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sábado, septiembre 27, 2025
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Agua y frío. El campo ya puede jugar sus cartas

Se acerca el final del año y al puzle le faltan algunas piezas, como la flexibilización de la PAC o un fertilizante a precios razonables, pero el agricultor tiene elementos para ir pergeñando su cuadro: ha llovido por fin y se autoriza el glifosato, al menos, para una década

Ricardo Ortega

Después de un año marcado por la sequía la península ibérica ha tenido varias semanas de lluvias, aunque haya sido de forma discontinua.

El agua no ha sido como el Gordo de la Lotería Nacional, que siempre cae repartido: en el sur de España se ha sembrado con el suelo seco y hay productores que lo van a pasar mal desde el primer momento. 

En otras regiones agrícolas, como Castilla y León, se habla de una media superior a los 200 litros por metro cuadrado desde el pasado 15 de octubre. Y con los embalses de la CHD al 57,4%.

En torno al 13 de noviembre comenzó a amainar y a estas alturas una gran parte de la comunidad ha retomado la sementera. Al trigo se le ha ido pasando la fecha, mientras se sigue confiando en el margen que ofrece la cebada.

«Misión imposible»

Pasan las hojas del calendario y para José Ángel Cortijo, de Fertiberia, este año va a ser misión imposible hacer una sementera en fechas óptimas. “Eso sí -apunta-, lo que está claro es que este año el suelo va a estar en mejores condiciones que en otras ocasiones”.

Hay margen para hacer las labores, abonar y sembrar de forma adecuada. “Lo que necesitaba el campo era una ventana de dos o tres semanas para hacerlo todo”. Y es que el agricultor es muy capaz de sacar adelante una gran cantidad de trabajo en cuanto el tiempo se lo permite.

Siempre sin perder de vista que el agricultor debe invertir uno o dos días en abonar, que es la labor más rápida que existe. “También es una de las labores más importantes si deseamos un buen arranque de los cultivos”, destaca.

¿Sensación de alivio?

Hay cierta sensación de alivio, aunque de Madrid para abajo se mira el campo con más preocupación. En Extremadura fueron muchos los que empezaron a sembrar el 13 de noviembre.

Se empezó por las zonas “más sanas”, señala Juan Metidieri, de Talarrubias (Badajoz). Destaca que las dos últimas semanas de temporal fueron “muy desagradables” para las personas, “pero la lluvia siempre es bienvenida, sobre todo para los cultivos permanentes y para espacios como la dehesa”.

Sin lluvia en Andalucía

La falta de lluvias ha marcado las últimas semanas en Andalucía, pero por fin ha caído algo de agua y el agricultor ha retomado la sementera con algo más de esperanza. Eso sí, no podemos perder de vista que muchos ya sembraron en seco y habrá que prestar atención a la evolución de esas parcelas.

Sembrando en Castilla-La Mancha

En Castilla-La Mancha cayeron cerca de 40 litros en dos semanas. José Ramón Díaz de los Bernardos, agricultor de La Solana (Ciudad Real), apunta que muchos retomaron las siembras enseguida.

No parece que en la región la fecha de siembra se vaya a alejar mucho del calendario habitual, aunque desde Asaja se alerta de la “insostenible” campaña de sementera que están afrontando los cerealistas. “La baja rentabilidad del sector y la falta de apoyo de las administraciones ponen en riesgo la viabilidad de las explotaciones”, lamentan. 

El presidente de la organización, José María Fresneda, subraya que los precios a los que pretenden comprar el cereal los operadores “no reflejan esa subida de los costes”.

Los precios no acompañan

Iván Álvarez, de Asegrain, había perdido la cuenta de las semanas que llevábamos con los precios en tendencia descendente. “El aumento de la oferta de cereal nacional, la poca demanda y -sobre todo- la bajada de los precios de trigo, cebada y maíz en los puertos, han presionado a la baja las cotizaciones del grano nacional, semana tras semana”, destaca. Aunque esta semana, por fin, los descensos se han detenido.

