Ricardo Ortega
Conocer la planta del almendro y su relación con el agua puede hacer que el árbol dé un 30% más de producción, mientras que, por el contrario, un exceso de agua puede desequilibrarlo, llevarlo a un mayor desarrollo vegetativo y, paradójicamente, a una menor producción.
Lo señala José Antonio Jiménez Berni, del IAS-CSIC, que ha dirigido el proyecto de investigación ‘Riego de precisión en almendro’. El estudio se basa en cuatro años de análisis en una finca comercial de la provincia de Córdoba, sin las condiciones de un campo de ensayo.
El proyecto forma parte de la tesis doctoral de Rafael Orozco y se apoya en una premisa clara: el objetivo del agricultor “no puede ser otro que alcanzar el riego óptimo, que no significa obtener la máxima producción, sino repartir el agua de la forma más eficiente. Que la finca sea lo más rentable posible, lo que no significa obtener la mayor producción”.

Por eso se debe planificar el riego teniendo en cuenta que la disponibilidad de agua es cada vez menor, para conseguir el mejor reparto de ese recurso a lo largo del ciclo.
En la consecución de ese objetivo el equipo ha desarrollado una tecnología que permite detectar los periodos en que el árbol necesita más el agua, que es cuando sufre más estrés. Haciéndolo de este modo el rendimiento del almendro puede mejorar en ese 30%, “lo que desde el punto de vista del agricultor justifica la inversión en esa tecnología”.
¿Qué debe hacer el agricultor que incluye el almendro en su explotación o que está pensando en hacerlo? Para este ingeniero agrónomo, es necesaria una labor de prospección para intuir cómo evolucionará el clima, puesto que el cultivo va a depender de la lluvia, del agua disponible y de cómo se plantee el consumo de este recurso.
Todo ello en un contexto de cierta indecisión, de competencia con otro cultivo leñoso, el olivar. “Todas las decisiones están a merced de cómo evolucione el mercado”, recalca.
MEJORAR LA EFICIENCIA
A lo largo del proyecto, Berni ha volcado el conocimiento de décadas de investigación en la búsqueda de fórmulas para mejorar la eficiencia de los sistemas agrícolas. Siempre mediante la aplicación de tecnologías que permitan investigar las interacciones entre genotipo, ambiente y manejo en cultivos de clima mediterráneo.
Su experiencia abarca múltiples cultivos y sistemas agrícolas (cultivos leñosos, horticultura y cereales), tecnologías (térmico, hiperespectral, LiDAR), escalas (sensores terrestres, aéreos y satélite) y aplicaciones (manejo de riego, mejora vegetal o modelos de cultivos).
Su trabajo actual consiste en desarrollar modelos de simulación de cultivos, algoritmos de aprendizaje automático y tecnologías de teledetección en tiempo real.
También se basa en desarrollar nuevas herramientas digitales que permitan un manejo más eficiente de las explotaciones mediante un enfoque que integre disciplinas innovadoras, como la robótica o la fenómica. Aquí conviene recordar que el genotipo de un organismo es el conjunto de sus genes, mientras que su fenotipo son todas sus características observables, en las que influyen tanto el genotipo como el ambiente.
¿CÓMO ELEGIR EL CULTIVO?
Dentro de la evolución del mapa de cultivos, en los últimos años se comprueba que hay zonas dedicadas a producciones como el algodón que se pasan al almendro en intensivo. No es un fenómeno exclusivo de España. “California empezó a intensificar el cultivo de almendro y Australia siguió sus pasos”, recuerda Berni.
Ese cambio climático afecta de lleno al cultivo del almendro, para el que las claves son las horas frío y el agua. Y no se puede perder de vista que en los cultivos anuales las decisiones se pueden adoptar en función del agua disponible, planificando las siembras en función de las circunstancias, “mientras que con los leñosos las decisiones son a 20 años y más allá”.
“Las elecciones que realizas en relación con el riego, por ejemplo, son complicadas porque es posible que dentro de diez años ya no valgan”, recalca. “Ayudamos en la elección de variedades, ya que llevamos muchos años analizando cómo se comportan las diferentes variedades y cómo lo harán en el futuro”, subraya.
De hecho, “hay experiencias en otros cultivos, como el olivo, cuyo comportamiento se analiza en Canarias para hacerse una idea de cómo se comportará en Andalucía dentro de una década”.
Por eso en almendro se investiga en dos direcciones: la búsqueda de variedades que permitan mayor eficiencia en el riego y mayor resistencia a plagas y enfermedades.
CÓMO Y CUÁNTO REGAR
El equipo dirigido por Berni emplea la tecnología disponible para maximizar el aprovechamiento de cada gota de agua. Son estudios que permiten saber cómo y cuánto regar, además de en qué momento y en qué lugar, puesto que no todas las partes de la finca se comportan igual. Esa diferencia de comportamiento dentro de una misma parcela se puede contemplar a simple vista mediante el uso de un dron.
Por eso el proyecto busca ofrecer al agricultor “una tecnología asequible desde el punto de vista económico, pero también accesible desde el punto de vista de la facilidad de uso”. Y que le sea rentable. “Por ejemplo mediante una app que dé información sobre la parcela, pero de un modo que sea fácilmente interpretable, para que se pueda traducir en la toma de decisiones a la hora de regar o abonar”, recalca.
Por eso recurre a los drones, pero también a las propias plantas como el mejor sensor. “Por ejemplo, medir la temperatura de la planta puede ser un buen indicador de cómo está accediendo al agua”. Al mismo tiempo, “hemos podido estudiar cómo responden los árboles al riego y cómo se puede diseñar este a partir de los sensores situados en el suelo y de la tecnología LiDAR”.