Alfonso Palomo
Todas las miradas siguen pendientes de la actualidad internacional y, sin embargo, se ha alcanzado una situación en la que no se sabe cómo interpretar las noticias. La imposición de aranceles por parte del presidente Donald Trump tuvo un claro efecto bajista y, sin embargo, su supresión no ha tenido efectos precisamente alcistas.

No se percibe una secuencia lógica entre las decisiones que se van adoptando en el ámbito político (y judicial, en el caso de EEUU) y el comportamiento de los mercados.
Debemos prestar atención a otras coordenadas, empezando por una cosecha de cereal en España que ya se ha generalizado y que arroja unos rendimientos medios de 5.000 kilos por hectárea en provincias como Ciudad Real.
Se baraja en nuestro país una cifra redonda de 25 millones de toneladas para el conjunto de los cereales, lo que incluye unos 22 millones de toneladas de cereal de invierno y otros 3,5 millones de maíz.
Se trata de una gran producción, que previsiblemente se va a traducir en que el precio del cereal se mantenga en la misma línea.
El calor es el principal protagonista en lo meteorológico. Es posible que haya generado una situación de estrés a la planta del cereal, que se habrá compensado parcialmente con los efectos de las tormentas.
No es probable, por tanto, que esos episodios afecten significativamente a las grandes cifras. Tampoco los episodios ocasionales de pedrisco, con daños muy atomizados.
Esa es la situación de la cosecha según las previsiones actuales, a las que habría que sumar algo más de un millón de toneladas que no se vendieron en 2024 y, en parte, en 2023.
Así las cosas, el mercado sigue inmóvil por la parte de los compradores. Los fabricantes de piensos se sientan en espera de ver cuáles son los rendimientos que se producen finalmente, y no mueven ficha, con unas explotaciones ganaderas que han reducido el número de cabezas; esa es la razón, por cierto, de que el precio que paga el consumidor por la carne siga tan alto.
La situación de caída de precios se produce también en puerto, de modo que por desgracia sigue contribuyendo a esa presión a la baja.
Mientras tanto, las instituciones comunitarias aprueban aranceles a los fertilizantes con origen en Rusia y Bielorrusia, con lo que perjudican a un agricultor europeo que deberá pagar más por su abono mientras compite con el cereal producido en países como Ucrania, sin arancel alguno y con un efecto directo sobre el precio del grano.
No hay por tanto nuevos elementos que nos permitan vislumbrar elementos alcistas. La sequía en el norte de Europa podría traducirse en la reducción de rendimientos, aunque las últimas noticias apuntan a que sus efectos se han ido paliando, y el precio del barril de petróleo se mueve entre los 60 y los 64 dólares, dentro de una línea de continuidad.
Este escenario nos recuerda la necesidad de que el agricultor venda su producción en varias veces si desea obtener un buen precio medio. La experiencia nos demuestra que la venta de una sola vez genera grandes parones en el mercado.
No es conveniente jugárselo todo a una sola carta porque no sabemos si será la más alta o la más baja.