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viernes, mayo 16, 2025
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InicioDESTACADABuenas expectativas para la patata de 2025

Buenas expectativas para la patata de 2025

Las condiciones de siembra son correctas y se anuncian menos sorpresas que el año pasado en relación con la semilla. El reto de la patata española sigue siendo depender menos del exterior y sacar todo el partido a la innovación para reducir costes

Ricardo Ortega

El cultivo de la patata afronta un nuevo año pendiente de los desafíos que tiene planteados, pero con una perspectiva cada vez más compacta, con capacidad para hacer frente a las amenazas como un sector cohesionado.

La producción se enfrenta a un clima poco previsible, a regulaciones cada vez más estrictas, a la aparición de hongos como los nematodos y plagas como la del gusano de alambre, mientras aparecen ‘nuevas’ enfermedades como el Stolbur, también conocida como punta morada. Todo ello añadido a las dificultades que se van acumulando para el regante, sobre todo de aguas subterráneas.

Nadie dijo que apostar por este tubérculo fuera fácil, y sin embargo las grandes cifras no llaman al pesimismo. Llaman a seguir peleando.

Baste como dato que la suma de los cuatro grandes productores europeos -Bélgica, Alemania, Francia y Países Bajos- ofrecía en la última campaña un balance positivo, con un incremento de la producción de un 6,9%. No era el caso de España, que veía caer la superficie de cultivo en un 1,9%, hasta las 61.000 hectáreas.

Con unos agricultores que lamentaban una caída sensible de los rendimientos en abierta contradicción con las estadísticas oficiales. Se pagaban los platos rotos por una meteorología poco propicia y por la escasez de patata de siembra, al menos de las variedades más habituales, lo que llevó a ensayar semillas poco conocidas por el agricultor.

El resultado fue una cosecha de 1,9 millones de toneladas, cifra ligeramente superior (un 0,6%) a la de la campaña anterior y un 5,2% inferior a la media del periodo 2019-2023. El análisis por territorios nos ofrece un mapa irregular, con algunas comunidades que mejoraban resultados.

Como Castilla y León, que se consolidaba como la primera productora tras una ligera subida (+2,1%) hasta rondar las 17.300 hectáreas. Unas 360 más que en el año anterior. Dos provincias de esta región volvían a superar las 4.000 hectáreas: las de Salamanca y Valladolid.

También crecían Galicia (+7,4%), Murcia (+18%) y la Comunidad Valenciana (+3%). Por su parte, los mayores retrocesos se producían en Andalucía (-4%) y Canarias (-1%).

En cuanto a producciones, Galicia y Castilla y León experimentaban un retroceso del 2%, mientras incrementaban la producción las comunidades más tempranas: Andalucía (+7,5%), Murcia (+8%), Comunidad Valenciana (+23%) y Canarias (+8,3%).

¿Habrá patata de siembra?

Para la secretaria general de Europatat, Berta Redondo, Europa ha pasado de años de bonanza en relación con la patata de siembra a cierta escasez. Su principal problema es la pujanza de la patata de industria, puesto que la demanda mundial crece cada año más y las empresas transformadoras, con epicentro en Bélgica, ofrecen condiciones atractivas para el agricultor.

Este año, pese a todo, hay buenas expectativas en cuanto a la semilla europea, aunque no se pueda decir lo mismo de la española; nuestro país sigue dependiendo de forma casi absoluta de productores del norte de Europa.

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Berta Redondo, secretaria general de Europatat.

La importación de patata de siembra holandesa ha crecido el 21% y Países Bajos es ya el principal proveedor de semilla de España: el 67% de la semilla importada procede de aquel país, hasta 18.088 toneladas.

También crecen las ventas al norte de África. Argelia ha comprado 64.867 toneladas de semilla holandesa, Egipto 31.133 toneladas y Marruecos 31.271. También resulta significativo que el 11% de las importaciones de patata de siembra proceda de Francia.

Otro dato destacable es que los descensos en los envíos procedentes del país galo y Alemania no compensan el incremento de lo que procede de Países Bajos. No se despeja la incertidumbre, aunque desde las casas de semillas se insiste en que este año no habrá sorpresas y en que será, por tanto, más previsible que el anterior.

Por su parte, las importaciones procedentes de Reino Unido (principal proveedor extracomunitario) vuelven a reducirse (-14%). Son cifras, eso sí, que no tienen en cuenta a una zona productora tan potente como Escocia, que no puede vender a estados miembros de la UE (con la excepción de Canarias) como consecuencia de los acuerdos alcanzados con motivo del Brexit. Este país integrado en el Reino Unido ha vendido más de 92.000 toneladas más allá de sus fronteras, pero en países ajenos a la UE, como Egipto, con el que se ha suscrito el 60% de las operaciones.