“¿Se han anticipado los Reyes Magos en el mercado del cereal o en enero volverán las rebajas?”, se pregunta. Para la respuesta, hay que recordar que las cotizaciones suelen descender en enero y febrero como consecuencia de un menor consumo.

Analizando los costes de producción, podríamos pensar que los insumos necesarios para producir una tonelada de cereal han subido de forma importante en los últimos tres años, por lo que la lógica nos indica que deberíamos vender nuestra producción más cara que en aquellos momentos, cuando una tonelada de trigo, cebada o maíz estaba entre 150-170 euros.

Pero nos encontramos con zonas de producción muy importantes (Mar Negro, Brasil, Estados Unidos…), donde la tonelada de cereal en este momento no supera los 120 euros en almacén, “y ya sabemos que estamos en un mundo globalizado donde no solo es importante lo que pasa en mi región, sino lo que ocurre a muchos cientos o miles de kilómetros”, subraya Álvarez.

¿Y Ucrania? Aquella guerra ha dejado de ser noticia, aunque siga existiendo, y los mercados ya no la tienen en cuenta. Entre otras cosas, porque hay materias primas que fluyen con normalidad desde Ucrania… y desde la propia Rusia.

Colza con buen estado sanitario

Aunque ha habido algunos casos de encharcamiento en colzas de Castilla y León, han sido casos puntuales. Las casas de semillas no han tenido noticia de que se vaya a levantar el cultivo ni Agroseguro ha recibido partes por colza que haya pasado a ser inviable.

César Álvarez, de Vallejera, en la comarca burgalesa de Odra-Pisuerga, destaca que la planta de la colza es “muy resistente” a situaciones como un exceso de agua, ya que su raíz es pivotante, lo que le permite profundizar en el suelo en busca de oxígeno. Su longitud puede ser de 30 o 40 centímetros, en función de las características físicas del suelo.

“Es cierto que en muchas zonas no llovió a tiempo y no se ha podido sembrar colza de secano, pero en las parcelas en las que se ha implantado el cultivo, tanto en secano como en regadío, la planta presenta muy buen estado”, apunta.

Hay que tener en cuenta que la semilla de la colza es muy pequeña y por ello la planta es muy vulnerable cuando germina, “pero una vez que se desarrolla posee una gran capacidad de resistencia”.

En el sector se habla de que la superficie de colza ha descendido un 30% en España. Ese porcentaje es del 25% en zonas como la cuenca del Duero, mientras en el valle del Ebro asciende hasta el 50%.

El maíz acelera

El tiempo seco y estable que se ha asentado sobre la península ha propiciado que las cosechadoras vuelvan al campo para continuar la labor de recogida del maíz. En la principal zona productora, la provincia de León, la campaña ha avanzado mucho.

Si los pronósticos se cumplen y continúan las altas presiones, con la consiguiente estabilidad, se espera que la campaña esté prácticamente finalizada por Navidad. “Los agricultores, aun teniendo que pagar un alto precio por el secado, no quieren dejar la cosecha todo el invierno en la finca, puesto que la planta se puede caer, lo que reduciría los rendimientos”, apuntan desde la Lonja de León.

En todo caso, lo que preocupa es la obligación de rotar cultivos que impone la PAC. En 2024 veremos cómo van tomando las decisiones de siembra los titulares de 20.000 hectáreas en la provincia.

Girasol, todavía

A finales de noviembre aún quedaban parcelas de girasol por recoger, y aquí las pérdidas pueden ser importantes debido a una bajada de la calidad y una subida de las impurezas. La recogida óptima tendría que haber sido ya hace más de un mes y las intensas lluvias han acabado dañando el cultivo.

Diez años más de glifosato

El agricultor sigue muy pendiente del cielo, pero mirando de reojo la política que se dicta en los despachos. Los países de la UE no se han puesto de acuerdo sobre la prórroga del glifosato y la Comisión Europea ha tirado por la calle de en medio: ha aprobado la utilización del herbicida durante una década más, si bien con determinadas limitaciones.

