“Con toda su crudeza, el campo nos ha devuelto aquello que hemos hecho. Porque el suelo tiene memoria”
José Ángel Cortijo
Pocas imágenes reflejan mejor la situación de la agricultura regional como la portada del número de CAMPO publicado a principios de julio. En ella un titular en grandes caracteres nos advertía: “Una cosecha para no olvidar”. Y es que no podemos desterrar de la memoria años como este porque, con todo el mal sabor de boca que nos ha dejado, de él podemos extraer numerosos elementos para la reflexión.
El suelo tiene memoria. Siempre decimos que el año agrícola que comienza es un año nuevo, pero no es cierto. Al menos desde el punto de vista agronómico. Lo que hacemos un año condiciona el comportamiento de nuestra explotación para el siguiente y en esta ocasión, con total crudeza, el campo nos ha devuelto aquello que hemos hecho. Porque el suelo tiene memoria.
La campaña no se debe olvidar. Se trate de un año bueno o malo, la campaña no se debe olvidar nunca. 2016 fue un año de resultados excepcionales y en esta misma sección señalamos que había que tomar nota de esas grandes producciones: de la extracción de nutrientes y humedad que los cultivos habían realizado.
Hubo quien analizó su suelo y quien realizó una planificación racional de cultivos y fertilización. Y hubo quien no lo hizo. Por desgracia, las condiciones meteorológicas extremas han dado la razón a ese análisis.
La importancia de los ciclos. Hay mucho que aprender de un año como este, sí. Por ejemplo en relación con la fecha de siembra: llevamos años adelantándola porque resulta más productivo, y sin embargo hemos acabado viendo que esa mayor productividad puede ser relativa. Hacía tiempo que no nos preguntábamos por la importancia de los ciclos, por los efectos de la meteorología sobre nuestras cosechas. Muchas cuestiones sobre las que reflexionar.
Gastos más eficientes. Todo profesional es consciente de que, realizada la cosecha, la planificación de la campaña siguiente no ha hecho más que empezar. Es precisamente ahora, durante los meses de verano, cuando resulta importante insistir en que se debe conocer realmente la explotación, con un primer paso evidente que es realizar un análisis de suelo.
Es el momento más adecuado para analizar el suelo, sobre todo el destinado a cultivos herbáceos, puesto que quien espere más se puede encontrar en la segunda quincena de septiembre y no tener margen suficiente. Lo que está claro es que quien conoce su suelo posee una herramienta fundamental para realizar gastos mucho más eficientes.
Acción-reacción. Uno de los riesgos para el próximo año es que los pobres resultados de 2017 tengan un efecto acción-reacción. Si la acción es que hay una mala cosecha, la reacción del profesional puede ser reducir al máximo los insumos y en ese capítulo lo recomendable es no realizar movimientos bruscos; ser crítico con lo que hace cada uno.
Es el momento de que cada uno mire alrededor y vea el resultado obtenido dependiendo de las rotaciones, de las labores realizadas, del abonado histórico de la parcela. En otras palabras, ante la nueva campaña el agricultor debe ser reflexivo, gestionar bien sus rotaciones y analizar de forma muy profesional en qué gasta su dinero. De este modo, la reducción de costes no tiene por qué derivar en la toma de decisiones no acertadas.
Cuidado con los mensajes fáciles. Lo que está claro es que no abonar puede ser un error, aunque hay otro que puede ser igual de grave: dejarse llevar por el abono más barato sin tener en cuenta qué producto se nos ofrece. Y puede ser igual de grave, o peor, porque el profesional gastará dinero de manera no dirigida. Cuidado con ese marketing agradable al oído de que se puede abonar una hectárea por 60 euros o menos.
Rotaciones. El verano también es un periodo importante para planificar las rotaciones porque en algunos casos ese ‘turno’ de cultivos se ha visto interrumpido por unas plantas que no han llegado a término. Por lo tanto habrá suelos que quedan disponibles, en un momento dado, para repetir el cultivo.
Que la adecuada rotación de cultivos es una práctica más que conveniente para nuestra explotación es otra de esas realidades que este año nos han sido recordadas con total crudeza. En nuestro balance comprobaremos, incluso más que en ocasiones anteriores, que el cultivo anterior ha sido determinante de los resultados. Sin ir más lejos, quien puso cereal sobre girasol ha obtenido cerca de la mitad de producción que quien lo hizo sobre una leguminosa.
Un repaso a los cultivos. Estamos a la espera de que se confirmen las alegrías que pueden darnos remolacha y colza de regadío. En cualquier caso, la agricultura se mueve por impulsos, por sensaciones, y el mal sabor de boca que nos deja esta campaña de secano desaparecerá si la lluvia nos visita en los meses de septiembre y octubre. Mirando al cielo pero sin dejar de trabajar.
Fotografía, Alfredo Allende