Ricardo Ortega
La colza sigue ganando puntos en el mapa de cultivos español, pero sigue muy lejos de lo que le corresponde por sus ventajas agronómicas y su rentabilidad. Los países de nuestro entorno suman millones de hectáreas de este cultivo, que en España apenas ha alcanzado las 111.343 hectáreas en la campaña que finalizó hace pocos meses.
Casi la mitad de la superficie corresponde a Castilla y León, que con 50.522 hectáreas ha sembrado 4.000 más que el año pasado. En esta región los secanos han obtenido una media cercana a los 3.000 kilos por hectárea, mientras los regadíos han alcanzado los 4.000.
En el conjunto de España los resultados en secano han sido algo más modestos, con unos 2.260 kilos por hectárea, más del doble que el año pasado y un 26% por encima de la media de las cinco últimas campañas.
En regadío, el ministerio estima un rendimiento de 3.296 kilos, lo que supondría un 28% más que la campaña precedente, pero con un resultado similar a la media de los últimos cinco y diez años.
Ha sido un año positivo con carácter general gracias a la humedad, que no ha desaparecido a lo largo del año, aunque la lluvia también ha tenido efectos perjudiciales allí donde la vaina ya estaba seca: en algunos casos el agua ha engordado las silicuas y se ha perdido algo de grano.
Es un fenómeno que depende de la fuerza del agua, pero también de la fertilización realizada (sobre todo pensando en el potasio) y de las semillas empleadas. Por eso las compañías obtentoras recomiendan siempre las variedades menos dehiscentes.
Innovación
La colza sigue ganando adeptos como alternativa al monocultivo de cereal. En los últimos años ha ido introduciendo elementos innovadores en su agronomía, desde la fertilización o el control de plagas y enfermedades hasta el tratamiento de malas hierbas.
También van apareciendo nuevas variedades, más productivas y resistentes a la dehiscencia y al encamado, con una mayor calidad y cantidad en el contenido de grasa. En este sentido, “merecen un apartado especial las variedades resistentes a herbicidas, conocidas como variedades Clearfield”, recuerda Gabriel Villamayor, responsable del Plan de Experimentación Agraria de Itacyl.
Ese instituto, dependiente de Junta de Castilla y León, es una de las entidades participantes en la red Genvce, que este año ha realizado ensayos en seis centros diferentes, tres de ellos en Castilla y León y otros tantos en Castilla-La Mancha.
El objetivo es situar a España en el lugar que le corresponde respecto a esta oleaginosa, ya que apenas produce 0,19 millones de toneladas de colza frente a los 5 millones de Alemania o los 4,3 millones de Francia.
Ensayos en Castilla y León
Los tres campos de ensayo de Castilla y León se han desarrollado en secanos áridos fríos. En Torrecilla de la Abadesa (Valladolid) se sembró el 25 de septiembre y se cosechó el 16 de julio, con un rendimiento medio de 4.493 kilos por hectárea.
La variedad más productiva resultó ser la LG Atlas, con un rendimiento de 4.960 kilos por hectárea y un índice productivo de 110,4%. El inicio y el final de floración fueron bastante dispares. El coeficiente de variación fue del 7,03%.
También en la provincia de Valladolid, la colza se sembró en la finca Zamadueñas el 22 de septiembre y se cosechó el 9 de julio. El rendimiento medio del ensayo fue de 6.742,1 kilos por hectárea. El coeficiente de variación fue del 11,6%.
La variedad más productiva en las instalaciones, situadas a las afueras de la capital provincial, fue la INV1170, con 7.638 kilos por hectárea y un índice productivo del 113,29%.
El inicio de la floración se produjo en diferentes momentos, pero dentro de un periodo de siete días.
El tercer ensayo realizado en Castilla y León fue en la provincia de Burgos, en la localidad ribereña de Fresnillo de las Dueñas, donde el rendimiento medio fue de 4.931,1 kilos por hectárea. El coeficiente de variación fue del 10,34% y la variedad más productiva fue de nuevo la LG Atlas, con 5.488 kilos por hectárea y un índice productivo del 111,29%.
En Castilla-La Mancha
En cuanto a los ensayos realizados en Castilla-La Mancha, la colza se sembró el 28 de septiembre en la finca Las Tiesas, situada en el municipio de Albacete y considerada un regadío templado.
El rendimiento medio del ensayo fue de 5.942,2 kilos por hectárea, con un coeficiente de variación del 2,39%. Una vez más, las diferencias en el inicio de la floración fueron de hasta una semana entre las distintas variedades.
La más productiva resultó ser la LID Invicto, de Lidea, con un rendimiento de 7.526 kilos por hectárea y un índice productivo del 126,65%.
En Ciudad Real, la finca pertenece al Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (Iriaf). Se trata de un secano árido templado en el que la colza se sembró el 11 de octubre. La cosecha se realizó el 20 de junio.
La media del ensayo fue de 4.246,8 kilos por hectárea, con un coeficiente de variación del 10,91%.
La variedad más productiva fue la LG Aphrodite, con un resultado de 5.594 kilos por hectárea y un índice productivo del 131,73%.
El Iriaf también es la entidad responsable del tercer ensayo realizado en la comunidad autónoma en el marco de la red Genvce. La parcela se encontraba en la localidad de Marchamalo, en la provincia de Guadalajara.
Es un secano árido templado que este año ofrecía un rendimiento medio de 4.089 kilos por hectárea, con un coeficiente de variación del 14,09%. La variedad más productiva de cuantas se probaron en la finca fue la Coutrie, con un rendimiento medio de 4.820 kilos por hectárea. El índice productivo era del 117,87%.
Variedades híbridas
El investigador Gabriel Villamayor destaca que en la actualidad todas las variedades que se siembran son híbridas, especialmente híbridos restaurados (híbridos fértiles, que producen polen y se autofecundan), y prácticamente han desaparecido la siembra de variedades línea (aquellas en las que los individuos que descienden de ellas son por autofecundación) por ser menos productivas.
Los suelos sueltos, francos, que no se encharcan, son los más apropiados para esta especie, si bien se adapta a cualquier tipo de suelo. “Lo más importante es tener una buena implantación, que una vez conseguida aguanta muy bien las bajas temperaturas y soporta la ausencia de precipitaciones, al poder aprovecharse de las reservas del suelo”, apunta el investigador de Itacyl.
Atención al ciclo
Para la siembra, lo primero que se debe tener en cuenta es el ciclo de cultivo de la variedad. Para ello existen variedades de invierno, que se cultivan en las regiones con mayor superficie como Castilla y León y Cataluña, reservándose las variedades de primavera para Andalucía.
La media de extracciones de fertilizante por cada 1.000 kilos de grano es de 60 Unidades Fertilizantes de Nitrógeno, 25 Unidades de Fósforo, 20 Unidades de Potasio y 25 Unidades de Azufre.
Teniendo esto en cuenta, se recomienda un abonado de fondo para cosechas estimadas de 2.000 a 4.000 kilos, de un complejo 8-15-15 ó 15-15-15, si es posible con azufre, elemento muy necesario para la colza, a razón de 250-300 kg/ha en secano y 400-500 kg/ha en regadío.
Como abonado de cobertera, nitrosulfato amónico o sulfato amónico, 250-300 kg/ha en secano y 400-500 kg/ha en regadío. Se puede hacer en una o dos aplicaciones.