La manera de cortar la vegetación de la viña es determinante cada año para regular la producción y la calidad de la uva. El Itacyl ha realizado ensayos en las últimas décadas
Jesús Yuste, especialista Viticultura Itacyl
La poda designa los cortes y supresiones que se ejecutan en los sarmientos, los brazos y, excepcionalmente en el tronco, así como en partes herbáceas, que se llevan a cabo algunos o todos los años, con distintos fines, pero generalmente para regular anualmente la producción y, en último término, la calidad de la uva (Reynier 2012).
La poda ejecutada durante el reposo vegetativo de la vid es denominada ‘poda en seco’ o ‘poda de invierno’.
La forma tradicional de cultivo del viñedo en Castilla y León ha sido la conducción en vaso, mediante sistemas de poda generalmente de tipo corto en pulgares, aunque en ocasiones se han empleado sistemas de poda de tipo mixto combinando pulgares y varas, según la conveniencia de las distintas variedades, como se ha mostrado en diversos ensayos realizados en las dos últimas décadas por el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl).
Desde finales del siglo pasado el cultivo del viñedo ha experimentado una evolución decidida hacia formas de conducción en espaldera, persiguiendo un mayor grado de mecanización que se enfoca fundamentalmente a los aspectos de la poda y la recolección (Yuste 2000), lo que condiciona enormemente las posibilidades, el momento y la oportunidad de la poda.
Este condicionamiento es muy importante, haciendo de la poda un aspecto esencial que determina en gran medida la expresión de la cepa a lo largo del ciclo y que conlleva consecuencias determinantes para el potencial productivo y cualitativo del viñedo, como también se ha comprobado en distintos trabajos desarrollados por el Itacyl.
Objetivos de la poda
Los objetivos de la poda pueden ser definidos básicamente mediante los siguientes puntos, según Tassie y Freeman (1992):
-Formar y mantener la cepa en una forma que facilite el cultivo del viñedo.
-Seleccionar los nudos y las yemas que produzcan pámpanos adecuadamente fértiles.
-Regular el número de pámpanos y el número y el tamaño de los racimos.
-Regular el crecimiento vegetativo.
-Producir fruto de la calidad deseada.
Una vez que la cepa ha alcanzado una forma y una estructura determinadas, estos objetivos se alcanzarán ajustando el número y la posición de las yemas durante las operaciones de poda cada año.
Aumentando el número de yemas por cepa se obtendrá un mayor número de pámpanos y de racimos, y se reducirá su vigor, pudiendo derivar en problemas de maduración de fruto si la cepa está sobrecargada. Reduciendo el número de yemas por cepa se obtendrán menos pámpanos, pero de excesivo vigor, con pérdida potencial de cosecha y posibles inconvenientes de sombreamiento y por lo tanto de reducción de calidad de la uva. Por tanto, la poda debe ejecutarse en función del vigor de la cepa y de la producción de uva pretendida, procurando un equilibrio que evite tanto el debilitamiento de los sarmientos como el exceso de vigor en años posteriores.
Fertilidad de las yemas
Existe una diferencia cualitativa entre los tipos de yemas y es importante considerar la fertilidad diferencial de las yemas a lo largo de los sarmientos (Sotés y Lissarrague 1981) cuando el viticultor ejecuta la operación de poda en cada cepa.
Las yemas más fértiles son las que ocupan la mitad del sarmiento, decreciendo la fertilidad en dirección a la base y a la parte apical, debido al momento y a las condiciones en que transcurrieron los procesos de iniciación floral de cada una de las yemas del sarmiento, de manera que en general las yemas más fértiles se sitúan entre el quinto y el noveno nudo (Sotés y Lissarrague 1981). Al margen de esta apreciación, existen variedades que encierran dificultades de poda debido a la escasa fertilidad de las yemas de los primeros rangos del sarmiento, como ocurre en Castilla y León con las variedades verdejo y prieto picudo, lo que indica la conveniencia de adaptar la poda a las necesidades y objetivos productivos de cada variedad en cada ámbito o zona de cultivo (Yuste 2000).
Poda del viñedo en espaldera
La evolución que ha experimentado el viñedo hacia las formas de conducción en espaldera implica una necesidad evidente de conocer en profundidad los tipos de poda más apropiados a cada variedad en estas nuevas formas de cultivo, persiguiendo una mejora tanto en la sistematización y la simplificación de las operaciones como en la calidad de la uva.
El tipo de poda más sencillo en la forma de conducción en espaldera es la poda en pulgares sobre un cordón permanente, cordón Royat, que ha sido aplicado de forma muy extendida en viñedos con marcos de plantación generalmente de 3 por 1,5 metros, por ejemplo en la variedad tempranillo, dejando en la poda 4 pulgares de 2 yemas en cada uno de los dos brazos (Figura 1), aunque la utilización del cordón unilateral, de un solo brazo, puede ser muy aconsejable para marcos de plantación más reducidos, no superiores a 1 metro de distancia entre cepas.