España sigue importando

Aunque el cultivo está presente en gran parte del territorio nacional, España sigue siendo un país netamente importador de patata, en una tendencia que se va incrementando.

El año pasado el valor de las exportaciones crecía un 5,8%, si bien aumentaba notablemente la facturación de las importaciones (+26,8%). En el análisis de los datos destaca un incremento del 15% en las compras hechas a Egipto.

El 87% del volumen de patata de consumo proviene de países comunitarios. Francia incrementaba sus envíos un 24% y suponía ya el 70% de esa cuota. A continuación, se situarían Portugal (10%) y Egipto (7%).

Por cierto, el país árabe supone el 68% de las importaciones llegadas a la UE desde otras zonas productoras. Las importaciones procedentes de allí incrementan un 91,4%, mientras que las provenientes de los otros dos principales proveedores, Israel y Reino Unido, se reducen.

En todo caso, la responsable de Europatat destaca que la patata producida en la UE se queda en los mercados europeos. Se importa patata, “pero es poca si miramos al conjunto”. Ahora bien, es cierto que las cifras van en aumento, “por ejemplo si nos fijamos en casos como el de la patata egipcia”.

El caso de Francia

Para Francia, el año pasado fue de récord. Es el octavo productor del mundo y confirma una vez más su primer puesto como país exportador, con 3,5 millones de toneladas vendidas fuera de sus fronteras en la campaña 2023/2024.

El país galo exporta cerca de la mitad de las patatas que cultiva. Casi todo el comercio se realiza dentro del territorio europeo, y es Bélgica el principal comprador, que importa cada vez más: casi 1,7 millones de toneladas de patatas. Le siguen España e Italia.

Patatas procesadas

El gran cambio en el panorama europeo, y mundial, viene dado por la patata procesada. El consultor Fernando Alonso señala que el mercado mundial de procesamiento se estimó en 37.850 millones de dólares en 2023 y se prevé que crezca a una tasa anual del 5,9% hasta 2030.

Este dato está lejos de ser anecdótico, puesto que refleja los cambios que experimentan los hogares de buena parte del mundo: el consumidor tiene poco tiempo para cocinar y se inclina cada vez más por los productos fáciles de preparar o listos para comer directamente.

El consultor Fernando Alonso.

Por lo tanto el consumo es la piedra angular de todo el sector y no puede perderse de vista. El año pasado se consumieron en España 813.900 toneladas del tubérculo, en unas cifras similares a las del ejercicio anterior. Aunque si comparamos ese año con la media de los últimos cinco, el resultado es que desciende un 7%. Un dato para la reflexión, si tenemos en cuenta que el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar que ya hay 49 millones de personas, de consumidores, viviendo en nuestro país.

Se consume menos patata en fresco

En un análisis por sectores, las cifras revelan una caída del consumo de patata en fresco del 3%, mientras la procesada aumenta un 4% y la congelada se dispara un 13%. En relación ello destaca el muy bajo gasto que hace cada consumidor en este alimento. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), cada español gasta apenas 33 euros al año en patata: 22,77 euros de patata fresca, 2,27 en patata procesada y 10,18 euros en patata congelada.

Según el mismo informe, el 52% de la patata fresca se adquiere en supermercados e hipermercados. Por su parte, las tiendas tradicionales suponen el 28% de las compras, con un retroceso del 11% respecto al año anterior y un 17% respecto a la media del último lustro.

Marco Román, de Asociafruit.

La tendencia es muy similar en países de nuestro entorno. Por ejemplo, el consumo de patata descendió un 4% el año pasado. Marco Román, de Asociafruit, anima a trabajar por aumentar las cifras de consumo, para lo que resulta imprescindible mejorar la imagen del alimento y fomentar su consumo. “No se ven anuncios de patata, mientras sí los hay de pizza o pasta”, destaca.

Así, señala que hay que decirle al consumidor “que pagar dos euros por un kilo de patatas no es caro. Eso es mentira. Lo que es caro es comprar un iPhone”.

Siembras en el sur

El Sector de Patata de Asociafruit se reunió a finales de febrero para analizar la evolución de la campaña de siembra. Se percibe gran consenso en el sector en que su desarrollo ha venido marcado por las incidencias meteorológicas, que generan incertidumbre sobre posibles daños en algunas zonas más afectadas por las lluvias.

