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sábado, abril 27, 2024
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¿Por qué siguen estancadas las exportaciones de alfalfa?

La sequía generó unas expectativas de precios altos para el agricultor que no se han disipado todavía

Agricultores y deshidratadoras de alfalfa no se ponen de acuerdo a la hora de fijar un precio para el tratamiento y venta de la producción, que tiene por destino a la ganadería española y, sobre todo, a la del mercado exterior.

Buena parte de la culpa recae en la caprichosa meteorología de este año, con una sequía que anticipaba escasez de producto y unas lluvias de finales de primavera que, contra pronóstico, hicieron que la producción fuera casi como otros años.

Al final la producción de alfalfa ha sido un 40% inferior a la del año pasado, pero en todo caso ha estado por encima de lo esperado, y las expectativas de precios elevados generadas en el agricultor no se han disipado todavía.

Como recuerda Rafael Rubio, gerente de Forrajes y Proteínas, la pandemia de la Covid -que tuvo su punto álgido a comienzos de 2020- alteró de forma significativa el funcionamiento de los mercados de materias primas.

Precios descompensados

“Tradicionalmente, el precio de la alfalfa iba vinculado al de la cebada, un nexo que por el momento ha dejado de verse”, señala. De hecho, materias primas como los cereales de invierno se encuentran en unos niveles de precio similares a los que registraban unos meses antes de declararse la pandemia.

El resultado es tener unos precios descompensados con respecto a otras materias primas, con unas exportaciones estancadas. “Pero esa relación entre unos productos y otros volverá a establecerse más tarde o más temprano”, vaticina Rubio, “entre otras cosas por el papel que desempeña la exportación”.

El año pasado España produjo en torno a 1,3 millones de toneladas de alfalfa deshidratada, de lo que un millón se exportó. Este año es posible que se queden en casa del agricultor varios centenares de miles de toneladas, “porque cuando queramos vender puede que sea demasiado tarde”. “Las consecuencias pueden ser desastrosas y solo se evitarán sacando esa producción al mercado exterior”, advierte Rubio.

forraje agricultura mapama

El papel de la exportación

La exportación de forraje es tradicionalmente el motor de este cultivo en España, que está perdiendo posicionamiento frente a países como EEUU, Egipto, Rumanía o Bulgaria.

Un ejemplo claro es Arabia Saudí, donde han crecido mucho las compras a Norteamérica. “Son huecos en los que antes estaba la alfalfa deshidratada española y que, para recuperarlos, será necesario que baje el precio en campo y se pueda alcanzar un punto de equilibrio entre agricultores y deshidratadoras”, recalca el gerente de Forrajes y Proteínas.

Aumenta la superficie de siembra

Este otoño está aumentando la superficie de alfalfa en diferentes zonas productoras. Una posible razón puede ser la escasez de semilla de otros cultivos mejorantes, pero para Rafael Rubio la clave está en la rentabilidad del cultivo, “con un agricultor que ha vendido a buen precio una parte de su producción y tiene la expectativa de vender el resto de forma similar”.

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