En la última campaña, la fábrica ha recibido 272.463 toneladas de raíz, procedentes de 3.025 hectáreas y unos 335 agricultores
La planta abarca la producción remolachera de Navarra, La Rioja, Álava y el norte de Burgos y Palencia
El contrato de integración diseñado por Azucarera está contribuyendo a recuperar el cultivo en zonas que lo habían abandonado hace más de diez años
La molturadora de Miranda de Ebro es una de las más pequeñas de España, pero también una de las más eficientes gracias a la optimización alcanzada en todo su proceso de producción. Aquí radica una de las claves de que su futuro esté asegurado, como destaca el director de la planta, Aitor Lucea.
La otra condición para mantener la actividad está en que los agricultores de su entorno sigan apostando por la remolacha, algo que para Lucea está garantizado. La fábrica de Miranda recibe la raíz cultivada en Álava, La Rioja, Navarra y el norte de Burgos. Este año, además, llegará desde otras zonas que hace tiempo abandonaron el cultivo, como el norte de Palencia.
La compañía Azucarera se ha comprometido a recuperar estas zonas para el cultivo, para lo que ha puesto en marcha el denominado contrato de integración, en el que se comparten los riesgos entre la empresa y el agricultor. Bajo esta fórmula, además, Azucarera financia parte de los ‘inputs’ que el agricultor necesita para desarrollar su actividad, como la semilla o el fertilizante.
Como señala la responsable agrícola de la planta de Miranda, Isabel Boronat, “vemos en la fórmula de integración una muy buena oportunidad para incrementar la superficie del cultivo”. Se trata de “contratos a medida de cada explotación, con los que intentamos satisfacer las demandas de los agricultores a los que no podemos llegar con los contratos convencionales”.
A través de los contratos de integración “hacemos más cómodo el cultivo, eliminamos el posible riesgo agronómico y hasta le financiamos los insumos; claramente es una apuesta de Azucarera enfocada a fidelizar y crecer en el entorno de Miranda para los próximos años”, recalca Boronat.
En la última campaña, la fábrica mirandesa ha recibido 272.463 toneladas de raíz, procedentes de unas 3.025 hectáreas y unos 335 agricultores. “La fábrica es clave para la economía del entorno, no solo por el impacto que tiene sobre el municipio, sino por los puestos de trabajo directos e indirectos que genera”, señala el director de la fábrica. Las instalaciones cuentan con 71 empleados fijos durante el periodo entre campañas, a los que se suman otros 82 fijos discontinuos o trabajadores eventuales durante la campaña de remolacha.
Aunque no existen datos sobre trabajadores indirectos, Lucea destaca que, según estudios realizados a nivel internacional, en el sector se generan más de diez puestos indirectos por cada uno directo. “La molturadora es una parte esencial dentro del tejido industrial de la zona, tanto para los agricultores remolacheros como para transportistas, gestores y clientes”, recalca el director.
En cuanto a modernización y automatización, “estamos inmersos en un cambio tecnológico que nos permita sacar el máximo valor añadido a nuestros trabajadores relegando las tareas rutinarias o repetitivas a las máquinas y autómatas”. “Creemos que el punto diferenciador en una compañía que quiera alcanzar el éxito es el aporte con el que cada uno puede contribuir en su día a día”, señala Lucea, quien está convencido de que el cultivo irá a más en el entorno de Miranda. “La remolacha requiere una serie de trabajos y cuidados, pero sin duda es uno de los más rentables actualmente; el agricultor tiene un ingreso mínimo asegurado que cubre sus costes, algo que no sucede en el resto de cultivos”, remacha.