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sábado, abril 27, 2024
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Agricultura de carbono: ¿una oportunidad?

La primera jornada de Agrotecnológica ha acogido una mesa redonda en la que se ha analizado esta vía para incrementar la rentabilidad del viñedo

María Álvarez

El futuro del campo debe pasar irremediablemente por garantizar una triple sostenibilidad: social, económica y medioambiental. El sector debe explorar nuevas fórmulas que les hagan rentabilizar sus explotaciones. En este punto, los créditos de carbono emergen como una oportunidad.

Agrotecnológica ha analizado esta nueva herramienta, en una mesa debate en la que han participado Jesús Yuste, de Itacyl; César Álvarez, de Oleokelsa; los viticultores Marco Sanz y Gabriel Martínez, y José Alfonso Mantas, de Eagronom.

Como ha quedado claro durante el debate, los créditos de carbono voluntarios y certificados son generados en función del carbono secuestrado con ayuda de las buenas prácticas de la agricultura de conservación. Un crédito de carbono equivale al secuestro de una tonelada de CO2.

¿Es una oportunidad la agricultura de carbono?

El viticultor manchego Gabriel Martínez lo tiene claro: “Mi explotación es más rentable con la agricultura ecológica porque he conseguido reducir mis costes de producción y vendo el producto más caro que los agricultores de mi zona que cultivan en convencional”.

Según datos del ministerio, en la agricultura de conservación hay en torno a 700.000 hectáreas en cereal y 2 millones en leñosos que utilizan cubierta vegetal.

En Europa se han hecho 600.000 hectáreas de contrato. “Hay cierta necesidad y ganas de apostar por esta herramienta”, explica Mantas, quien ha explicado cómo funciona: “La vid fija carbono, pero hay una parte que se va por la uva. Al final lo que se valora para recibir la compensación es cuánto carbono del que se fija se queda en el suelo. Eso es lo importante”.

Lo cierto es que, cada vez más, el agricultor se ve obligado a adaptarse a la PAC, que la exige neutralidad en sus emisiones de CO2 para el año 2026. A partir de ese año, deberá fijar más CO2 del que emita. El agricultor tiene en su mano obtener unos ingresos extra mediante el programa de créditos de carbono, pero sobre todo puede demostrar que trabaja en conformidad con la norma en relación con el CO2.

Por su parte, el viticultor Marco Sanz explica que hay que estar convencido de que hay que cambiar un poco toda la forma de trabajar en viticultura “desde la bodega, hasta el campo”. “El ecológico es una realidad en la viticultura”, recalca.

Con respecto a las cubiertas vegetales, “hay que tener en cuenta dónde se instalan, porque depende de las características del suelo o del clima”. También hay que tomar la decisión de qué instalar (leguminosas, hierba autóctona, etc.).

Una vez instalada esa cubierta, “se nota en los rendimientos y en la planta”, explica Sanz. Aunque reconoce que se tarda unos 3 o 4 años en ajustarla.

¿Cómo es el proceso de vender los créditos?

César Álvarez, de Oleokelsa, explica que una vez que se han generado los créditos, y después de ser certificados, el agricultor decide si autoriza su venta a través de eAgronom, que los comercializa junto con la empresa South Pole, la mayor comercializadora mundial de este tipo de cultivo.

“Garantizamos un precio mínimo de 30 euros por crédito”, explica Álvarez. El precio actual del mercado se encuentra en una horquilla de entre 35 y 45 euros. Para acogerse al programa se han de cumplir una serie de condiciones. “Exigimos un mínimo de 50 hectáreas en herbáceos y 40 en leñosos, y tener una cubierta vegetal sembrada, para que el carbono quede realmente secuestrado en el suelo”.

Ejemplo en Castilla-La Mancha

El viticultor Gabriel Martínez está desarrollando un proyecto de fijación de carbono con eAgronom.  En su explotación trabajan “con un modelo de agricultura ecológica desde 1993. Hace unos años decidimos apostar por este programa y, por el momento, nos va muy bien”, explica.

Martínez aún no ha llegado a cobrar ningún crédito, pero está muy cerca de hacerlo. “Este viticultor cobrará 60€ por cada una de las 70 hectáreas que tiene”, ejemplificaba Álvarez. 

El agricultor cuenta que las cubiertas vegetales requieren un trabajo y una evolución: “Cambié las adventicias por otras plurianuales como las leguminosas y ahora queremos pasar a variedades con mayor fijación”.

¿Es eficaz en la lucha contra el cambio climático?

“Es una oportunidad en un sentido global. Es viable en función del aspecto económico, pero ¿es eficaz? No se puede demostrar que porque unas grandes empresas paguen por créditos se vaya a reducir el cambio climático. ¿Se va a reducir nuestra contribución de CO2 a la atmósfera por llevar a cabo esta práctica? Eso es lo que hay que analizar. Debemos debatir cuál es el fin”, analiza Jesús Yuste, de Itacyl.

La oportunidad es llegar a establecer un sistema de cultivo a largo plazo que dé estabilidad al campo. “La ventaja del viñedo es que tiene unas partes que dejan retenido un carbono que no llega a la atmósfera. Hemos medido hasta 25 toneladas por hectárea en cepas, pero si luego esas cepas las arrancamos y las quemamos, no habrá servido para nada”, argumenta Yuste.

En esta línea, “simplemente, con que contribuyamos a aumentar la presencia vegetal en el suelo, el sistema habrá merecido la pena”, concluía José Antonio Mantas, de eAgronom.

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