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domingo, julio 13, 2025
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Así se combaten las enfermedades estacionales en viñedo

Un viñedo sano es la primera condición para obtener uvas sanas y de calidad. No perdamos de vista que la sanidad del viñedo comienza desde la implantación de la propia viña

Tomás Jurío

Las enfermedades estacionales más relevantes son las producidas generalmente por hongos. Las más conocidas son el oidio (uncinula necátor), mildiu (plasmopara vitícola) y podredumbre gris (botrytis cinérea). La aparición de estas enfermedades va a depender mucho de las condiciones climáticas, de la cantidad de inóculo existente en el medio como son las partes vivaces, restos de poda, hojas y suelo, y de las prácticas culturales.

Tomás Jurío, director de Nuevos Proyectos del Grupo Barón de Ley

El oidio y la podredumbre gris afectan en gran medida a la calidad de la uva y también a la cantidad, mientras que el mildiu directamente nos quita producción, bien porque el racimo no llega siquiera a desarrollarse completamente o bien porque una vez desarrollado se desecan las bayas: lo que conocemos como mildiu larvado.

No es mi intención describir en detalle estas enfermedades, ni detallar los productos para luchar contra ellas, sería tema para otro artículo. Prefiero dar pautas o reflexiones sobre cómo prevenir y enfrentarse a ellas. La mejor manera de luchar contra estos hongos es la prevención, algo que todo viticultor sabe pero que en muchos casos no se hace bien.

La prevención no es echar fitosanitarios por echar, aunque sean poco agresivos para el medio ambiente; parto de la base de que todos queremos una viticultura que respete el medio ambiente, pero que también nos sea rentable y obtengamos uvas de calidad.

Para una buena prevención tenemos que conocer nuestro viñedo y las condiciones climáticas pasadas, presentes y futuras a muy corto plazo. Ello implica preguntarse:

  • Qué zonas de nuestro viñedo son más propensas a infectarse con el hongo.
  • La cantidad o existencia de inóculo (que siempre hay). Dicho de otra forma, recordar si el año anterior nuestras plantas y/o uvas se vieron afectadas por el hongo.
  • Si los parámetros climáticos que favorecen a cada hongo se han dado o se van a dar, como son la lluvia, humedad relativa, humedad foliar, temperatura, insolación. Y no olvidar que las infecciones también dependen del estado fenológico en que se encuentre nuestro viñedo.

Es bastante común que el viticultor llene la cuba y trate toda su explotación y eso no es lo correcto, los tres puntos anteriores se deberían contemplar para cada parcela, y si esta fuera de gran dimensión o tuviera diferentes variedades o la orografía fuera muy diversa, sectorizarla y estudiar cada tratamiento.

La forma de efectuar los tratamientos es vital. Ajustaremos siempre el volumen de agua a la cantidad de masa vegetal que tengamos, mojaremos bien a la altura de los racimos, de ahí la importancia de las prácticas culturales en verde, las boquillas serán las adecuadas y estarán bien calibradas.

Si usamos fitosanitarios, mejor cambiar de grupos químicos según el FRAC para evitar resistencias, los productos cuya forma de acción es multidiana crean menos resistencias y podrían utilizarse hasta dos o tres veces en un mismo ciclo, mientras que los que tiene un modo de acción contra el hongo muy específico deberían utilizarse una sola vez.

Un tratamiento bien efectuado por el aplicador, con la maquinaria calibrada y realizado en el momento idóneo es mejor que dos tratamientos mal efectuados.

Existen herramientas sencillas y económicas que nos ayudan mucho en la toma de decisiones para realizar estos tratamientos preventivos, como pueden ser:

– Tener unas buenas botas, sombrero y una lupa específica o cuenta hilos para recorrer los viñedos.

– Tener registros anteriores y anotar los nuevos, así como cualquier incidencia que detectemos.

– Implantar una estación meteorológica o servirse de alguna pública cercana.

Podemos tomar datos de nuestra estación, y mediante algoritmos que siguen unos modelos determinados como el de Gehmann y Rossi para el mildiu, Thomas-Gubler y Oidiag para el oidio y J.C. Broome para la botrytis, podemos conocer el riesgo de contaminación de los hongos en sus diferentes estados, esporulación, infección, incubación.

Estos modelos, además de tener en cuenta los determinados parámetros climáticos, consideran también el estado fenológico de la planta. Me gustaría apuntar de la existencia de una plaga que, bajo las condiciones idóneas para el desarrollo de la botrytis, la infección en las bayas está garantizada, esta plaga es la polilla del racimo (Lobesia botrana); es importante combatir esta polilla mediante insecticidas o bien de forma natural con la aplicación de feromonas de confusión sexual, control biológico, etc.

Para ello conviene monitorizar los ciclos de la polilla mediante trampas colocadas en el viñedo, que nos indicarán los umbrales de tratamientos y si actuamos sobre adultos o huevos.

La otra forma de luchar contra estos hongos son las prácticas culturales, como la espergura, desniete, deshojado, quema de restos de poda, etc. Es decir, acciones que nos permitan airear los racimos que reducirán la humedad relativa y foliar, y acciones que disminuyan el inóculo del hongo.

Existen en el mercado productos que ayudan a que nuestras plantas se hagan más resistentes al potenciar las defensas propias de la planta como son las fitoalexinas, otros actúan de forma más mecánica al reforzar las paredes celulares, otros inducen a la planta a resistir mejor el estrés hídrico, etc. En definitiva, tener una planta sana nos ayuda a que nuestro viñedo sea más resistente a la penetración de estos hongos.

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