Para lograr un buen desarrollo de la planta, una producción abundante de pipas con elevado contenido en grasa, y de buena calidad, es imprescindible darle al cultivo la alimentación mineral necesaria. Necesita entre 30 y 40 kilos de nitrógeno por cada tonelada de cosecha
José Antonio Marcos, responsable del Departamento Agrícola de Bernabé Campal
El girasol está adquiriendo una importancia relativa en el secano de Castilla y León debido a dos factores fundamentales: el nuevo marco de la PAC y las ventajas agronómicas que suponen introducir esta oleaginosa dentro de la rotación de cultivos. Aquí analizamos cómo influye el abonado en el cultivo del girasol.
Necesidades nutricionales
Conseguir un buen desarrollo y una producción abundante de pipas con elevado contenido en grasa, a su vez de buena calidad, no es posible sin una buena alimentación mineral de la planta. El nitrógeno es necesario para el buen desarrollo vegetativo, e indispensable para la formación de las cabezuelas y el llenado de los aquenios. Sin embargo, su exceso ocasiona un desarrollo excesivo de la vegetación (menor índice de cosecha) y retraso de la maduración.
El fosforo favorece el cuajado de los frutos y estimula su maduración. El potasio, en equilibrio con el nitrógeno y el fosforo, favorece la actividad fotosintética, e influye en el rendimiento y en el contenido de grasa. El azufre es esencial para la formación de la coenzima A. Entre los microelementos, el girasol es exigente en boro, del que absorbe más de 400 gramos por hectárea.
Absorción de nutrientes
Las necesidades de nutrientes dependen de su presencia en el suelo en forma asimilable, y del rendimiento potencial de las cosechas. El girasol necesita por cada tonelada de cosecha 30-40 kilos de nitrógeno, 15-20 de fósforo, y 30-40 de potasio.
Deficiencias nutritivas
Es especialmente sensible a la deficiencia de boro, que produce deformaciones y manchas pardo rojizas en las hojas que llegan a necrosarse, grietas en los tallos que provocan en casos severos la caída de las cabezuelas. Puede producir fallos en el cuajado de los frutos, que rellenan irregularmente las cabezuelas con descensos importantes en la producción final.
Abonado
Se fertiliza muy poco, incluso nada, en muchos secanos. Se confía en que su profundo y pivotante sistema radicular absorba los restos de elementos fertilizantes del cultivo anterior. En muchos casos se suele abonar en exceso en el cultivo anterior (generalmente cereal) para que el girasol en el siguiente ciclo tenga suficientes elementos nutritivos.
El girasol agradece el aporte de fertilizantes, respondiendo con buenos incrementos de cosecha, siempre que la falta de humedad del suelo no actúe como limitante. Para calcular la dosis hay que tener en cuenta las necesidades de macronutrientes, y el estado actual de nutrientes del suelo. Para esto es importantísimo realizar análisis de suelo, y conocer los niveles de nutrientes, pH, materia orgánica, etc.
Épocas y momentos
Pueden aplicarse todos los nutrientes en presiembra con abonos de liberación controlada, que aportan de nitrógeno durante todo el ciclo. También podemos aportar en fondo todo el fosforo la potasa y un 20-30% del nitrógeno, y el resto en cobertera, que puede ser en dos aportaciones en zonas de altos rendimientos. No conviene hacer aportaciones muy tardías para no retrasar la maduración de los aquenios.
Puede ser una norma aplicar en presiembra un complejo ‘NPK’, de equilibrio acorde con las necesidades, y con boro en el caso de la carencia de este elemento. Y en cobertera, un fertilizante nitrogenado simple. Para este último es interesante utilizar un nitrogenado que tenga azufre en aquellos suelos de pH neutro o alto, suelos salinos o donde dicho elemento se deficiente.
También sería una solución aportar todos los elementos nutritivos necesarios en la presiembra utilizando complejos ‘NPK’ altos en nitrógeno, y donde este elemento está inhibido para su permanencia en el suelo durante todo el ciclo.