La Comisión prohíbe la utilización de este herbicida como desecante, con la intención de controlar el momento de la cosecha. Además, se establecen límites máximos para cinco impurezas en el glifosato que se aplique, con el objetivo de proteger el medio ambiente y a las personas.

Asimismo, todos los Estados miembros deberán prestar especial atención a aspectos específicos al realizar evaluaciones de riesgo. Por ejemplo, la protección de pequeños mamíferos herbívoros, como los topillos, y plantas no objetivo, como las flores silvestres. Por eso deberán desarrollar medidas de mitigación de riesgos, aunque habrá zonas de Castilla y León donde la ‘protección’ de los topillos levantará ampollas.

Riego en la cuenca del Duero

La Comisión de Desembalse de la cuenca del Duero ha aprobado la propuesta de llenado de los embalses para el año hidrológico 2023-2024, tras un año seco en el que las aportaciones a los embalses fueron un 18% inferiores a los valores medios.

La variabilidad del tiempo atmosférico ha hecho que durante los meses de la campaña de riego se hayan registrado las entradas a los embalses más bajas de los últimos 25 años, un total de 415 hm3 frente a los 1.006 hm3 de aportaciones de media.

La Comisión ha fijado los resguardos mínimos de los embalses gestionados por la CHD, sin novedades en la mayoría de ellos respecto al año anterior, así como los caudales máximos de desembalse para situaciones ordinarias.

Castilla-La Mancha, tanto olivar como viñedo

Bajas producciones en el olivar de toda España por culpa de la sequía, con consecuencias que pagan los consumidores, aunque es el agricultor el principal damnificado. Con todo, el análisis de las estadísticas publicadas arroja resultados llamativos, como que el olivo se haya convertido en el cultivo con mayor crecimiento en Castilla-La Mancha y prácticamente iguale en superficie a la del viñedo.

Según cifras del Gobierno regional, la superficie destinada a la producción de aceituna es de 450.000 hectáreas, con un total de 80.000 olivicultores.

Por su parte, el viñedo supone unas 460.000 hectáreas en la comunidad autónoma, lo que hace de ella la región europea con mayor superficie vitícola. La mitad del viñedo español, con 80.000 viticultores y 500 bodegas.

Una oportunidad en el norte de España

El cambio climático está haciendo que, en años como este, el olivo disminuya su producción de forma dramática en la mitad sur peninsular. Al mismo tiempo, está abriendo una ventana de oportunidad en zonas que tradicionalmente se le resistían a este cultivo.

Los inviernos son cada vez más suaves y las heladas, menos intensas, lo que está permitiendo que el olivo esté creciendo mucho en regiones como Navarra o La Rioja, y que cuente con muchas posibilidades en comunidades de inviernos intensos, como Castilla y León. En esta comunidad hay 6.633 hectáreas de olivo, con lo que ya supera al almendro, que abarca 6.528 hectáreas.

El hecho de que el cultivo se extienda por la mitad norte de la península viene a ser un ‘seguro’ para que España disponga de producción, puesto que más de la mitad del olivar se encuentra en Andalucía y Extremadura, “donde la escasez de agua reduce mucho la producción”, destaca Benjamín Crespo, de Agromillora.

“El olivo tiene mucho recorrido en comunidades como Castilla y León, donde solo existe el inconveniente del frío invernal”, subraya. Las bajas temperaturas reducen la producción, de modo que “será muy difícil alcanzar los 15.000 kilos que pueden darse en Andalucía”, si bien un agricultor que ronde los 9.000 kilos “obtendrá aceituna para unos 2.000 litros y rentabilizará su inversión”.

Sobre todo, teniendo en cuenta que las condiciones climáticas ofrecen mayor porcentaje de grasa y polifenoles más altos, que es donde reside la calidad. “Ese es el cálculo que lleva a compañías como Matarromera o Entrepinares a aumentar la superficie de olivar”, apunta Crespo.

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