No obstante, estas posibles mermas pueden verse amortiguadas por el mayor número de hectáreas sembradas con relación a la pasada campaña. Las perspectivas para la próxima campaña dependerán mucho de cómo se desarrolle la primavera, climatológicamente hablando, y de la evolución del cultivo.

Al respecto señala el consultor Fernando Alonso que en algunas zonas del sur de España y Portugal ya se ha podrido mucha semilla en el terreno, y otra que está sin plantar, esperando a que deje de llover y se oree el terreno. Está envejeciendo deprisa. «Las expectativas varían en poco tiempo, en este caso por las lluvias persistentes», recalca.

¿Una figura de calidad?

Berta Redondo también lamenta que el consumo va a la baja y pide enfrentarse a las noticias negativas “con argumentos”, como destacando que los carbohidratos de la patata son saludables o que tiene un contenido muy interesante de potasio.

Para ella los hogares europeos tienen a la patata como “fondo de armario”, como alimento fácil de cocinar que alimenta a toda la familia. En su opinión, en la decisión de compra puede tener mucho peso el origen del producto: “Si explicamos bien de dónde viene la patata y lo que significa para el territorio, se va a valorar más que una que venga de Egipto”.

De ahí que vayan surgiendo iniciativas para poner en marcha marcas territoriales. Como en Castilla y León, donde hay debate sobre la necesidad de desarrollar la Marca de Garantía Patata de Castilla y León. “La Junta sigue abierta, pero la pelota está en el tejado del sector: que se dinamice y señale claramente qué variedades incluiría en esa futura figura de calidad”, recalcaba en el Congreso Internacional de la Patata Jorge Llorente, viceconsejero de PAC y Desarrollo Rural.

Repensar el cultivo

El productor de patata está acostumbrado a lidiar con los dientes de sierra en el precio del tubérculo y, de hecho, está viviendo un inaudito periodo de varios año de precios aceptables. En el sector se cuenta con que la patata cosechada en 2025 vuelva a tener un precio que dé rentabilidad al agricultor.

Hay factores para el optimismo, como que la superficie de siembra no crezca demasiado o el hecho de que un gigante como Rusia haya visto caer su producción de 19 millones de toneladas a 16. Ello va a obligar al país eslavo a comprar más patata a Egipto, de modo que habrá menos tubérculo del país árabe en dirección a la UE.

En este debate interviene el sevillano Marco Román, para quien la UE “ha maltratado a la patata, que no tiene una Organización Común del Mercado (OCM)”. Por eso aboga por poner la patata sobre la mesa en la negociación de la nueva PAC.

“Estoy en contra de las subvenciones pero, puesto que las hay, tenemos que pedir nuestra parte del pastel”, recalca. Aunque para ello sería imprescindible “diseñar una PAC no pensando en los jubilados, sino en los jóvenes que desean incorporarse”.

Profesionalización

Por el momento, y mirando a medio plazo, quedan aspectos por mejorar para que el cultivo sea cada vez más profesional. Como mejorar la maquinaria y los aperos, incorporando las ventajas de la mecanización, o reducir los costes e producción.

Uno de los palos que se pueden tocar es el de la fertilización. Javier Villamayor, de Fertinagro, defiende el concepto de eficiencia para una adecuada fertilización, “que tiene mucho que ver con el tipo de fertilización, con la dosis adecuada, el momento de aplicación y la ubicación del fertilizante”. En función de todo ello se puede hacer un cálculo correcto de la dosis necesaria para obtener una producción adecuada.

Javier Villamayor, de Fertinagro.

“Hay que tener en cuenta que la normativa europea exige reducir el empleo de fertilizantes en un 20%. De ahí que cobren especial importancia los bioestimulantes”, recuerda.

También se pueden mejorar aspectos de la sanidad vegetal. Fernando Alonso recuerda que el Mancozeb es el fungicida eliminado por la Comisión Europea “que ahora el Tribunal de Justicia de la UE ha dicho que se prohibió de forma irregular”.

Se ha anulado la decisión de 2020 de no renovar esta materia activa y “el uso del Mancozeb vuelve a ser legalmente posible en territorio europeo”. Ahora la pelota está en el tejado de los gobiernos, que son quienes lo deben aprobar para su empleo en cada territorio.

Una vez más, hay que seguir peleando con los diferentes niveles de la Administración. Marco Román reivindica “adecuar la normativa a la realidad”, como en el caso de los drones, que se emplean en numerosas explotaciones y sin embargo suponen una práctica ilegal al considerarse un medio aéreo, cuyo uso está prohibido en la agricultura de la UE.

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