Movilidad y mucha presión
El riego con cañones ofrece la ventaja de que se requiere una inversión inicial baja en relación a la superficie regada, aunque la verdadera razón de su éxito es que apenas necesita personal (el cambio de posición del cañón de un campo a otro es fácilmente hecho con la ayuda de un tractor pequeño). Por otra parte, su movimiento, dentro del campo, es autopropulsado por una pequeña turbina hidráulica accionada por la misma agua, antes de llegar al orificio de salida.
Se consigue mojar grandes superficies de terreno con un solo aparato, que se adapta a múltiples parcelas y cultivos como maíz, remolacha y cereales. Todo ello siempre y cuando se elijan bien parámetros como la presión de trabajo, el tamaño y tipo de boquillas, el espaciamiento entre bandas regadas, el ángulo del sector regado y la velocidad de avance del cañón uniforme.
La mala fama de este sistema se debe a que necesita una elevada presión de trabajo (normalmente entre 4 y 7 kilos por centímetro cuadrado).
Además, el impacto de grandes gotas sobre el cultivo y el suelo puede ser perjudicial, sobre todo cuando en época de germinación, fase inicial de desarrollo o floración. Por último, son sistemas muy afectados por el viento debido a la gran altura y longitud que alcanza el chorro de agua, lo que supone uniformidad de aplicación más baja que otros sistemas de aspersión, según explican los expertos del Canal de Guma.
Hay que prevenir
Es importante detectar si el sistema de riego tiene problemas antes de que se deteriore o termine por afectar al cultivo y reparar las deficiencias lo antes posible. Las revisiones de forma programada y regular prevendrán de daños futuros o que, si los hay, se detecten a tiempo antes de que el daño en el sistema sea mayor o las áreas regadas por él se vean afectadas por estas alteraciones. Siempre hay que cambiar las piezas dañadas en cuanto se detecten y, siempre, por otra de las mismas características que la inicial.
Pernil y García recuerdan además la necesidad de trabajar siempre con seguridad. Para ello hay que prestar atención al cañón final (el agua a presión puede causar graves daños a personas y cosas), tomar las debidas precauciones durante el transporte (la máquina no puede circular por vías públicas, no exceder la velocidad de arrastre de 10 kilómetros por hora en tramos llanos o 3 kilómetros en terrenos desnivelados) y no intervenir nunca en la maquina cuando está trabajando (para todas las operaciones de mantenimiento hay que parar la máquina y desconectarla de las fuentes de alimentación y todas las protecciones deben volver a conectarse antes de volver a trabajar). Además, es conveniente comprobar la existencia de líneas eléctricas en su parcela (el chorro de agua no debe nunca entrar en contacto con la electricidad ni con ninguna otra fuente de energía).
Almacenar a cubierto
En el caso de pertenecer a una comunidad de regantes modernizada es conveniente consultar a los técnicos de la comunidad cuáles son los parámetros hidráulicos mínimos de caudal y presión que le van a proporcionar en el punto de captación del agua. Muchos regadíos se diseñan pensando en otras infraestructuras de riego distintas al cañón, por lo que si no se elige un punto de la red adecuado puede que no funcione en las condiciones óptimas.
Desde al marca italiana de enrolladores Marani recalcan que las intervenciones de mantenimiento realizadas correctamente “pueden reducir al mínimo los tiempos de parada tras una avería, además de prolongar la vida útil de la máquina y su rendimiento, reduciendo inconvenientes y costes de funcionamiento”.
Para largos periodos de inactividad, en Marani recomiendan eliminar los residuos de la producción y la suciedad presentes en la máquina, limpiar afondo la máquina utilizando trapos y productos específicos, proteger las superficies mecanizadas y las partes móviles con un aceite específico y poner enrollador en funcionamiento periódicamente durante periodos de tiempo cortos. El almacenamiento debe realizarse en un lugar cubierto y, en caso de almacenamiento prolongado, cubrir todas las partes móviles para protegerlas del polvo.
Según sea la cobertura
Por lo que se refiere al riego con cobertura, el técnico de iRiego Álvaro Álvarez propone diversas tareas para el mantenimiento y puesta a punto de los sistemas según sea superficial o enterrada, y si está automatizada o no.
Si existen elementos de filtrado, comprobar el estado de las mallas de limpieza, para evitar obturaciones, con su consiguiente pérdida de presión y variaciones imprevistas del caudal. Revisar el correcto funcionamiento de los manómetros.
Es necesario limpiar las tuberías antes del primer riego y colocar después los tapones finales. Y revisar los emisores de riego, asegurándose de que la boquilla esté bien ajustada. Si hay que cambiar un emisor, se reemplazará siempre por otro de idénticas características. Revisar el funcionamiento del resorte del brazo del aspersor (si baja su tensión no se garantiza la velocidad para una distribución uniforme).
Asimismo, el control de la tubería enterrada en el primer riego permite detectar posible fugas, y repararlas lo antes posible.
Al inicio de la campaña es necesario confirmar el correcto funcionamiento de los solenoides, dando unos pulsos a las electroválvulas mediante una batería externa de mayor voltaje que la del funcionamiento del equipo de telecontrol. Así se evitan posibles fallos en los primeros riegos por atasques en los solenoides debidos al tiempo de inactividad.
Además, es muy conveniente comprobar la carga de batería del equipo de telecontrol y cargarlo en caso de ser necesario. En el supuesto de que el equipo de telecontrol disponga de módem para conexión por GSM o GPRS, revisar la correcta comunicación del equipo, antena, fusibles y tarjeta SIM activada.
Mantenimiento del cañón enrollador
El cañón enrollador es una herramienta de riego muy sencilla y robusta, y con un mínimo mantenimiento, que cualquiera puede realizar por sí mismo. Desde Regantes del Canal de Guma proponen una lista de controles para un buen mantenimiento del equipo:
– Verificar el correcto funcionamiento de todos los manómetros.
– Engrasar todos los engrasadores tanto del cañón o pistola, como del carrito porta aspersor.
– Cambiar el aceite del desmultiplicador cada campaña de riego.
– Controlar periódicamente la presión de los neumáticos.
– Revisar (con el tubo completamente desenrollado) que la horquilla guía-tubo está alineada con el tubo o ligeramente inclinada hacia la última vuelta de manguera.
– Comprobar la correcta tensión de las cadenas de los engranajes.
– Controlar que el sistema de desenganche está bien regulado.
– Si la maquina está equipada con válvula de cierre o de descarga, revisar que tanto el sistema de desenganche automático de fin de recorrido y la válvula de tres vías que controla la apertura y cierre de válvulas están activos.
– Confirmar que el piñón del reductor esté correctamente conectado con la cremallera lateral de la bobina.
– Verificar siempre la presión. La presión en la bomba o en el punto de conexión no es igual a la presión en el aspersor. El problema más frecuente vinculado a la instalación del aspersor es que haya una presión insuficiente o excesiva en el cabezal del aspersor (difusor).