El coronavirus ataca más a los ganaderos de ovino. Tras ver sus explotaciones colapsadas de lechazos por el cierre de la hostelería durante el confinamiento, tras ver sus ovejas melenudas, sin esquiladores, por el cierre de las fronteras, ahora ven cómo el precio de la lana se desploma hasta ocho veces por la caída de actividad en las fábricas automovilísticas, principal destino de la lana que se produce en la región.
Los intermediarios de la lana, que compran habitualmente este producto a los ganaderos de ovino, están ofreciendo una cantidad que oscila entre 5 céntimos y nada, por llevarse la lana a su almacenes o lavaderos, cuando el año pasado por estas mismas fechas el precio era de 40 céntimos el kilo, según argumentan desde COAG en nota de prensa. Los intermediarios en Castilla y Leon, aluden que los mercados tradicionales (China, Portugal, Cataluña…) dónde han vendido la lana habitualmente están ahora cerrados. Y ofrecen una solución a los ganaderos: recoger la lana gratis y pagarla cuando se reactive el mercado. U ofrecen 5 céntimos por kilo, o sea, ocho veces menos que el precio de otros años.
Los ganaderos no quieren regalar la lana o venderla a los precios que ofrecen los compradores porque saben, como pasó con los lechazos, que cuando el mercado se normalice o experimente cierta recuperación, los precios subirán y serán los intermediarios quienes reciban los beneficios sin acordarse de los ganaderos. Además, saben que por ejemplo, la exportación a China comienza a abrirse sin que ello tenga la repercusión en los precios que debería tener.
Y tienen ya experiencia en este sentido. Ha habido años en que los precios estaban completamente hundidos. Los intermediarios han llenado sus naves de lana pagando muy poco y cuando los precios se han recuperado, no han vuelto a acordarse de los ganaderos.
La lana producida en Castilla y León, según calculan los ganaderos, puede generar cada año una factura de 1,5 millones de euros y se utiliza, principalmente, para la confección de la parte textil de los automóviles: asientos, aislamientos acústicos, etcétera. Como el coronavirus ha paralizado también la fabricación de vehículos en todo el mundo, el mercado se ha desplomado. Normalmente, este complemento que recibían por la lana, era utilizado por los ganaderos para abonar el esquileo pero este año no podrá ser. Además, los costes de esta actividad tan exclusiva han subido porque han podido entrar en España la mitad de los esquiladores que entran un año normal, dado el cierre de fronteras impuesto por la pandemia.
Sin embargo, sí comienza a resolverse el stock que generaban los lechazos en las granjas, cuya salida natural había sido taponada por el cierre de los restaurantes. Los ganaderos comienzan a recuperar precios por la dinamización de este mercado.