Un amplio grupo de asociaciones de agricultores, entidades agroecológicas, científicas y colectivos ciudadanos ha lanzado una campaña bajo el lema “Ni greenwashing ni venenos camuflados. Unidos por una agricultura regenerativa sin agrotóxicos”, con el objetivo de proteger la integridad del concepto de agricultura regenerativa frente a su uso indebido por parte de algunas empresas y certificadoras.
¿Por qué ahora? ¿Qué está pasando con la agricultura regenerativa?
En los últimos años, el término agricultura regenerativa ha ganado protagonismo en los discursos políticos, empresariales y climáticos. Recomendado por organismos como el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), este modelo agrario se basa en la regeneración del suelo, la biodiversidad, el ciclo del agua y la economía local. Frente a una agricultura industrial en crisis ecológica y social, este enfoque se está consolidando como una de las soluciones más prometedoras.
Sin embargo, el rápido auge del concepto ha provocado un proceso de apropiación y vaciado de contenido, que recuerda a lo que ocurrió con términos como «eco» o «bio». En este contexto, certificadoras privadas como AENOR han empezado a desarrollar sellos de “agricultura regenerativa” que permiten el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes de síntesis, contraviniendo los principios básicos que sustentan este modelo.

¿Por qué es un problema permitir agrotóxicos en un modelo regenerativo?
Porque es una contradicción en los términos. La agricultura regenerativa –como han definido colectivos de práctica y centros de investigación– se basa en la exclusión del uso de agroquímicos tóxicos, por su impacto negativo sobre la fertilidad del suelo, los polinizadores, la salud humana y la biodiversidad.
Numerosos estudios han demostrado que restaurar la vida del suelo y los ecosistemas solo es posible dejando de utilizar insumos tóxicos y adoptando prácticas como la cobertura vegetal, el pastoreo rotativo, la agroforestería o la diversificación productiva.
En este sentido, desde la campaña se recuerda que:
● Ni la agricultura ecológica ni la regenerativa usan agrotóxicos.
● No se puede regenerar un ecosistema aplicando veneno.
● Las certificaciones que lo permiten incurren en greenwashing y perjudican al consumidor y al productor honesto.

Evidencia científica y redes implicadas
Desde entidades como el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales), se subraya que existe una base científica sólida que demuestra que los sistemas agroecológicos y regenerativos son más resilientes al cambio climático, protegen la biodiversidad y garantizan la seguridad alimentaria a largo plazo. Actualmente, el proyecto REGEN está trabajando para generar un marco de referencia científica y práctica en torno a este modelo en el contexto ibérico.
Además, colectivos como la Red Ibérica de Agricultura Regenerativa llevan años definiendo y concretando qué es (y qué no es) esta agricultura, ofreciendo prácticas validadas en campo y manuales técnicos con base científica y práctica.
La campaña busca:
● Defender públicamente una agricultura regenerativa real y sin agrotóxicos, alineada con la evidencia científica y las prácticas de quienes la desarrollan desde hace años.
● Visibilizar los intentos de greenwashing y generar conciencia pública sobre el uso indebido del término.
● Apoyar a los productores, científicos y entidades que están trabajando por una transición agroecológica y justa.

¿Cómo apoyar?
● Difundiendo la campaña y su lema: “Ni greenwashing ni venenos camuflados”.
● Dando visibilidad a personas productoras y expertas que practican o investigan sobre agricultura regenerativa real.
● Sumándose al listado de adhesiones y difundiendo las acciones informativas y de incidencia previstas.