Las lluvias primaverales, que han dificultado las siembras, y la certidumbre de que este año habrá agua más que suficiente para el riego han reducido le superficie dedicada a la pipa en los secanos y en regadíos, donde el agricultor ha apostado en estos últimos por el maíz. Así, este año hay en Castilla y León en torno a 270.000 hectáreas, un 10% menos que en la campaña pasada.
En lo agronómico, el cultivo va bien después de una sementera que fue complicada. La implantación se ha visto condicionada por insectos de suelo, pájaros y tormentas. Por zonas, han sido necesarias las resiembras, pero ahora ya va adelante. Carlos Blanco, de Koipesol, prevé que, si las lluvias acompañan en el próximo mes y medio, puede haber buena producción.
Sí hay incertidumbre sobre el precio. La crisis sanitaria ha reducido la demanda industrial y del canal Horeca, de manera que las ventajas del alto oleico parecen haberse minimizado y ahora se pagan casi igual.
Lo mucho que se ha alargado la siembra por las lluvias también implica que ahora hay plantas en casi todas las fases, según zonas de la región. Lo que antes se puso está ya muy adelantados por el calor, como sucede en la parte norte de Valladolid. Los intermedios está abriendo la flor y los más tardíos -en Burgos y Soria- están en botón todavía.
“En general el cultivo está bueno, pero hay que ver cómo le afecta el calor en este momento de floración. Temperaturas tan altas no son buenas para que polinice y forme el grano. Son mejores más suaves, pero…”, comenta José Luis Sainz, responsable comercial de Iberia Norte Euralis.