El agricultor debe decantarse por variedades idóneas para su zona de cultivo. En el caso contrario se arriesga a que la planta no complete el ciclo, de manera que la producción será muy inferior a su potencial. Es recomendable que la simiente esté tratada contra el mildiu
Desde que en 2012 se sembraran en Castilla y León más de 300.000 hectáreas de girasol, la superficie dedicada a este cultivo va a la baja. 293.000 hectáreas en 2013, 37.000 menos el año pasado, y todo apunta a que esta campaña serán menos. Una primavera especialmente seca contribuye poco a animar a la siembra. Y aunque la rotación de cultivos que impone la reforma de la PAC es un argumento en favor de la pipa, parece que las leguminosas le están ganando la partida al contar con incentivos económicos con cargo al pago verde.
El agricultor de la comunidad se caracteriza porque apenas invierte en tratar el girasol, de manera que es muy importante hacer una selección idónea de la semilla. Gabriel Villamayor, del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) recalca la conveniencia de que estén tratadas contra el mildiu. Por el contrario, las afecciones por jopo apenas son reseñables en Castilla y León.
El profesional debe analizar con lupa qué semilla es la que mejor se adapta a su zona ya que, en general, las marcas centran su investigación en desarrollar variedades aptas para Andalucía y Castilla- La Mancha. En la región castellanoleonesa se siembra dos meses más tarde, lo que supone un ciclo más corto que incide en la producción final. Y en la rentabilidad. “El agricultor debe elegir ciclos cortos y medios que se adapten a nuestras condiciones”, insiste Villamayor.
La resistencia a las heladas no está suficiente comprobada. Sería esta una gran ventaja que permitiría sembrar antes para aprovechar mejor las lluvias primaverales, que incidirían de manera determinante en una mejor evolución del cultivo en sus primeros estadios.
Otro factor a tener en consideración es el comportamiento de cada variedad a los herbicidas residuales; sobre todo cuando en la rotación precedente se han aplicado tratamientos contra las hierbas adventicias de hoja ancha. “El agricultor debe asegurarse de qué resistencia lleva la semilla”, aconseja Villamayor.
Las plagas que más inciden en el cultivo son las causadas por los gusanos: de alambre (algunas semillas ya están tratadas), gris, y blanco.
“La siembra hay que hacerla bien”, indica tajante el experto. El girasol crece en un espacio de tiempo muy corto, así que es básico que la nascencia sea heterogénea para evitar que, en caso contrario, las primeras plantas en nacer den sombra a las más tardías, y que acaparen los nutrientes. La semilla debe depositarse a una profundidad de entre tres y cuatro centímetros; algo más en secanos para aprovechar la humedad. En siembra directa hay que usar la maquinaria adecuada, ya que con este sistema la sementera siempre es más irregular.
La realización previa de una labor profunda -y sin suela de labor- también ayudará a la emergencia y crecimiento regular de las plántulas. La dosis estará entre 35.000 y 45.000 plantas por hectáreas en secanos (50.000 en los más frescos) y 75.000 en los regadíos.
Villamayor hace hincapié en que es “importantísimo” realizar un análisis de suelo para conocer con exactitud de qué recursos dispone. Si la anterior rotación ha sido de cereal con buen abonado es posible que el girasol salga adelante. Pero los altos precios de los fertilizantes está propiciando cada vez más que el agricultor ajuste tanto el suministro de abono, así que es posible que haya importantes carencias de nitrógeno. Hay que prestar especial atención al boro. Si no lo hay en la proporción necesaria habrá que aportarlo. El secano necesita abonado de fondo, mientras que en el regadío es necesario también uno de cobertera. Con 100 unidades de nitrógeno es suficiente.
El girasol tiene
dos momentos cruciales de necesidad hídrica: antes y después de la floración (junio y agosto). Con 1.500 metros cúbicos de agua (2.000 en regadío) son suficientes; muy por debajo de los requerimientos de riego del maíz, que rondan los 3.000 metros cúbicos por hectárea.
Poca semilla de alto oleico
A la hora de la recolección hay que tener en cuenta si la cosecha está en los parámetros contratados o, en caso de carecer de contrato, si tiene los valores medios que la hacen rentable: 9% de humedad, impurezas inferiores al 2% y 44% o más de grasa. No hay que precipitarse en meter las máquinas al campo. Si existen dudas habrá que hacer la analítica correspondiente antes de cosechar a ciegas.
La mejor retribución del alto oleico respecto al girasol convencional ha disparado las siembras en Extremadura y Andalucía, de manera que el agricultor castellanoleonés puede encontrarse esta campaña con muchas dificultades para encontrar semilla. Algunas marcas están prácticamente sin simiente desde el inicio.