La principal alternativa de poda en espaldera al cordón Royat, tal y como se utiliza la espaldera en Castilla y León, podría ser el tipo Guyot, que puede ser doble (Figura 2), con dos pulgares y dos varas, dada la distancia habitual de 1,5 metros entre cepas. Este tipo de poda permite utilizar el potencial productivo de yemas de rango superior en las variedades de escasa fertilidad, pero presenta el inconveniente práctico de la necesidad de renovación anual de los elementos fructíferos, lo que lleva consigo la necesidad de elegir y atar las varas que serán de fructificación antes de realizar la operación de prepoda mecánica.
Otra alternativa de poda de tipo mixto, muy útil en el caso de variedades de fertilidad reducida, como verdejo o prieto picudo, que se puede contemplar en cordón permanente, es el sistema Yuste, que se basa en la utilización de algunas varas además de pulgares. El sistema Yuste de poda mixta consiste en dejar varios pulgares y una o más varas en un sistema de conducción en cordón permanente, en el que cada posición de elemento fructífero presenta un solo elemento, pulgar o vara, y en el que la vara, o las varas, se desplazan cada año a la posición siguiente, que habría estado ocupada por un pulgar el ciclo vegetativo anterior.
Las varas, que no deben superar en número a los pulgares, se deben situar a lo largo de cada línea del viñedo, y preferiblemente en todas las líneas del mismo modo, en la misma posición del brazo o los brazos de cada cepa, con el fin de mantener una distribución óptima y equidistante de la vegetación originada por los pámpanos de las varas. Una vez terminado el periodo plurianual de los desplazamientos de la vara o las varas a lo largo de todas las posiciones del brazo se vuelve a situar la primera vara, o las diversas varas, en la posición inicial de partida en que estuvieron colocadas, el primer año de aplicación de la poda. El procedimiento continuaría sucesivamente de este modo a lo largo de los años de duración del viñedo.
Recomendaciones de poda
Los criterios de ejecución de la poda deben responder a diversos factores técnicos, entre los que cabe enumerar la variedad, el sistema de conducción y el vigor -como ya se ha mencionado- pero también al modo de ejecución y la prevención de enfermedades, la época, y el coste y el nivel productivo deseados.
Modo de ejecución preventiva y sostenible
Los cortes de poda deben realizarse con la menor sección posible, para evitar heridas grandes, siendo en dicho caso deseable la aplicación de algún tipo de pasta fungicida aislante que reduzca el riesgo de contaminación de hongos de la madera. El corte de poda no debe apurarse con respecto hacia la yema inmediata, respetando una altura mínima de 4 o 5 milímetros, y no se debe incurrir en una renovación innecesaria de pulgares, sobre todo en los sistemas de conducción con cordones permanentes.
Época de poda
La poda en seco definitiva no debe realizarse temprano, antes de la caída total de la hoja, pues la cepa aún puede estar acumulando reservas que le serán útiles en el siguiente ciclo vegetativo. Es recomendable que dicha poda definitiva se retrase en la medida de lo posible para disminuir tanto el riesgo de heladas primaverales, por posible adelanto de la brotación, como el riesgo de contaminación por los peligrosos hongos de la madera. Por esta misma razón, es muy conveniente realizar la poda en tiempo seco, tratando de evitar los días previos y los posteriores a la lluvia en el terreno.
La urgencia de llevar a cabo la operación de poda en las explotaciones vitícolas debe tener en cuenta las consideraciones anteriores, por lo que la prepoda mecánica es muy recomendable para avanzar el trabajo, a partir de la caída de la hoja, pero con la intención de retrasar, en la medida de lo posible, la poda en seco definitiva, que se suele ejecutar de manera manual, sea con tijera de accionamiento puramente manual o sea con tijera de accionamiento eléctrico.
Coste y nivel productivo
El coste de las operaciones de poda está muy asociado a su sencillez y simplicidad, por lo que estos aspectos serán tenidos muy en cuenta, como ocurre con las ventajas que ofrece la mecanización a través de la mencionada prepoda.
El nivel productivo deseado marcará sin duda el criterio de ejecución de la poda, fundamentalmente a través del número de yemas y de elementos fructíferos respetados en la misma.
Adaptación y equilibrio de la poda
El tipo y la ejecución de poda que se debe aplicar dependen, en definitiva, de las características de la variedad de vid, del potencial vegetativo del medio, del tipo de conducción del viñedo, de los condicionantes ambientales y de los objetivos productivos y de la calidad de uva perseguidos. En la actualidad, es relativamente fácil conseguir un aumento apreciable del rendimiento a través de la poda, como ha sido contrastado en diversos ensayos llevados a cabo por el Itacyl, pero el objetivo global consiste en adaptar ésta para incrementar la rentabilidad del cultivo del viñedo a través de la ejecución práctica y sencilla de poda manteniendo el nivel de calidad de uva deseado.