Llegamos al inicio de un nuevo año, un momento que siempre trae consigo la promesa y la esperanza para las nuevas campañas y retos de nuestro sector.
A medida que 2025 se despliega ante nosotros, miramos hacia delante con la determinación de enfrentarnos una vez más a los desafíos que nos presenta la realidad: persistentes bajos precios y el aumento de costes de producción que, aunque algunos han aprendido a gestionar, para otros pueden significar el cese de su actividad y el abandono definitivo del sector.
No podemos permitir que esto ocurra. Si ya es difícil que las nuevas generaciones se incorporen, no podemos dejar caer a quienes han dedicado su vida a este trabajo.
Nuestros productores ofrecen alimentos de calidad, pero muchos reciben precios que no garantizan el rédito necesario para subsistir.
La rentabilidad debe ser equitativa para todos; nadie puede imaginar que una industria láctea compre leche para venderla a pérdidas. Aquí no se trata de leyes de cadena alimentaria ni de “leches”; se trata de justicia. Debemos alzar la voz y denunciar a aquellos que, en su afán por obtener ganancias, hacen que otros pierdan.
Como debemos denunciar la amenaza que representa el acuerdo de Mercosur con la Unión Europea, que abre aún más la puerta a la competencia desleal y pone en riesgo la viabilidad de miles de explotaciones. Este panorama, aunque desafiante, no puede desanimarnos. Nuestra resiliencia y profesionalidad son la base sobre la que construiremos un futuro mejor.
Un ejemplo de cómo las cosas están empezando a cambiar es la percepción de la patata en la industria alimentaria. Tras un arduo camino, cada vez son más las empresas que valoran el origen de este producto esencial y buscan no solo compartir el manejo del cultivo, sino también garantizar una rentabilidad justa para quienes lo producen.
El enfoque hacia la sostenibilidad económica, social y medioambiental es clave para nuestro futuro. Debemos posicionarnos como un sector fuerte y unido, donde cada eslabón en la cadena alimentaria colabore en lugar de enfrentarse.
La XIII Jornada Técnica de la Patata, que este año ha vuelto a celebrarse en mi pueblo, El Carpio, es un reflejo de esta necesidad. Desde sus inicios este encuentro, convertido ya en Congreso Internacional, ha buscado unir a un sector muchas veces disgregado, puesto que solo juntos podremos fortalecer nuestra voz y nuestra posición en el mercado.
Es esencial que la sociedad nos valore no solo en momentos de crisis, como sucedió con la DANA o la pandemia, sino que reconozca nuestro compromiso diario con la producción de alimentos y la seguridad alimentaria. Siempre habrá desafíos que superar, pero, entre tanto, debemos recordar que juntos no solo podemos dar la cara ante las adversidades; también podemos construir un futuro próspero y sostenible.
Así que, con la mirada fija en el horizonte y el compromiso de seguir avanzando, afrontemos este 2025 con esperanza y unidad. Al final del día todos dependemos de lo que cultivamos, y es nuestra responsabilidad seguir defendiendo el valor de la agricultura y la ganadería en la sociedad.
¡Próspera campaña para todos!