calidades más altas. Los tratamientos deben comenzar nada más preparado el terreno
La remolacha será uno de los cultivos que dé alegrías esta campaña al productor. Según confirman desde el departamento agronómico de ACOR, “a pesar de que la nascencia no ha alcanzado el nivel del año pasado y de un desarrollo desigual, se puede afirmar que el cultivo está más adelantado que el año pasado. Se esperan unas producciones altas, sin llegar a ser tan extraordinarias como la pasada campaña, a la espera del desarrollo del cultivo”.
“La remolacha ha repuntado en importancia dentro de la región como un cultivo de regadío interesante y alternativo. Los nuevos regadíos son estratégicos y la industria azucarera ve en ellos nuevas oportunidades para el cultivo, de igual manera que los regantes que se han modernizado; la remolacha azucarera sigue siendo un cultivo que genera riqueza”, confirma Sergio García, ingeniero técnico agrícola con más de 20 años de experiencia en el sector.
Asesoramiento
El cultivo no registra plagas ni enfermedades significativas. Las tierras están despejadas de hierbas. El responsable remolachero de UCCL destaca la profesionalidad del agricultor, que aplica los tratamientos contra cercoespora y roya sin escatimar y en el momento adecuado. “De ahora en adelante, habrá que continuar prestando atención a la sanidad foliar y radicular, en busca de cualquier indicio de enfermedad o plaga que pueda repercutir negativamente en la producción final”, recomiendan desde ACOR. También aconseja al agricultor que, ante cualquier incidencia, acuda a un servicio de asesoramiento como del que dispone la cooperativa para sus socios.
Y es que a la remolacha, todavía no se le conoce su techo de producción, tanto en kilos como en riqueza. “Son muchos los motivos por los que se han ido superando y mejorando las producciones: fertilización, semilla, sistemas de riego; pero lo más importante ha sido la sanidad (malas hierbas, hongos, insectos y carencias). Si no somos capaces de mantener el cultivo sano y sin adventicias, la producción y la calidad se verá notablemente mermada”, recalca Sergio García.
Así, una vez realizadas las labores culturales del terreno, aplicados los fertilizantes, y teniendo en cuenta un análisis del terreno, es el momento de comenzar con los tratamientos herbicidas.
Malas hierbas
Hay dos momentos de actuación que son fundamentales a la hora de mantener la parcela libre de malas hierbas: preemergencia y postemergencia. Es muy importante en ambos casos tener en cuenta la estructura del suelo; en suelos ligeros, dosis mínimas; y en suelos fuertes, dosis máximas. “De la misma manera debemos tener en cuenta la cantidad de materia orgánica que tiene el suelo. A mayor cantidad utilizaremos dosis de herbicidas mayores. A la hora de realizar cualquier tratamiento, debemos estar asesorados por un técnico que nos marcara las pautas y calendario de los tratamientos”, advierte Sergio García.
En preemergencia (después de sembrar y antes de que emerja el cultivo y las malas hierbas) es necesario aplicar productos fitosanitarios cuyo modo de actuación actúe sobre semillas y plántulas. “Son productos que debemos fijar o incorporar al terreno bien con un riego somero, lluvia o el propio tempero del terreno. Los más utilizados y eficaces son la metamitrona, etofumesato y cloridazona. Estas materias activas controlan fundamentalmente adventicias de hoja ancha. Si tuviéramos problemas de hoja estrecha, en preemergencia funciona muy bien el s-metazacloro”, apunta el experto.
Escalonar tratamientos
Con este tratamiento de preemergencia, es posible controlar un gran número de adventicias, pero no va a ser suficiente. Una vez que la remolacha tenga dos hojas verdaderas hay que pasar a los tratamientos de postemergencia. La estrategia a seguir es realizar varias aplicaciones con herbicidas, con el objetivo de no retrasar el cultivo y controlar las malas hierbas. Para conseguirlo se deben escalonar los tratamientos en el tiempo, y utilizar diferentes dosis de producto dependiendo el estado fenológico de la remolacha. Es posible utilizar algún producto de la preemergencia, sobre todo en la primera aplicación.
En los siguientes tratamientos, dependiendo de las adventicias que surjan se introducirán nuevas materias activas (fenmedifan y desmedifan, comercialmente conocidos como los betanales, clopiralida, para el control de xantium). Estas materias son activas por contacto, y cuanto más pequeña sea la adventicia proporcionan mejor control.
Con los betanales se debe realizar el segundo y tercer tratamiento de postemergencia. “Al escalonar los tratamientos en el tiempo vamos a controlar las diferentes generaciones de malas hierbas, hasta que finalice su ciclo biológico y no aparezcan más”, justifica Sergio García.
El último tratamiento será con productos a base de lenacilo para sellar el terreno y, junto con el desarrollo de la remolacha, servirá para evitar la proliferación de malas hierbas. En el caso de problemas con adventicias de hoja estrecha o cereal antañizo, los antigramíneos proporcionan un control eficaz.
Los hongos y enfermedades pueden afectar a la remolacha y ocasionar perdidas de rendimiento importantes. La esclerotinia, el oídio, rizoctonia, fusarium y otras son amenazas que hay que vigilar. “Podemos hacer tratamientos preventivos, pero para un mejor control y más eficaz, se deben identificar bien las enfermedades y aplicar productos específicos en cada caso, siempre bajo la tutela de un técnico que nos asesore”, insiste el experto.
Incrementos del 10%
Por su parte, desde Aimcra aseguran que mantener el cultivo sano supone un incremento en los rendimientos de azúcar del 10%. Recomiendan iniciar las aplicaciones en cuanto aparezca la primera mancha de enfermedad foliar. Hay que repetir el tratamiento cada tres semanas mientras haya riesgo, siempre con un reparto uniforme del producto. Es importante mantener la disciplina de las estrategias antirresistencia mezclando productos y alternando distintos fungicidas entre unas y otras aplicaciones.