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domingo, enero 26, 2025
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¿Son los fondos de inversión el problema del campo?

Regularmente saltan las noticias acerca de un desembarco masivo de fondos de inversión en el campo europeo y español. Vamos a intentar abordar el tema con el máximo rigor del que seamos capaces

Tomás García Azcárate
Instituto de Economía, Geografía y Demografía-CSIC

Nos lo dice el último censo agrario. El número de explotaciones agrícolas se redujo un 7,6% en el año 2020 respecto al anterior censo, de 2009, hasta las 914.871 explotaciones.

Por su parte, la Superficie Agrícola Utilizada (SAU) estimada fue de 23,9 millones de hectáreas, con un aumento un 0,7%. Como resultado, la SAU media por explotación creció un 7,4%, al pasar de 24,56 hectáreas a 26,37.

En diez años han cambiado de manos 1,37 millones de fincas rústicas en España. Nos lo recordaba recientemente el diario Público con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Evolución del número de fincas rústicas vendidas en España.

Sectores de inversión

La agricultura, incluso la cadena alimentaria, no son los sectores preferidos por los fondos para invertir; prefieren sectores con menos riesgo, más previsibles o conocidos. Por ejemplo, BlackRock es la administradora de activos más grande del mundo, con 9,42 billones de dólares en activos bajo gestión al 30 de junio de 2023.

Aunque ha buscado posicionarse como líder de la industria en materia ambiental, social y de gobierno corporativo (ESG), ha sido criticado por invertir en compañías involucradas en combustibles fósiles o la industria armamentística.

En España está presente en más de la mitad de las compañías que cotizan en España, incluidas las 35 del IBEX y otras 36 del Continuo, donde atesora 36.800 millones de euros. Tiene una participación significativa (más de un 3 %) en 19 empresas del IBEX y destaca unas participaciones del 5 % o superior en Santander, BBVA y Caixabank.

En cuanto a sectores, tienen gran predilección por el inmobiliario y los servicios, aunque no desprecian oportunidades en actividades como los repertorios de canciones o la industria armamentística. El sector agroalimentario no es foco principal, aunque su importancia ha ido creciendo estos últimos años. Dentro del sector las inversiones en tierras de cultivo no son la partida más importante.

Mayor interés por la agricultura

Dos factores me parecen más destacables para explicar este mayor interés por la agricultura:

El primero es la revolución tecnológica que estamos viviendo, que alcanza también al campo, y que genera importantes economías de escala. La revisión realizada de los datos de la Red Contable Agraria Nacional demuestra como desde el año 2018 hasta 2021, último año del que disponemos los datos demuestra una mejora constante en las rentas generadas en las explotaciones de mayor dimensión económica (mayor de 500 UDE), y un creciente distanciamiento de la evolución registradas en las explotaciones agrarias medianas y pequeñas.

En nuestro país estamos hablando ante todo (aunque no exclusivamente) de cultivos leñosos como las plantaciones en seto (olivar, pistachos, almendra) y nuevos marcos de plantación en regadío (limones, naranjas o viñedo).

El objetivo son fincas de varios cientos de hectáreas, con disponibilidad de agua. También ha habido operaciones en otros sectores como los invernaderos y las granjas porcinas.

Dinero en busca de inversiones

La segunda razón es el largo periodo de tipos de intereses negativos que hemos tenido, que ha provocado una gran abundancia de dinero en búsqueda de inversiones. Una vez inundado los sectores ‘clásicos’, han ido buscando suerte en otros sectores menos tradicionales, en un activo ‘refugio’. ¿Cabe preguntarse por cuánto tiempo, lo que acontecerá cuando volvamos a las condiciones normales de mercado, con tipos de intereses positivos?

De hecho, noticias recientes señalarían que los inversores internacionales que han entrado en los últimos años al sector están moderando su ‘apetito’ después de sus primeras inversiones.

Según recoge la revista digital Agroinformación.com, el líder de Agribusiness de CBRE para el sur de Europa, Manuel Valadas de Albuquerque, habría declarado que “los cultivos no dan la rentabilidad necesaria para justificar precios de la tierra mucho más altos».

Preocuparía también, según una encuesta de CBRE, la inflación y la problemática del agua y del cambio climático.

Lo hemos visto estos dos últimos años. Ni siquiera las actuales tierras de regadío tienen garantizadas el agua que necesitan y las situaciones climatológicas ‘anómalas’ van a ser cada vez más frecuentes.

Más pronto que tarde, volveremos a periodos de tipos de interés positivos, y deberíamos entonces observar una retirada progresiva de los fondos de la agricultura, algo así como el agua del mar se retira tras una marea.

Mi conclusión

Por lo tanto, mi conclusión es que no son los fondos de inversión el problema, sino el exponencial crecimiento de las economías de escala en el sector agrario. Puestos en estos términos, el debate se vuelve hacia cómo integrar a la ‘clase media’ del campo, a los (y las) agricultores familiares profesionales en esta revolución, cómo acompañarla en la necesaria (pero nada sencilla) adaptación al cambio climático.

Plantear correctamente la pregunta ayuda, y mucho, a avanzar en buscar las respuestas.

Este texto se publicó originalmente en plataformatierra.es

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