Este martes se ha celebrado el VI Encuentro Agroprofesional sobre el lúpulo en el Centro de Investigación de Biocombustibles y Bioproductos de Villarejo de Órbigo, en León, organizado por la revista Campo de la mano del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL).
En este centro se obtienen bioproductos a partir de biomasas agrarias y subproductos de la industria agroalimentaria. Además, se desarrollan técnicas para la obtención de bioalcoholes y otros subproductos de alto valor añadido a partir de residuos lignocelulósicos procedentes de fuentes agrícolas o efluentes de la industria agroalimentaria.
“Trabajamos primero a escala de laboratorio, donde hacemos una optimización, normalmente en las condiciones de operación de los procesos y progresivamente vamos haciendo escalados, primero a escala experimental, y posteriormente a escala demostrativa”, detalla Rebeca Díez, directora del Centro de Biocombustibles y Bioproductos de Villarejo.
Con el lúpulo, en este centro del Itacyl trabajan desde dos vías. “Inicialmente se han puesto a punto todas las técnicas de determinación de los compuestos mayoritarios, y después hacemos el perfil de los distintos compuestos que componen el aceite”, detalla.
Diferentes representantes del sector han analizado toda la riqueza que encierra el lúpulo, un cultivo que se utiliza como ingrediente de la cerveza, pero para el que también existen otras fórmulas que valorizan su uso.
“Tenemos el empeño de priorizar, impulsar y garantizar el lúpulo como un cultivo rentable en origen”, comenzaba el director general del Itacyl, Rafael Sáez. La intención del Itacyl “es que Castilla y León siga siendo el referente prácticamente único del cultivo del lúpulo en España”.
Retos del sector
“Estamos en un momento de cambio, de muchas modificaciones y de tener que adaptarnos a las nuevas exigencias que exige el cultivo desde el punto de vista agronómico. Yo creo que el futuro hay que ir fabricándolo poco a poco, pero es prometedor”. El director general de Hopsteiner España, José Antonio Magadán, confía en el lúpulo y resalta la importancia de los precios.
“La situación es complicada, pero se va a sacar adelante. Los contratos se pueden mejorar, hay que tener paciencia, pero el mercado nos hace ser optimistas”, augura Magadán.
“Los precios, la prohibición de materias activas para hacer frente a las principales enfermedades que afectan al cultivo y la falta de relevo generacional son algunos factores que han provocado el desánimo de algunos agricultores con el cultivo”, lamenta el presidente de SAT Lúpulos, Alberto Martínez.
El futuro está en el precio
Alberto Martínez, presidente de SAT Lúpulos
“Las cerveceras no han sido sensibles al incremento de los gastos de producción”, continuaba. A pesar de estas circunstancias, el sector se ha profesionalizado, la media de hectáreas por agricultor ha crecido, y aunque el futuro es incierto, Martínez asegura que confían en “que la industria reconozca definitivamente nuestra calidad. Hay producto de calidad aquí y no hay que ir a buscarlo fuera”.
El aumento de las temperaturas y las sequías provocan el estrés hídrico de la planta, pero desde SAT Lúpulos están “tratando de mejorar los rendimientos y de adaptarse al cambio climático“, mantiene el técnico Javier Fraile.
Uno de los objetivos de SAT Lúpulos, que agrupa a unos 120 cultivadores, es ayudar a sus socios y apostar por la profesionalidad de los cultivadores. También asesora a sus socios para conseguir los mejores resultados en producción y calidad hasta llegar a la comercialización.
Un factor importante es la modernización. “Con las nuevas modernizaciones de regadíos cada vez más se está empezando a hacer un riego localizado. Esto tiene una serie de ventajas como puede ser el que uno de los principales problemas que tiene el lúpulo como es la proliferación de hongos sea menor”, expresa Javier Guerra, presidente de la Comunidad de Regantes Presa de la Tierra.
César Pan, presidente de la Comunidad de Regantes Canal Alto de Villares, y que lleva casi medio siglo conociendo el lúpulo, realza que “merece la pena luchar por la modernización de regadío”.
