Lucía de la Rosa Fernández. Investigadora del INIA-CSIC
María Teresa Marcos Prado. Técnica I+D+i del INIA-CSIC
En el ejercicio de su actividad, los agricultores deben adaptarse continuamente a las modificaciones ambientales y de los mercados, siendo éste un reto en el que las variedades a elegir en cada parcela o explotación constituyen un punto clave que determinará la mayor o menor rentabilidad económica de su explotación y, por tanto, su viabilidad.
Bancos de germoplasma
Para la obtención de nuevas variedades es imprescindible contar con la materia prima sobre la que hacer los trabajos de selección iniciales en los programas de mejora y es en este punto donde entran en escena los bancos de germoplasma. Estos bancos son instituciones, generalmente de índole pública, cuya función es recolectar, conservar, caracterizar/evaluar y poner a disposición de los usuarios colecciones de germoplasma. La conservación de la diversidad genética se convierte, pues, en una actividad estratégica.
En España, el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF), perteneciente al Centro Nacional Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria y recientemente incorporado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (www.inia.es), conserva una gran diversidad genética que incluye variedades locales o tradicionales, variedades comerciales descatalogadas y también de los denominados parientes silvestres de los cultivos, que son especies emparentadas evolutivamente con las cultivadas, que se distribuyen en los espacios naturales, muy interesantes por ser una potencial fuente de genes para solventar problemas limitantes de la producción, de tipo biótico, como las enfermedades o las plagas, o de tipo abiótico, como alta temperatura o salinidad.
Patrimonio genético
Todos estos cultivos y especies son parte de nuestro patrimonio genético de plantas, tanto agrícolas como silvestres, y como otros patrimonios nacionales, tenemos la obligación de preservarlo para su uso actual y para las generaciones futuras.
Las leguminosas han sido y siguen siendo uno de los grupos de cultivos más importantes en el ámbito mundial, indispensables tanto por sus propiedades como alimentos proteicos, como por su impacto positivo en el medio ambiente, consecuencia de su capacidad de aportar nitrógeno al suelo. Un reflejo de la conciencia mundial de estas bondades ha sido que la FAO declarase 2015 como Año Internacional del Suelo y 2016 el Año Internacional de las Legumbres, pues las leguminosas son unas grandes aliadas para el mantenimiento de unos suelos sanos y productivos.
Este grupo de plantas incluye una enorme diversidad de formas y estrategias de adaptación a diferentes entornos ecológicos lo que, en el caso de las cultivadas, las hace fundamentales para contribuir a la diversificación de los sistemas agrarios. De ellas se obtiene, además de alimento, aceite, combustible, tinta, maderas duras, medicamentos y productos químicos.
Sin embargo, la situación en cuanto a su producción y consumo en nuestro entorno está claramente desequilibrada respecto al autoabastecimiento. La Unión Europea y España en particular, son importadores netos de proteína vegetal tanto para la alimentación animal, principalmente soja, como de legumbres de consumo humano como judías, lentejas y garbanzos. No obstante, hay que señalar que en los últimos años este grupo de cultivos ha tenido un repunte debido entre otras causas a las modificaciones en el diseño de la PAC y al incremento de las inversiones en I+D en el marco del Horizonte Europa y de la Asociación Europea para la Innovación en Agricultura (AEI-Agri).
España: un país productor y consumidor de leguminosas
Como ya hemos indicado, la disponibilidad de diversidad está en la base de las soluciones a la situación planteada. España ha sido, hasta la mitad del siglo XX, un país productor y consumidor de leguminosas, que paulatinamente perdieron importancia en el sector agrario y en nuestras mesas. Desde los años 60 del siglo XX muchas de las variedades tradicionales, incluso cultivos que se habían utilizado tradicionalmente, desaparecieron de los agrosistemas campos de cultivo. Afortunadamente, desde los años 70, en España se ha trabajado en la recolección de estos materiales, que se depositaron y actualmente se conservan en los bancos de germoplasma.
