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lunes, junio 23, 2025
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Barreras al uso de agua reutilizada: desafíos y oportunidades para un futuro sostenible

La reutilización de agua ofrece una oportunidad para mitigar la escasez y promover la sostenibilidad ambiental, aunque su utilización generalizada se enfrenta a una serie de barreras complejas. Adoptar un enfoque colaborativo que involucre a todos los actores nos permitirá desbloquear el potencial de esta técnica y construir un futuro más seguro y sostenible

Domingo Zarzo, presidente de AEDyR

Los recursos no convencionales, reutilización y desalación, se están convirtiendo en herramientas necesarias para la lucha contra la sequía y el cambio climático, sobre todo en países como España, con una crisis hídrica recurrente.

La agricultura, como uno de los mayores consumidores de agua, enfrenta desafíos crecientes debido a la escasez hídrica y la competencia por los recursos hídricos. En este contexto, la reutilización de agua emerge como una estrategia clave para garantizar la seguridad alimentaria, reducir la presión sobre las fuentes de agua convencionales y promover la sostenibilidad agrícola.

Sin embargo, a pesar de sus beneficios potenciales, la adopción generalizada de la reutilización de agua en la agricultura se enfrenta a una serie de barreras específicas que obstaculizan su implementación a gran escala. En este artículo, exploraremos en detalle estas barreras, analizando sus causas y proponiendo estrategias para superarlas, con el objetivo de impulsar una agricultura más resiliente y sostenible.

Domingo Zarzo.

Mientras a nivel mundial la reutilización de agua no supone más de un 5% del agua residual tratada, en España tenemos un porcentaje próximo al 10%, con regiones con porcentajes mucho más elevados, como Murcia, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Canarias o Andalucía, y con un compromiso de nuestro Gobierno de incrementar la reutilización hasta el 20% antes de 2027, de acuerdo al RD de medidas contra la sequía de 2023. España es, asimismo, el quinto país en capacidad de desalación a nivel mundial, y primero de Europa.

Respecto a los usos, distintos estudios indican que el agua reutilizada se utiliza en un 62% para la agricultura, 18% para jardines y zonas de ocio, 17% para la industria, 2% para baldeo y limpieza de alcantarillado y 1% para otros usos.

La reutilización permite una gestión más sostenible del agua, ya que incrementa los recursos disponibles, reduce el efecto negativo de la descarga de agua residual a las masas de agua y permite reducir la presión sobre los recursos superficiales y subterráneos, y aún es más positiva cuando se realiza en zonas de litoral con estrés hídrico, ya que libera caudales que de otra manera se perderían al verterse en el mar.

Pero pese a la evidente intención de Gobierno y sociedad de reutilizar hasta la máxima cantidad posible de agua, como indicamos al inicio, su uso se enfrenta a una serie de barreras, entre las que se encuentran las financieras, las legales y administrativas y las de percepción social.

En cuanto a la inversión, según Seopan, se necesitarían invertir en España 85.000 millones de euros hasta 2035, de los cuales hay 41.000 planificados para infraestructuras del agua, principalmente, 11.016 para saneamiento y depuración, 8.748 para medidas de abastecimiento y regadío, 4.876 para actuaciones relacionadas con la gestión y restauración y 4.871 para actuaciones relacionadas con regadíos y planes para la agricultura (el resto sería para adecuación y modernización de infraestructuras).

La construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales avanzadas (tratamientos cuaternarios), capaces de eliminar contaminantes y patógenos para garantizar la seguridad del agua reutilizada, requiere inversiones significativas en infraestructura. Además, la instalación de redes de distribución separadas para el agua reutilizada, que eviten la mezcla con el agua potable, puede aumentar aún más los costos.

La buena noticia es que, frente a las tradicionales fuentes de financiación (fondos europeos, fondos nacionales, impuestos, canon de saneamiento, fondos para innovación, etc.), gracias al nuevo RD de reutilización de las aguas (Real Decreto 1085/2024, de 22 de octubre), se abre la puerta a la inversión privada, por medio de modelos concesionales, así como a la financiación por parte de empresas que quieren compensar su huella hídrica (es el caso de Amazon Web Services o Microsoft, que están pagando mejoras de eficiencia hídrica en regadíos en las zonas donde implantan sus centros de datos, siguiendo el concepto ‘Water Positive’, similar a la neutralidad en CO2, pero en agua.

