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sábado, octubre 5, 2024
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En invierno no perdamos de vista el viñedo

En invierno no solo se realiza la poda en seco. Es un tiempo para hacer otras muchas labores, y sobre todo para observar el viñedo, lo que nos dará las claves de la campaña siguiente 

 

Ahora que iniciamos un nuevo año puede ser interesante dirigir al viticultor algunas reflexiones, como la de no olvidar que en otoño e invierno conviene gastar botas en recorrer el viñedo. Este nos dará una información valiosa para la siguiente campaña y comprenderemos mejor lo que pasa en él. Todo ello nos ayudará a tomar decisiones futuras con mejor criterio

Tomás Jurío
Tomás Jurío, director de Nuevos Proyectos del Grupo Barón de Ley

Lo primero que tendríamos que hacer desde el momento en que la hoja está agostando es realizar esos recorridos. Debemos observar las hojas antes de que caigan, los troncos, los brazos, los sarmientos, las malas hierbas (verdes o secas) que puedan quedar en el suelo, los postes, restos de madera en el suelo de años anteriores, etc.

Y si hemos tenido una helada de primavera, la atención debería ser mucho mayor para poder dar las indicaciones necesarias al equipo de podadores, en caso de que no podemos nosotros mismos.

Labores de invierno en el viñedo

Algo que siempre es muy aconsejable, si disponemos de agua y no llueve, es regar el viñedo cuando se ha terminado de vendimiar.
La operación obligatoria que todo viticultor conoce muy bien es la “poda en seco” o poda de invierno.

No me voy a extender en esta labor, pues mi colega el doctor Jesús Yuste ya lo hizo de forma clara y concisa en un número anterior de CAMPO. No obstante, considero que es una operación tan sumamente importante que me gustaría hacer hincapié en algunos puntos y en el modo de ejecutar esta poda.

La poda en seco

El principal objetivo de la poda de invierno es regular la ‘carga’ de las cepas, que no es otra cosa que intentar ajustar la futura producción de uva al vigor que en el momento de la poda podemos apreciar en la cepa. Indicadores de vigor fácilmente medibles son la longitud y el peso de cada sarmiento, así como el peso de la madera total de poda por cepa.

Pesos de sarmiento entre 40 y 60 gramos, sobre todo en la variedad tempranillo, serían normales. Por debajo sería un escaso vigor y por encima un vigor excesivo.

El peso de madera total por cepa debería oscilar entre 350 y 850 gramos. Igual que en el caso anterior, peso por debajo o por encima indicaría vigor bajo o alto respectivamente. Si tenemos poco vigor deberemos hacer una poda más corta dejando menos yemas por cepa.

Si, por el contrario, el vigor es alto tendremos que realizar una poda más larga dejando más yemas por cepa; en ambos casos según la cepa -variedad, tipo de poda, etc- habrá que ver si el reparto de las yemas se hace sobre los pulgares/varas o bien sobre chupones o brotes de madera vieja.

¿Cuándo hacer esa poda de invierno?

Otro factor importante a tener en cuenta en la poda es “cuándo” hacerla. Podemos comenzarla una vez la planta haya agostado totalmente, es decir, cuando las hojas hayan caído al suelo (he podido observar en mi zona, la DO Cigales, a rebaños de ovejas comer las hojas verdes después de vendimiar, con la autorización del propietario del viñedo).

Debemos podar con tiempo seco y soleado, huyendo de días nublados, antes o después de una lluvia y, por supuesto, no podar nunca con niebla. Al hacerlo en condiciones de humedad relativa alta y/o con los sarmientos mojados o húmedos estamos facilitando en gran medida la proliferación de hongos que afectarán a la madera y a la próxima campaña.

 

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