Después de casi dos semanas sin ver la lluvia, el cereal ya sembrado ha recibido esta semana un agua que necesitaba para germinar y empezar a desarrollarse.
La encargada de traer la lluvia ha sido la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que ha atravesado la península de lunes a miércoles y que ha dejado una media de más de 30 litros, aunque algunos lugares han llegado casi a los 50.
Además, la nieve ha hecho acto de presencia en provincias como Burgos, León, Palencia y Valladolid, lo que no deja de ser un seguro de vida para la primavera de 2022.
Un cultivo muy beneficiado ha sido el trigo, que ya está sembrado en todas las zonas productoras, incluso en las más tardías.
En el caso de la cebada el panorama es más desigual. Rubén Bueno, de Villar de Gallimazo (Salamanca), ya había terminado la sementera el sábado, con lo que ha celebrado la llegada del agua. Aunque no es el caso de todos los agricultores de la comarca, “la verdad es que el agua nos beneficia a todos, por mucho que queden algunas siembras por rematar”.
Está por ver cómo afectará este frío adelantado a los cereales, pero en el caso de la colza “no hay problema, ya que ya ha alcanzado un grado de desarrollo suficiente”. El agua también le vendrá muy bien al cultivo.
Cayeron 40 litros entre el martes y el miércoles en el entorno de Castrejón de Trabancos (Valladolid). Las cebadas ya estaban casi sembradas en su totalidad, con algunas excepciones, como las que deban esperar a que se arranque la remolacha. Pero el agua era muy necesaria y ha sido una gran noticia, celebra Armando Caballero, presidente de la cooperativa Cocetra.
También ha llovido con generosidad en la cerealista comarca de la Bureba, en la mitad norte de Burgos, aunque la nieve no pasó del puerto de la Brújula. Ascensión Amigo, técnica de Agrobureba, destaca que los trigos ya estaban sembrados y que el agua caída les vendrá muy bien a las cebadas que se siembren a partir de diciembre.
Más que el agua, en la zona preocupa más el abono. Aunque “el cereal no va a quedar sin fertilizar”, el agricultor busca la fórmula más eficiente para aportar los nutrientes que van a demandar los cultivos.
“Es un año para adaptarse, aunque sin grandes experimentos, porque el abono es necesario”, recalca Ascensión.
Fotografía: Eloy Manrique