Respecto a las barreras administrativas, es evidente la dificultad que representa la fragmentación de las distintas Administraciones implicadas (Ministerio, confederaciones hidrográficas, comunidades autónomas, municipios, etc.), que complica extraordinariamente los permisos, concesiones, autorizaciones…

Por otro lado, el nuevo RD de reutilización, basado en el reglamento europeo, pero más ambicioso y que no se queda solo en la aplicación para la agricultura, pretende promover el incremento de la reutilización, pero complica la asignación de responsabilidades entre productores, distribuidores y usuarios e implementa los planes de gestión de riesgo, que, si bien son necesarios, también requieren de un desarrollo importante.

Por otra parte, los procesos de aprobación de proyectos y concesiones de reutilización de agua pueden ser largos y complejos, involucrando a múltiples agencias y requiriendo la presentación de numerosos estudios y evaluaciones. Esto puede retrasar la implementación de proyectos y aumentar los costos.

Otro problema adicional es la disparidad de legislaciones sobre reutilización en distintos países, lo que podría suponer un problema bien de seguridad alimentaria, en el caso de países sin regulación o regulación laxa, o bien de pérdida de competitividad frente a otros países por ser más exigentes.

Pero uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la reutilización (al igual que la desalación), es el de la comunicación y la percepción social. Muchas personas asocian el agua reutilizada con aguas residuales y temen que su uso pueda representar un riesgo para la salud humana o el medio ambiente. Esta percepción de riesgo puede estar alimentada por la falta de información y la desconfianza en las tecnologías de tratamiento.

La falta de información y educación sobre los beneficios y riesgos de la reutilización de agua puede generar resistencia y desconfianza en la población. Por ello, es fundamental comunicar de manera clara y transparente los procesos de tratamiento y los controles de calidad que garantizan la seguridad del agua reutilizada.

Técnicamente tenemos la tecnología para producir agua de calidad (potable o, incluso, superior) a partir de cualquier agua, y, de hecho, el reúso potable se produce en California, Israel o Singapur (donde, incluso, se embotella). La seguridad del agua reutilizada es total y está exenta de riesgos cuando se hace correctamente.

Tenemos que hacer entre todos un esfuerzo de comunicación y educación basándonos en la técnica y la ciencia. Sin embargo, medidas como el que en España siga apareciendo en nuestra regulación más reciente que el uso potable del agua reutilizada está prohibido, salvo casos de emergencia, ofrecen una imagen de que es una actividad que entraña riesgos no asumibles.

En relación con los retos técnicos, es evidente que tenemos un problema de contaminación de las aguas por todo tipo de compuestos, y, aparte de los ya identificados tradicionalmente, nos enfrentamos a los de preocupación emergente (productos de cuidado personal, medicamentos, drogas, etc.), los PFAS o los microplásticos.

En este sentido, parece interesante la propuesta de la Unión Europea en la nueva Directiva de Aguas Residuales Urbanas de responsabilidad ampliada del productor, donde se quiere hacer recaer parte de los costes de eliminación de estas sustancias en las industrias farmacéutica y de cosméticos, bajo el concepto de “quien contamina paga”.

Estrategias para superar las barreras

Superar las barreras al uso de agua reutilizada requiere un enfoque integral que combine medidas técnicas, económicas, regulatorias, sociales y ambientales. Algunas estrategias clave incluyen:

  • Inversión en investigación y desarrollo
  • Establecimiento de marcos regulatorios claros y coherentes
  • Promoción de la participación pública
  • Desarrollo de incentivos económicos
  • Implementación de campañas de sensibilización
  • Adopción de un enfoque de gestión integrada del agua

Y más específicamente para la agricultura:

  • Desarrollo de tecnologías de tratamiento adaptadas a la agricultura
  • Establecimiento de estándares de calidad del agua para riego claros y flexibles
  • Promoción de la investigación y el desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles
  • Desarrollo de programas de capacitación y asistencia técnica para agricultores
  • Implementación de campañas de sensibilización para consumidores
  • Establecimiento de incentivos económicos para agricultores
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