Castilla y León es la comunidad autónoma más grande de España y una de las más extensas de Europa. El 24% de su superficie está destinada a pastos permanentes, lo que hace del pastoreo una herramienta necesaria para el mantenimiento de esas áreas.
El ganado ovino y las razas autóctonas como la Churra, Castellana y Ojalada, son las que mejor aprovechan las cubiertas verdes de los pastizales y, además son capaces de alimentarse en las rastrojeras y montes de nuestra comunidad.
Su actuación sobre los montes mantiene a raya el crecimiento de especies arbustivas, fertiliza el suelo, aumenta la biodiversidad de los pastos, fija población en los entornos rurales y ejercen una función de prevención de incendios en los montes.
Por esta razón, cuando decides consumir lechazo autóctono bajo el sello de calidad de IGP ‘Lechazo de Castilla y León’ estás colaborando a que estos rebaños sigan haciendo su labor ecológica a lo largo y ancho de la comunidad. Algo que bien sabe el presidente del Consejo Regulador de la IGP, el palentino José Luis Fraile Bascones. Desde su explotación en Cubilla de Ojeda, defiende que el oficio del pastoreo está íntimamente ligado a la vida en el mundo rural y su subsistencia.