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jueves, mayo 2, 2024
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El tempero saca los tractores al campo

Los agricultores han encadenado dos malos años, pero no se lo han pensado dos veces con las primeras lluvias de septiembre. El suelo está purgando las malas hierbas y la humedad favorece la siembra de colza y cereal. Hay ganas de seguir peleando

Ricardo Ortega

Muchos números está haciendo el agricultor ante la llegada del otoño y el inicio de un nuevo ciclo agronómico. Dudas técnicas y también económicas, después de dos malos años encadenados, pero que se han disipado en parte con la DANA que recorría España entre el 2 y el 3 de septiembre. Hay tempero y los tractores han salido al campo.

Tragedias humanas por un lado, pero un agua que ha empapado muchas zonas de cultivo por el otro. En la mayor parte de España las lluvias han venido bien para que las tierras purguen y para que haya tempero con vistas a las siembras. También para ahorrarse dos semanas de riego en cultivos como la patata o la remolacha.

Se había regado buena parte de la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura y Castilla y León. En Levante las fuertes lluvias dieron paso a días de viento huracanado, y a continuación con un episodio de calima especialmente intenso. El balance para el agricultor, con todo, era positivo.

Lluvias intensas en Badajoz

En Torrefresneda, en la provincia de Badajoz, las lluvias fueron muy intensas, en ocasiones acompañadas de granizo, y también con rachas de viento huracanado. El agricultor Ángel Borreguero veía cómo el aire tumbaba varios almendros, que no ha podido cosechar.

Borreguero riega con el agua del Canal de Orellana, una red de más de dos mil kilómetros que va desde Orellana hasta Mérida regando las Vegas Altas del Guadiana. Sesenta mil hectáreas irrigadas.

Su explotación es fundamentalmente de regadío, pero en la última campaña solo pudo sembrar cultivos de primavera en el 60% de la superficie. “Si no lloviera este otoño-invierno, pasaría del sesenta al cero por ciento”, señala.

Cuenta con la experiencia del último año, cuando sembró cereal y leguminosas allí donde no disponía de agua. Eso sí, con resultados destacables para el trigo: rendimientos por hectárea entre los 1.200 y los 3.000 kilos en un año marcado por la sequía y los golpes de calor.

Esas altas temperaturas han afectado a la comarca, y en el caso del tomate ha habido mermas en la producción entre el 15 y el 20%.

También han afectado al maíz, pero en este caso acertó quien sembró de forma temprana. Quien sembró más tarde tuvo la mala suerte de que los golpes de calor (con elevadas temperaturas durante el día, pero también por la noche) coincidieron con la polinización. En esas parcelas los rendimientos han caído en torno al 20% y en algunas de ellas ni siquiera ha habido producción.

¿Qué hacemos con el abonado?

“Hacía muchos años que no caía esta cantidad de agua en la primera semana de septiembre. Ha sido un agua muy positiva en general, pero sobre todo ha tenido efectos beneficiosos para el estado de ánimo del agricultor”, destaca José Ángel Cortijo, responsable agronómico de Fertiberia para las comunidades de Asturias, Galicia y Castilla y León.

Porque no es lo mismo empezar septiembre con humedad en el suelo que con 30 grados y la tierra seca, como el año pasado. “El agricultor está más optimista, más motivado para volver a trabajar”, apunta.

En cuanto a las siembras de cereal, Cortijo señala entre bromas y veras que las lluvias de comienzos de septiembre “han abierto el curso político”, al mismo tiempo que advierte frente a ciertos olvidos: “Muchos agricultores están perdiendo de vista que el gran aliciente para obtener cantidad y calidad en la cosecha es el abonado”.

Después de dos cosechas difíciles, como las de 2022 y 2023, “debemos adoptar las decisiones correctas porque, de lo contrario, si olvidamos el abonado de fondo y ‘ya veremos’, nunca alcanzaremos nuestra máxima producción”.