Como ejemplo se puede señalar la colección de leguminosas del CRF con casi 12.500 accesiones (variedades locales, poblaciones silvestres y material de mejora, principalmente), incluyendo especies utilizadas para alimentación humana y animal. En el caso de las especies para alimentación animal, son bien conocidas la veza (Vicia sativa) y los yeros (Vicia ervilia), pero también hay muchas otras de uso minoritario o casi desaparecidas como algarroba (Vicia articulata), alverjón (Vicia narbonensis), veza húngara (Vicia pannonica), titarro (Lathyrus cicera) o altramuz (Lupinus sps., incluyendo L. albus, L. angustifolius, L hispánicus, L. gredensis, etc). Dentro de las leguminosas destinadas a la alimentación humana (legumbres) destacan las 4000 muestras de judías, (siendo el grupo más numeroso, de entre las leguminosas en su conjunto).
Incluyen mayoritariamente formas de judía común, también llamada alubia o frijol, pero también el garrofó (P. lunatus), y el judión (P. coccineus). Botánicamente próxima a este grupo están las carillas (Vigna ungiculata), que son las judías que se consumían antes de la llegada de América de la judía común. Otros cultivos de este grupo son las lentejas (Lens culinaris), los garbanzos (Cicer arietinum) o el cacahuete (Arachis hipogea). sin olvidarnos de especies de doble uso como los guisantes (Pisum sativun), algunas formas de haba (Vicia faba), y de otras minoritarias como la almorta (Lathyrus sativus) y la alholva o fenogreco (Trigonella foenum-graecum).
Respecto a las especies silvestres emparentadas están, entre otras muchas otras, Lens nigricans o Lens lamoteii, de gran interés en los programas de mejora internacionales de la lenteja cultivada por su alto contenido en hierro y su rusticidad y numerosas especies de los géneros Vicia y Lathyrus, con algunas formas que presentan el curioso fenómeno de la anficarpia, que es la formación de frutos aéreos y subterráneos En el gráfico de la figura 1 se detalla en número de muestras conservadas de las principales especies mencionadas.
Dos tipos de colecciones
Según el objetivo de la conservación, el CRF del INIA-CSIC mantiene dos tipos de colecciones, la colección base y la colección activa. La colección base es una copia de seguridad, de todas las colecciones de semillas de los bancos de la Red del Programa Nacional de Recursos Fitogenéticos, mantenida a largo plazo. Desde 2022 esta colección base se está depositado en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard (https://www.seedvault.no/), como un mecanismo adicional de seguridad.
La colección activa se utiliza tanto para su propio estudio como para el suministro de material a los usuarios. La mayoría de las leguminosas grano se mantienen como colección activa en el CRF, con la excepción de los altramuces, que se mantiene en el CICYTEX de Badajoz (Extremadura) y las lentejas, que están en el IRIAF de Cuenca (Castilla-La Mancha).
Otra actividad fundamental del CRF del INIA-CSIC es la caracterización y evaluación de sus colecciones activas para mejorar su utilización. En el caso concreto de las leguminosas grano, en la actualidad se colabora con el Centro de Biología y Genómica de Plantas, CBGP (UPM-INIA) en GREVISA, un proyecto del Plan Nacional que buscan fuentes de resistencia a sequía en veza y el proyecto RESUENA, que busca mejorar la utilización de nitrógeno del suelo volviendo a incorporar leguminosas en las rotaciones de cultivos. También se participa en el proyecto INCREASE (INtelligent Collections of Food Legumes Genetic Resources for European Agrofood Systems), financiado por la convocatoria H2020 de la UE en el que trabajan investigadores de 28 equipos y 14 países, que busca mejor la autosuficiencia en cuanto al suministro de proteína vegetal en la UE.
Conocer en detalle la colección de leguminosas del CRF, tanto desde el punto de vista agro-morfológico, como desde el punto de vista genético y molecular, permitirá incrementar el grado de utilización de la misma y poner a disposición de los agricultores especies y variedades adaptadas a las condiciones de sus explotaciones.
Para dar visibilidad a la colección, el CRF del INIA-CSIC ha participado en la IX Jornada de GENVCE, celebrada en mayo de 2024 en Valladolid, exponiendo algunas de las especies que forman parte de su colección de leguminosas de cultivo de otoño en secano.
Este ensayo ha tenido una muy buena acogida por parte de los participantes, que se han acercado para conocer especies y variedades que pueden formar parte de los sistemas agrarios y las rotaciones que fueron, y volverán a ser sin duda, parte de la agricultura de las zonas de secano de la parte central de nuestro país.