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El milagro volcánico de Lanzarote: agricultura en un entorno hostil

Nacido de las erupciones y la sequía, un sistema de cultivo único en España representa un patrimonio agrícola vivo

A primera vista el paisaje volcánico de Lanzarote, en las islas Canarias, parece cualquier cosa menos fértil. La isla es árida y hostil, cubierta por capas de lapilli —grava y cenizas volcánicas— negros que dejaron las violentas erupciones de hace casi tres siglos.

Pero, si se mira más de cerca, se descubre otra realidad: brotes verdes de vides surgen de los hoyos en la ceniza negra; fresas y batatas crecen en un suelo que aparenta no tener vida.

“Lo que se ve aquí es como un pequeño milagro”, asegura María Guerra, una agricultora de 24 años de Tinajo, un municipio en la parte centro-occidental de Lanzarote. “Este suelo parece completamente estéril, pero sustenta maravillosamente nuestros cultivos”.

Resiliencia frente a la destrucción

Entre 1730 y 1736, más de 30 volcanes entraron en erupción en Lanzarote, sepultando una cuarta parte de la isla bajo lava y cenizas y arrasando sus tierras agrícolas más productivas.

La malvasía volcánica -una variedad de uva autóctona- se ha adaptado a las condiciones extremas de Lanzarote. La técnica agrícola consiste en levantar muros semicirculares de piedra alrededor de las vides para protegerlas de los fuertes vientos. © FAO/Lis Sánchez

Apenas unas décadas más tarde, la sequía se instaló y en realidad nunca se ha ido. Hoy en día, Lanzarote solo recibe lluvia unos 16 días al año, con unas precipitaciones anuales inferiores a 150 mm.

En lugar de rendirse, los agricultores locales se adaptaron. Aprendieron a gestionar sus tierras basándose en los conocimientos tradicionales transmitidos de generación en generación. Pasando por ensayos y errores, desarrollaron un sistema agrícola único que sigue alimentando a la isla hoy en día, en gran parte sin riego.

“El agricultor de Lanzarote tuvo que aceptar que este era el nuevo recurso, este era el nuevo suelo, y que la agricultura tenía que continuar”, afirma Juan Cazorla, experto técnico de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote.

Agricultura con cubierta de ceniza: enriquecer el suelo

Una de las prácticas más distintivas de la isla es la agricultura con cubierta de ceniza, conocida localmente como enarenado Los agricultores cubren el suelo con una capa de ceniza volcánica y piedras pequeñas. Esta capa, conocida localmente como rofe, retiene la humedad, protege las raíces y reduce la evaporación.

Los estudios científicos demuestran que el rofe no solo conserva la humedad, sino que también añade minerales esenciales que enriquecen el suelo. Esta técnica ha tenido éxito con cultivos como la vid, las legumbres y la batata.

“Esto supuso una revolución agrícola”, señala Cazorla. “No solo preservó los cultivos, sino que incrementó la biodiversidad agrícola en comparación con la situación anterior a las erupciones”.

Agricultura con cubierta de arena: la humedad que aporta el viento

En la región de Tinajo, los agricultores también utilizan la agricultura con cubierta de arena, aplicando una arena marina orgánica fina llamada jable que es arrastrada a la isla por los vientos alisios del Atlántico. Esta arena ligera forma una capa que retiene la humedad en el suelo.

María Guerra Martín es una de los muchos agricultores que utilizan el jable para cultivar una sorprendente variedad de productos, como batatas, legumbres y fresas, casi sin necesidad de riego, ya que la cubierta de arena ayuda al suelo a retener el agua que recibe.

La Geria: reinventando el viñedo

El paisaje más emblemático de Lanzarote se encuentra en la región vinícola de La Geria, donde las vides se plantan en profundos hoyos excavados en el suelo volcánico.

Cada vid está protegida de los fuertes vientos por un muro semicircular de piedra llamado zoco, lo que crea un llamativo patrón de medias lunas en las colinas.

Ascensión Robayna, viticultora de quinta generación, cultiva malvasía volcánica, una uva autóctona que se ha adaptado a estas condiciones extremas. Sus vinos son conocidos por su elevada acidez, sus notas tropicales, sus aromas florales y un distintivo final salino que les confiere el terruño volcánico de la isla.

“Debemos estar profundamente agradecidos a las generaciones pasadas”, afirma. “Nos dejaron el legado más preciado. ¿Quién habría pensado que era posible cultivar uvas sin sistemas de riego en un lugar como éste?”.

Un patrimonio agrícola reconocido a nivel mundial

Hoy en día estos cultivos tradicionales —con cubierta de ceniza, de arena y el sistema de viñedos de La Geria— cubren más de 12.000 hectáreas y permiten la producción de vino, frutas, cereales y legumbres en una de las regiones más secas de Europa.

En mayo de 2025, el sistema agrícola de Lanzarote fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) como un Sistema importante del patrimonio agrícola mundial (SIPAM). La designación celebra la conservación de la biodiversidad y las prácticas sostenibles de la isla, así como su contribución a la seguridad alimentaria y de los medios de vida.

“Lanzarote es un excelente ejemplo de adaptación a condiciones extremas”, destaca Piedad Martín, directora adjunta de la Oficina de Cambio Climático, Biodiversidad y Medio Ambiente de la FAO. “Las personas y las prácticas evolucionaron de forma hermosa y sostenible”, añade.

Un movimiento mundial por una agricultura resiliente

Lanzarote se une ahora a la red de SIPAM de la FAO, que cuenta con más de 100 sistemas agrícolas únicos en 29 países —desde el cultivo agroforestal de la yerba mate en el Brasil y las terrazas ancestrales en Tlaxcala (México) hasta los huertos de perales tradicionales y las plantaciones de té blanco en China.

Todos estos sistemas tienen algo en común: salvaguardan los conocimientos tradicionales, apoyan la biodiversidad y ayudan a las comunidades rurales a prosperar, incluso bajo la presión del cambio climático.

“La designación como SIPAM salvaguarda conocimientos esenciales no solo para nosotros en esta isla”, concluye Robayna, “sino para el mundo entero, ya que todos nos enfrentamos al reto de producir alimentos en condiciones climáticas cada vez más extremas”.

Aunque Lanzarote es ampliamente conocida por sus impresionantes paisajes volcánicos, sus soleadas playas y el turismo, la isla encierra una historia más profunda: la del conocimiento ancestral, la innovación y la resiliencia.

Con este reconocimiento de la FAO, el patrimonio agrícola vivo de Lanzarote gana visibilidad mundial, demostrando que bajo su belleza se esconde un poderoso ejemplo de cómo la naturaleza, la agricultura y la comunidad pueden unirse para prosperar en los entornos más difíciles.

Reportaje fotográfico: FAO/Lis Sánchez

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