¿Qué hacer? Para el representante de Fertiberia, en estos años turbulentos corremos el peligro de “perder el foco”, cuando la obligación del productor, hoy como ayer, es caminar hacia la máxima eficiencia. El análisis de suelo sigue siendo necesario “porque debemos conocer nuestras parcelas y, a partir de ahí, empezar a construir”.

¿Cuál es el fertilizante más caro?

Se habla mucho del precio del fertilizante, “pero el abono más caro es el que compramos sin necesitarlo porque no lo demandan el suelo o el cultivo”. Porque comprar un abono “barato” pero que no nos aporta nada agronómicamente “es lo mismo que tirar el dinero por la ventana”, señala Cortijo.

De esta manera, “lo primero es analizar nuestro suelo y, a partir de ahí, emplear la fórmula que más nos convenga; porque existen todas las del mundo”. Por eso recomienda no olvidar el abono de fondo y, si hace falta, escoger una fórmula con pocas unidades de nitrógeno “porque se puede reducir la cantidad que aportamos de ese elemento; todo depende de cómo esté nuestro suelo, de la materia orgánica de la que disponga”.

¿Es rentable sembrar?

Después de dos malos años, el pesimismo nos puede llevar a pensar que la agricultura de secano no es una actividad rentable, “pero la experiencia nos ha demostrado que el agricultor es un profesional que sabe defenderse; que la agricultura es un trabajo pero también un modo de vida, del que es muy difícil desengancharse”, subraya José Antonio Marcos, responsable de Cereales y Fertilizantes de la compañía Bernabé Campal.

“Además, sabemos que en cualquier momento puede venir un golpe de suerte que dé la vuelta por completo al panorama”, recalca.

La clave sigue estando en diversificar la producción, incluso dentro del cereal de secano, “de modo que el agricultor puede probar diferentes variedades en diferentes puntos de su explotación. Incluso hacer pruebas con fitos o fertilizantes, para conocer los que mejor le van a su explotación”, analiza el responsable de Campal.

Pobre resultado en girasol

Pobre resultado del girasol de secano; las lluvias de principios de septiembre solo llegaron a tiempo para los más tardíos, sobre todo en la cordillera cantábrica y en el norte de las provincias de Palencia y Burgos.

La superficie de pipa en Castilla y León, con 365.531 hectáreas, representa el 47% de toda la superficie sembrada en España, lo que supone un descenso del 6% respecto al pasado año.

Burgos, con 84.682 hectáreas, es la provincia con más superficie. En León, con 18.800 hectáreas, se ha iniciado la recolección a principios de septiembre. La mitad se sembró en tierras de secano y la otra mitad en regadío.

Esta recolección está siendo muy escalonada, comenzando por las fincas que se sembraron los primeros días de abril, y finalizando ya entrado el mes de noviembre con las fincas de siembras más tardías.

Muchas de estas parcelas se van a cosechar un mes más tarde de lo habitual al ser un compromiso asumido por el agricultor para cumplir con el ecorrégimen de “espacios de biodiversidad” en el expediente de la PAC.

Las 9.500 hectáreas cultivadas en secano han podido sortear los problemas de sequía que han afectado a otros cultivos, y la expectativa de producción está en un abanico entre 800 y 1.100 kilos por hectárea, unos rendimientos que son razonablemente buenos para las condiciones agronómicas de la provincia, señalan desde Asaja.

En las 9.300 hectáreas cultivadas en regadío el desarrollo agronómico ha sido óptimo, y es razonable pensar en rendimientos entre 3.500 y 4.000 kilos por hectárea.

Muchas de las siembras de girasol en regadío no han respondido a los deseos del agricultor, sino a la necesidad de cumplir con ciertos requisitos de la PAC como los de rotar las parcelas, diversificar cultivos, o introducir los denominados “cultivos mejorantes”, recuerdan desde la organización agraria.

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