Según Raúl Morán, técnico de la Cooperativa LAR, la “pérdida de ilusión” por el lúpulo ha generado una pérdida de explotaciones. “Deberíamos tener orgullo, es un cultivo que es de aquí. Estamos a tiempo de recuperar esa ilusión y esa lucha por un cultivo que tiene posibilidades en la zona”.
Las plagas y el cambio climático son un problema real que afecta claramente a la rentabilidad, pero el lúpulo es un cultivo que tiene futuro. Alejandra Porteous es investigadora de la Universidad de León, donde está llevando a cabo un proyecto de búsqueda de alternativas sostenibles con el uso de Tricoderma de la mano de la SAT.
“Nuestro objetivo en estos años ha sido comprobar la posibilidad de utilizar algunos hongos para el control del oídio en el lúpulo”, expone. Aunque todavía no hay conclusiones, ya se han obtenido resultados “relativamente positivos que encaminan hacia una sostenibilidad que se está llevando en otros cultivos como el viñedo”.
El oídio es el problema
Alejandra Porteous, investigadora de la Universidad de León
Los microorganismos pueden favorecer el desarrollo de las plantas y se pueden utilizar drones para llegar a las zonas superiores de la copa infectadas por oídio. “Estamos en resultados preliminares, pero sí se observa una reducción de la enfermedad similar a la que podemos obtener con azufre. Es bastante prometedor”, avanza.
Visión de los agricultores
Samuel González es cultivador de San Román de la Vega, donde tiene seis hectáreas y vive del lúpulo. Hace unos años hizo una gran inversión y, aunque es apasionado de este cultivo, se ve fuera del mercado por el precio. “No aguanto más con estos precios”, lamenta.
María Jesús Marcos es otra agricultora que hizo una gran apuesta por el cultivo del lúpulo, hasta convertirse en una de las mayores productoras de la zona, con casi 30 hectáreas. Estos agricultores no dejan de invertir, pero ven peligrar su futuro porque no están recibiendo una contraprestación económica.
Manuel González es el mayor productor lupulero ecológico de Europa con su empresa Biolupulus. “Exportamos el lúpulo y queremos saber si podemos hacer algo de mercado, sobre todo con las cerveceras que hay aquí en España, ya que de momento no hay ninguna que acoja la iniciativa, especialmente con cerveza ecológica”.
La innovación en el sector del lúpulo
“En el sector del lúpulo creemos que es básico que incorporen tecnología a lo largo de toda la cadena de valor, desde el manejo del cultivo hasta la búsqueda de materias activas que permitan controlar las enfermedades; también en el uso de los subproductos y de las sustancias de forma alternativa al sector de la cerveza. Creemos que es un nicho, que aun no siendo muy grande, puede tener un gran valor y una gran importancia para poder aumentar la superficie del lúpulo en la zona”, aporta Rebeca Díez, de ITACYL.
Ecologías del Lúpulo es una plataforma de investigación sobre la imagen del lúpulo, sus residuos y el registro de la memoria de sus culturas. El trabajo comenzó en 2019 mediante una investigación desarrollada por la artista e investigadora Susana Cámara, con un equipo de trabajo multidisciplinar, y en colaboración con el Itacyl.
En este proyecto trabajan pensando en otra imagen de la planta y otra forma de ver el cultivo. “Es mucho más que cerveza”, afirma Susana, que destaca el concepto de “biodiversidad”. Del lúpulo se han hecho muchos usos: desde fibras, vestimentas y textiles hasta utilizarse para fines medicinales.
Este material sirve para extraer colores, elaborar fibras, para la industria papelera y la industria de la construcción. En otros países como Francia o Alemania se está tratando la bioconstrucción con materiales sostenibles. “El futuro del lúpulo tiene que ser compartido. Están los agricultores, pero también pueden participar en ese proceso otros profesionales para darle otro tipo de salidas”, concluye.
El lúpulo es un cultivo con mucha importancia y presencia
Susana Cámara, Ecologías del Lúpulo