En la actual campaña agrícola, España ha registrado una nueva disminución en la superficie destinada al cultivo de ajo. Con 22.970 hectáreas sembradas, los datos confirman un descenso del 8% respecto al año anterior, lo que supone el tercer año consecutivo de reducción. Desde 2020, la superficie cultivada ha caído un 23%, lo que refleja la pérdida de competitividad del sector. Este retroceso también se observa en el aseguramiento de la cosecha, con una baja del 30% en la superficie asegurada, otro indicador de las dificultades que enfrenta este cultivo esencial para la agricultura española.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), las regiones más afectadas por la disminución de superficie sembrada en la última campaña son Andalucía, con una caída del 13,2%, seguida de Madrid con un 12,2% y Castilla-La Mancha con un 8,2%.
La Mesa Nacional del Ajo ha celebrado su Asamblea en Chinchón (Madrid) y ha identificado varias causas para esta tendencia a la baja. Entre ellas, destacan la falta de rentabilidad para los agricultores, las dificultades para encontrar mano de obra, el incremento de los costes de arrendamiento de tierras, las restricciones en el acceso al agua y la pérdida de herramientas de control fitosanitario. Estos problemas, señalan, afectan la competitividad y viabilidad del cultivo del ajo en el país.
Durante una reciente reunión se abordaron además los problemas derivados de los fitosanitarios. La escasez de materias activas para el control de hierbas de hoja ancha y enfermedades ha incrementado los costes de producción y afecta negativamente el desarrollo de las plantaciones. Pese a un leve aumento en los precios del ajo, los altos costes de producción han reducido las ganancias, impulsando un alza en las importaciones desde fuera de la Unión Europea, que cada vez cubren más la demanda.
Perspectivas para el sector
A pesar de que la siembra del ajo temprano ya ha comenzado, las perspectivas para la próxima campaña son poco optimistas, previendo una superficie cultivada similar a la actual, sin señales de recuperación. Ante esta situación, la Mesa Nacional del Ajo insiste en la necesidad de que las administraciones reconozcan los problemas que enfrenta el sector, no solo en términos de competitividad sino también en el impacto social y económico en las zonas rurales productoras, ya afectadas por la despoblación y el difícil relevo generacional.
La constante caída en la superficie cultivada, junto con el aumento de las rentas de tierras y de insumos esenciales como electricidad y gasoil, configuran un panorama complicado para el futuro del ajo en España. El sector se enfrenta a una encrucijada que requiere una respuesta urgente y coordinada para evitar la pérdida de riqueza en el ámbito rural y asegurar la sostenibilidad de una producción de ajo que ha sido tradicionalmente clave para la economía agraria española.