Ricardo Ortega
El Ministerio de Agricultura ha decidido no autorizar este año la siembra de remolacha tratada con neonicotinoides, después de la sentencia dictada en el mismo sentido por el Tribunal de Justicia de la UE.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría sobre el sector, que ya está cerca de empezar las siembras. Con todo, Santiago Felizia, director de KWS para España y Portugal, envía un mensaje de tranquilidad al agricultor de la mitad norte peninsular y destaca que su compañía dispone de semilla sin neonicotinoides en cantidad suficiente para atender sus compromisos. Se trata de semilla tratada con dos fungicidas y un insecticida que cumplen los parámetros exigidos por la normativa comunitaria.
“Son variedades de nuestro catálogo adaptadas al mercado español”, apunta Felizia, quien destaca la agilidad de la compañía para adaptarse al nuevo escenario. “En cuanto se produjo la sentencia del Tribunal de Justicia realizamos un análisis legal de la situación, y desde nuestra sede central en Alemania se decidió no comercializar la semilla tratada con la sustancia prohibida”, pasando a elaborar producto sin tratar.
Esa decisión ha sido vital para que ahora KWS tenga semilla disponible, acorde con una agricultura “que ya es presente porque debemos ser capaces de trabajar sin neonicotinoides”.
El sector tiene ahora por delante un proceso similar al que se vivió con el sistema Conviso Smart, que también pasó por un periodo de adaptación. “Hemos venido mejorando la genética de esas variedades y ahora están a la altura de las clásicas”, subraya.
“La agricultura española ha demostrado una gran capacidad de adaptación a las novedades y el caso de los neonicotinoides no va a ser una excepción”. Por eso asegura que esta novedad no supone una amenaza para la remolacha, “un cultivo que siempre parece en crisis, pero que se ha consolidado como una opción de regadío muy rentable y que este año continuará su tendencia ascendente”.
Por parte de UCCL, se destaca que ahora las plantas “podrán ser atacadas por pulgones y por la pulguilla que causa la amarillez en la remolacha”, lo que se traducirá en una pérdida de producción “muy importante”. Esto supone “un nuevo retroceso para el sector remolachero de Castilla y León, donde en el último año la superficie de remolacha ya se había visto muy mermada”.
En la misma línea se ha manifestado Emmanuel Peille, responsable de SES-VanderHave, quien ve en esta decisión “un golpe muy duro para el agricultor”, añadido a los problemas que ya tenía el cultivo.
La compañía está buscando alternativas para hacer frente a la situación y ha puesto en marcha un proceso productivo “que avanza a contrarreloj” a pocas semanas de que la siembra se generalice.
La empresa sigue trabajando en genética para obtener semillas resistentes a la amarillez, “pero no son variedades que estén en el mercado”.