El Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) publica el 6 de noviembre la resolución por la que se aprueba la modificación del Pliego de Condiciones de la Indicación Geográfica Protegida Castilla y León. El pliego de condiciones es el documento que establece las especificaciones técnicas y los requisitos de calidad que tiene que cumplir el producto para ser amparado por la IGP Castilla y León, en su denominación tradicional, Vino de la Tierra de Castilla y León.
Con esta modificación se podrán elaborar vinos de la IGP con las variedades minoritarias recientemente incorporadas a la lista de variedades autorizadas en Castilla y León. Estas variedades minoritarias son: Rabigato o Puesta en Cruz, Rufete Serrano Blanco, Estaladiña, Gajo Arroba, Mandón o Garro y Tinto Jeromo.
Asimismo, se incluyen también las variedades Maturana Blanca y Maturana Tinta, que tienen su origen en la vecina comunidad autónoma de La Rioja, así como la variedad Touriga Nacional, originaria de Portugal y que ha demostrado tener muy buenas cualidades enológicas en Castilla y León.
La gran variabilidad de vinos que pueden elaborarse dentro de la IGP permite una adaptación más fácil a la demanda del mercado y nuevos gustos del consumidor. Por tanto, el potencial de esta figura de calidad es muy elevado. Con la incorporación de las variedades minoritarias se abre un abanico de posibilidades para la elaboración de vinos peculiares, con una carácter genuino y diferenciado que puede resultar muy atractivo para el consumidor de vinos actual.
Recuperación de variedades minoritarias
La incorporación de estas variedades es el resultado del trabajo de caracterización y recuperación de variedades minoritarias desarrollado por el equipo de investigadores del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), tras un proceso amplio de prospección llevado a cabo durante más de veinte años en todas las zonas vitivinícolas de Castilla y León, proceso que continúa en la actualidad.
A la fase de localización de cepas individuales de las posibles variedades, le siguieron trabajos de descripción ampelográfica y genética de las que se consideraron más interesantes. A partir de su descripción inequívoca se solicitó y se obtuvo su reconocimiento legal y comenzó su caracterización agronómica y enológica, confirmando en todos los casos que se trata de un conjunto de variedades con matices muy atractivos y diferencias claras entre ellas y, sobre todo, muy distintas a las variedades que se cultivan actualmente.
Otra peculiaridad de la mayoría de estas variedades es su maduración tardía y buena adaptación a las zonas de procedencia, lo que constituye a priori una ventaja para soportar con mejores perspectivas el calentamiento global.
Vino de la Tierra de Castilla y León
La IGP Castilla y León, conocida por el consumidor por su denominación tradicional, Vino de la Tierra de Castilla y León, fue creada en el año 2000 por Orden de 15 de junio de la Consejería de Agricultura y Ganadería. Se trata de la única Indicación Geográfica Protegida (IGP) de vino existente en Castilla y León.
Es la figura de calidad vínica más heterogénea de la Comunidad Autónoma, ya que su área geográfica delimitada abarca todo el territorio. Los vinos que se comercializan con la mención Vino de la Tierra de Castilla y León pueden ser blancos jóvenes, rosados, tintos, espumosos, vinos de aguja, de licor y de uva sobremadura.
La diversidad se extiende también a las casi 200 bodegas que comercializan este tipo de vino. Junto con bodegas de reconocido prestigio que no están adscritas a ninguna de las denominaciones de origen protegidas (DOP) de la Comunidad, y que marcan su propio estilo, también es utilizado este distintivo por bodegas que pertenecen a alguna de las DOP, destinando a la IGP aquellos vinos de características peculiares no amparables por las denominaciones.
La evolución de la IGP ha sido muy positiva desde su creación. En 2019 el volumen de ventas superó los 168.000 hectolitros por un valor superior a los 50 millones de euros.
Dos de cada tres botellas que se venden de Vino de la Tierra de Castilla y León lo hacen en el mercado nacional, mientras que una de cada tres se destina al mercado exterior.