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sábado, octubre 5, 2024
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El ‘Quijote’ remolachero de Tierra de Campos

Juan no tiene horarios en su trabajo, pero sí disciplina. No tiene jefe, pero sí mira al cielo. Ser agricultor no es un oficio sencillo, ninguno lo es, pero Juan es feliz. Esta es su historia

Daniel González //

En una comarca como Tierra de Campos, dominada por los cultivos de secano, puede llamar la atención que un agricultor se dedique a plantar remolacha. Pero no es ninguna locura una vez que se conoce su historia. Este agricultor tiene nombre y apellidos, Juan Mateo Rodríguez, quien solo ha dado continuidad a lo que es una tradición familiar. “Ya mi tío y mi padre tenían camiones para llevar la remolacha nada más abrieron las primeras fábricas molturadoras”, explica.

Remolachero de raíces profundas

Afincado en Medina de Rioseco y con tierras desperdigadas por este municipio vallisoletano, Juan es un buen conocedor de la remolacha. Él, y su hermano, José María. Los dos juntos llevan años trabajando y especializándose en este cultivo. Riegan la planta a través de perforaciones y con aguas del canal provenientes de la Cuenca del Carrión.

A sus 38 años, casado, con un hijo y otro en camino, a Juan le gustaría que su descendencia continuara con la tradición. No obstante, todavía quedan muchos años para preocuparse por el relevo generacional, y el riosecano lo tiene claro, “mis hijos decidirán a que quieren dedicarse. No les voy a obligar a seguir mis pasos”, reconoce.

Este año ya cumple su 20 aniversario como remolachero

Porque él mismo pudo haberse decantado por otro oficio. Sacaba buenas notas en el instituto. Pero bebió de la misma agua que su familia y se decidió por ser agricultor. Estudió en la Escuela de Capacitación Agraria de La Santa Espina y pronto ya estaba subido en el tractor. Este año ya cumple su 20 aniversario como remolachero.

Juan Mateo, junto con su hermano José María

Agricultor en lo bueno y en lo malo

Dos décadas trabajando en el campo en las que ha disfrutado de lo bueno de ser agricultor y sufrido todas sus desavenencias. “El mío es un sector que depende del cielo, en el que haces inversiones que puedes no recuperar y con una gran volatilidad en los precios”, expresa. “Además, es un oficio que no cuenta con horarios fijos, que no entiende de estaciones o periodos vacacionales”, añade.

Pero eso no le importa. El riosecano se queda con todo lo bonito, lo que le hace acostarse cada noche sintiéndose realizado. Porque nunca le han gustado las rutinas, no se ve encerrado entre cuatro paredes con un jefe que le obligue a cumplir un horario, a fichar cada día una y otra vez y siempre con la misma historia.  

“Ser agricultor es trabajar en un sector en el que nota cuando haces algo bien o mal”

A Juan le gusta sentir los vientos castellanos, respirar naturaleza y que cada día sea una cosa nueva. Porque eso para él es ser agricultor, “trabajar en un sector en el que te ganas la vida y en el que nota cuando haces algo bien o mal”.

Miembro de Acor

Claro está que los tiempos cambian, y las circunstancia de entonces, cuando empezó, no son las mismas que las de ahora. Hace 4 o 5 años la remolacha era de los cultivos más rentables, un hecho que actualmente no percibe tanto.

También llegó a trabajar tanto con Acor, como con Azucarera. Ahora solo trabaja con la primera porque “siempre nos ha tratado mejor”, señala Juan. “Es una cooperativa y al final trabajas en igualdad y te hace formar parte de todo el entramado”.

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