíos se han beneficiado de las lluvias de junio. El agricultor que esperó antes de sembrar, ante la falta de lluvias, y además sembró a más profundidad, ha acertado. Es el que tiene mejor girasol.
Y es que lo lógico no siempre se cumple en el campo; de ahí la dificultad de acertar en las tomas de decisiones. Por eso debemos plantearnos nuestros cultivos partiendo de una semilla de calidad, que garantice vigor en la nascencia, de una fertilidad adecuada del suelo y de un ingrediente importante: el ser capaces de adaptarnos al año en función de lo que venga; no hacer siempre lo mismo “porque siempre se ha hecho así”.