Cebadas y trigos de Marisa como lavanda, hispanic, kalea, ibaiona, andalou, oregrain, filon y basilio han dado excelente resultado en Castilla y León. Están adaptadas a las diferentes condiciones agroclimáticas y la marca da al agricultor todo el asesoramiento que precisa
La cosecha comenzó esta campaña con retraso en Castilla y León, pero con el aliciente de que las expectativas eran buenas. Mucho mejores que las de pocos meses atrás. La Moraña no ha sido la excepción. Carlos Ruiz, que gestiona la explotación familiar de Fontiagro en el entorno de la localidad de Fontiveros comenzó la siega el día 9 de julio. El año anterior ya tenía para esas fechas hasta la paja empacada.
En Fontiagro -que en mil hectáreas cultivan maíz, remolacha, alfalfa, vezas, patata y cereales- confían desde hace más de 20 años en las variedades de Marisa porque es una empresa puntera que le ha demostrado su excelencia. Tienen ganado en Salamanca además, con 700 hectáreas de cultivos.
“Si siembro cuatro variedades de cereal y las cuatro son de Marisa es por algo”, dice. El servicio y el asesoramiento que le presta la marca al agricultor son ejemplares: “Cuando necesitas algo te responden casi al instante. El año pasado se nos heló la remolacha recién nacida. Era sábado. Al día siguiente ya la habían revisado y teníamos la semilla nueva para resembrar”, pone como ejemplo Ruiz.
Han cultivado en este 2018 la cebada lavanda, que siembra tarde, en diciembre para evitar las heladas, pero luego adelanta mucho. Fue la primera que cosechó con una previsión de 7.000 kilos por hectárea. Hasta el conductor de la máquina -Alberto Lozano, de Galopin Servicios Agrícolas- se mostraba sorprendido por la buena producción que daba, muy por encima de otras. Eran terrenos de la localidad de Cisla, que solo habían regado dos veces en vez de los nueve riegos que necesitó en 2017 para salvar el cultivo como se pudo. Ha dado finalmente 7.500 kilos por hectárea.
Es habitual además que pongan hispanic –7.000 kilos este año-, otra variedad de Marisa que es un valor seguro para cualquier explotación. “Es la más rústica de todas. No es tan señorita como algunas otras”, argumenta el agricultor. Son habituales también las cebadas kalea e ibaiona, de óptimos resultados asimismo.
La campaña anterior fue la cebada solist la que dio la cara a pesar del mal año agronómico general por las condiciones meteorológicas. Fueron 7.500 kilos de producción media en las 30 hectáreas que tenía sembradas. Al maquinista de la cosechadora le faltó tiempo para contar por teléfono a sus amigos del sector la cantidad de grano que estaba recogiendo. “Nunca habían visto nada así”, describe Carlos Ruiz.
Los trigos también son de Marisa. Andalou lo ha sembrado algún año más para multiplicación. La producción ha llegado a 6.000 kilos. Muy rústico, se adapta a todo tipo de condiciones y terrenos. Es perfecto para el regadío y en el secano soporta la sequía. La prueba de este año ha sido filon, una variedad de Marisa de trigo mocho que apuntaba ya antes de que entraran las máquinas a las fincas buenas producciones. La media ha estado en 8.000 kilos por hectárea. Los trigos oregrain y basilio están dando muy buenos resultados este año. Ya le han aconsejado a Carlos Ruiz que los pruebe el próximo año.
La buena sanidad que incorpora en su genética es una de las características más destacables de filon. A pesar de que ha caído mucha agua y el calor, ha estado “verde, verde, verde… sin enfermedades”. Es de espiga muy grande, con altos rendimientos.
Las lluvias de la campaña que finaliza ahora, que tardaron en llegar pero han sido abundantes, la han venido bien al cereal a pesar de condicionar las siembras. Las cebadas, que Ruiz ya tuvo que ayudar con agua en febrero el año anterior, no han pedido en este los riegos hasta mediados de junio.
Toda la confianza
Al agricultor que siembra en sus parcelas las variedades de Marisa que le recomienda el técnico de la marca le demuestran que dan rendimientos altos y que están muy adaptadas a la zona. También son muy resistentes a las enfermedades. “Llevamos veinte años con ellos y nos gustan sus cereales y otros cultivos. Con la remolacha ni nos lo pensamos. Tiene buena nascencia y producción. Y ponemos 200 hectáreas…”, asegura convencido el agricultor abulense. Con la patata daifla también ha hecho ensayos que han dado muchos kilos.
Rosana Baranda es la técnica comercial de Marisa en la comarca de la Moraña, siempre pendiente de las necesidades del agricultor y dispuesta a solventarlas. “Vemos qué variedades son las más adaptadas a cada zona agroclimática y asesoramos al agricultor”, según comenta Rosana Baranda. Agricultores, cooperativas y cualquier otro agente del ámbito agrario siempre tiene a su disposición de manera casi inmediata a los expertos de esta prestigiosa marca.